/ sábado 7 de agosto de 2021

Los Avatares de Nuestro Tiempo | Choque entre lo discursivo y lo real, la medición de la pobreza por Coneval

En el discurso político se emplean todas las herramientas de expresión del lenguaje. Desde argumentos perfectamente estructurados, metáforas y demás figuras retóricas, chistes, frases "chistosas" y hasta falacias; el fin último es persuadir a un gran público expectante de las palabras, propuestas y promesas que advierten, quienes toman el liderazgo público y participan en política.

Sin embargo, los discursos no son perennes, por el contrario, éstos deben robustecerse, modernizarse y nutrirse de datos y evidencias, de lo contrario su eficacia en el convencimiento, su legitimidad y aceptación, caen o sufren un choque con lo real.

Es representativo de las dinámicas entre discurso y realidad, mencionar la publicación de los resultados de la "Medición de la Pobreza 2020" realizada por el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval).

La publicación menciona algunos hallazgos relevantes, no para criticar la política social del Gobierno federal actual, más bien para orientar la toma de decisiones en la materia y generar mejores resultados en la reducción de la cantidad de población en situación de pobreza.

El Coneval señala que: entre los años 2018 y 2020 solamente 13 entidades federativas tuvieron una reducción en el porcentaje de población en situación de pobreza; mientras que en 2018 la población en pobreza ascendía a 41.9% para 2020 incrementó hasta 43.9% y la población en pobreza extrema pasó de 7.0% a 8.5%.

Los registros estadísticos marcan un contexto complejo. Además, la realidad contrasta con el discurso político centrado en la mejora de las condiciones (sobre todo de ingreso) para las personas en condición de pobreza.

En consecuencia, la pregunta acerca de la eficacia de los programas públicos de transferencias directas de recursos a la población se convierte en pertinente y necesaria. Sobre todo, con la consideración de que las decisiones de política pública (actuales) tienen y tendrán repercusiones en el mediano y largo plazo.

  • El mismo trabajo de Coneval hace evidente el problema de la pobreza por carencia social y cómo la cobertura de servicios de salud sigue siendo un problema estructural en el país.

De 2018 a 2020, los registros de personas con carencia en el acceso a servicios de salud pasaron de 16.2% a 28.2%. Es grave, sobre todo porque en esta línea temporal sucedió la desaparición del "Seguro Popular" y la creación del Insabi y la innumerable cantidad de retos que esto representa.

Al respecto, resulta positivo que el Gobierno federal haya encontrado áreas de oportunidad y mejora, por ejemplo, con la incorporación del IMSS como un área fundamental en el sistema de salud mexicano y el avance en la cobertura poblacional. A pesar de eso, sigue siendo un pendiente relevante.

Esta realidad choca con la percepción y construcción discursiva acerca de que los apoyos sociales han revertido un problema histórico como la pobreza.

La crítica al discurso no es en sí misma hacia las acciones de gobierno, porque los programas de apoyo social -por ejemplo, los dirigidos a adultos mayores- son realmente necesarios para garantizar el consumo básico de las personas y la satisfacción de necesidades alimentarias y de supervivencia.

Sin embargo, los datos indican que aún es un esfuerzo institucional insuficiente ante el grave problema, remarcado por la pandemia que enfrentamos en el mundo y, con mayores dificultades, en el país.

La política social en México debe fortalecerse, apuntar en la dirección de la mejora de los servicios que tienen más incidencia en el bienestar de la población y en el efecto equitativo de la acción gubernamental: salud y educación.

La información del Coneval debe servir en dos sentidos: mejorar las políticas públicas a partir de evidencia y por tanto del mejor conocimiento del problema, y también para modernizar el discurso político para entonces hablar más acerca de bienestar y menos de las críticas a los programas sociales actuales.

En el discurso político se emplean todas las herramientas de expresión del lenguaje. Desde argumentos perfectamente estructurados, metáforas y demás figuras retóricas, chistes, frases "chistosas" y hasta falacias; el fin último es persuadir a un gran público expectante de las palabras, propuestas y promesas que advierten, quienes toman el liderazgo público y participan en política.

Sin embargo, los discursos no son perennes, por el contrario, éstos deben robustecerse, modernizarse y nutrirse de datos y evidencias, de lo contrario su eficacia en el convencimiento, su legitimidad y aceptación, caen o sufren un choque con lo real.

Es representativo de las dinámicas entre discurso y realidad, mencionar la publicación de los resultados de la "Medición de la Pobreza 2020" realizada por el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval).

La publicación menciona algunos hallazgos relevantes, no para criticar la política social del Gobierno federal actual, más bien para orientar la toma de decisiones en la materia y generar mejores resultados en la reducción de la cantidad de población en situación de pobreza.

El Coneval señala que: entre los años 2018 y 2020 solamente 13 entidades federativas tuvieron una reducción en el porcentaje de población en situación de pobreza; mientras que en 2018 la población en pobreza ascendía a 41.9% para 2020 incrementó hasta 43.9% y la población en pobreza extrema pasó de 7.0% a 8.5%.

Los registros estadísticos marcan un contexto complejo. Además, la realidad contrasta con el discurso político centrado en la mejora de las condiciones (sobre todo de ingreso) para las personas en condición de pobreza.

En consecuencia, la pregunta acerca de la eficacia de los programas públicos de transferencias directas de recursos a la población se convierte en pertinente y necesaria. Sobre todo, con la consideración de que las decisiones de política pública (actuales) tienen y tendrán repercusiones en el mediano y largo plazo.

  • El mismo trabajo de Coneval hace evidente el problema de la pobreza por carencia social y cómo la cobertura de servicios de salud sigue siendo un problema estructural en el país.

De 2018 a 2020, los registros de personas con carencia en el acceso a servicios de salud pasaron de 16.2% a 28.2%. Es grave, sobre todo porque en esta línea temporal sucedió la desaparición del "Seguro Popular" y la creación del Insabi y la innumerable cantidad de retos que esto representa.

Al respecto, resulta positivo que el Gobierno federal haya encontrado áreas de oportunidad y mejora, por ejemplo, con la incorporación del IMSS como un área fundamental en el sistema de salud mexicano y el avance en la cobertura poblacional. A pesar de eso, sigue siendo un pendiente relevante.

Esta realidad choca con la percepción y construcción discursiva acerca de que los apoyos sociales han revertido un problema histórico como la pobreza.

La crítica al discurso no es en sí misma hacia las acciones de gobierno, porque los programas de apoyo social -por ejemplo, los dirigidos a adultos mayores- son realmente necesarios para garantizar el consumo básico de las personas y la satisfacción de necesidades alimentarias y de supervivencia.

Sin embargo, los datos indican que aún es un esfuerzo institucional insuficiente ante el grave problema, remarcado por la pandemia que enfrentamos en el mundo y, con mayores dificultades, en el país.

La política social en México debe fortalecerse, apuntar en la dirección de la mejora de los servicios que tienen más incidencia en el bienestar de la población y en el efecto equitativo de la acción gubernamental: salud y educación.

La información del Coneval debe servir en dos sentidos: mejorar las políticas públicas a partir de evidencia y por tanto del mejor conocimiento del problema, y también para modernizar el discurso político para entonces hablar más acerca de bienestar y menos de las críticas a los programas sociales actuales.