/ sábado 8 de mayo de 2021

Los Avatares de Nuestro Tiempo | El discurso de las opciones de política pública

Una de las tendencias más dañinas en términos políticos ha sido entender el funcionamiento de las campañas político-electorales como una dinámica de mercado; es decir, visualizar la presencia de partidos políticos y candidatas o candidatos como oferentes (idealmente de soluciones a los problemas públicos) y a los votantes como una suerte de demandantes que detentan poder de decisión a partir del sufragio. Este reduccionismo ha derivado en la generación de campañas electorales precarias en términos de ideas y propuestas serias, pero repletas de marketing político, discursos acartonados, repetición de frases hechas, vaguedad en los diagnósticos presentados como problemas y nula rigurosidad en el planteamiento de propuestas, ideas, programas y políticas públicas con incidencia directa en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas.

Planteado así, parece un escenario desfavorable desde cualquier punto de mira. Sin embargo, desde los espacios de expresión pública se debe presionar para colocar temas de interés general en la agenda de atención política. En el marco del actual proceso electoral, bien convendría alentar a que las candidatas y candidatos presenten estructuras programáticas y de política pública en los temas que la sociedad exige. Esta acción preconcibe la necesidad de revitalizar las estructuras tradicionales de las campañas políticas a partir de la conformación de equipos se asesoramiento sólido en materia de políticas públicas, incluso por encima de aquellos dedicados a la producción multimedia o la difusión en redes sociales que, si bien son tareas relevantes en términos comunicacionales, es aún más importante que el candidato tenga ideas y propuestas claras así como la capacidad de transmitirlas de manera eficiente. Resulta inútil contar con gran producción y capacidad de difusión, si el candidato no cuenta con una estructura clara de discurso basado en ideas de política pública.

El mencionado reduccionismo de la actividad política identifica la acción del voto en la jornada electoral alejada de las visiones racionalistas; por ello las tendencias de marketing tienen lugar. Es decir, el votante más bien como un consumidor. En estricto sentido es la desvalorización de la actividad política. Por ello exigir que las campañas estén basadas en la presentación y discusión de propuestas de política pública es, simultáneamente, una defensa de la política y su revalorización.

Ahora mismo, en medio de una crisis internacional, los problemas a los que nos enfrentamos son diversos, complejos y multifactoriales. En consecuencia, quienes aspiran tienen una doble oportunidad: por un lado, abarcar muchos más temas y realmente buscar el beneficio común y, en segundo lugar, la gran responsabilidad de asumir que deberán contar las capacidades suficientes para avanzar en entornos de incertidumbre y crisis. Por ello es sumamente importante encontrar discursos basados en el enfoque de políticas públicas.

Para el caso de Tlaxcala basta observar la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2019 del INEGI, dicho instrumento estadístico registró que la inseguridad, así como el desempleo son dos de los tres principales problemas que preocupan a la población en Tlaxcala. El 42.5 % de la población señaló que el desempleo es el problema que más preocupación le genera. Es ilustrativo si comparamos el resultado con la media nacional correspondiente a 32 % de la población encuestada. Además, el propio INEGI en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo destaca que en lo referente a la formalidad del empleo se ha contado con avances significativos, pero, tanto a nivel nacional como estatal, aún existe un déficit importante. En el caso de Tlaxcala es de -4%, es decir, al nivel de entidades federativas como Jalisco, Guanajuato o Morelos. Hay causas que explican este entorno, en los Estados mencionados el factor de la inseguridad es una variable que impide mejoras en las capacidades de atracción de la inversión. Afortunadamente Tlaxcala es, según los registros nacionales, un Estado seguro; es posible que la variable que explica el déficit de empleo formal sean los niveles de competitividad del Estado.

En este sentido, las propuestas de política pública para mejorar aún más la tendencia en términos de empleo formal en Tlaxcala, pueden ser: inversión pública en infraestructura para la movilidad en la entidad, un sistema robusto de impulso a la pequeña y mediana empresa, programas de apoyo a diferentes sectores de la economía, diseño de instituciones de promoción del empleo con vinculación en el sector empresarial, oficinas de relaciones internacionales para la búsqueda de inversión. Solamente por mencionar algunos ejemplos.

El caso del empleo es solamente una muestra de lo que un candidato puede llegar a comunicar. Aún más en las campañas de quienes aspiran a dirigir el gobierno estatal, dado que indudablemente cuenta con mayores atribuciones y la relación directa con el gobierno federal, por destacar algunos factores.

El discurso que presente opciones de política pública será fuerte. Generará debate, pero no será endeble. Será un discurso responsable ante la crisis. Será revitalizador de la actividad política. En resumidas cuentas, las candidatas y candidatos que hagan uso de la fuerza argumentativa y persuasiva de las políticas públicas, se diferenciarán del resto, inmediatamente.

Una de las tendencias más dañinas en términos políticos ha sido entender el funcionamiento de las campañas político-electorales como una dinámica de mercado; es decir, visualizar la presencia de partidos políticos y candidatas o candidatos como oferentes (idealmente de soluciones a los problemas públicos) y a los votantes como una suerte de demandantes que detentan poder de decisión a partir del sufragio. Este reduccionismo ha derivado en la generación de campañas electorales precarias en términos de ideas y propuestas serias, pero repletas de marketing político, discursos acartonados, repetición de frases hechas, vaguedad en los diagnósticos presentados como problemas y nula rigurosidad en el planteamiento de propuestas, ideas, programas y políticas públicas con incidencia directa en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas.

Planteado así, parece un escenario desfavorable desde cualquier punto de mira. Sin embargo, desde los espacios de expresión pública se debe presionar para colocar temas de interés general en la agenda de atención política. En el marco del actual proceso electoral, bien convendría alentar a que las candidatas y candidatos presenten estructuras programáticas y de política pública en los temas que la sociedad exige. Esta acción preconcibe la necesidad de revitalizar las estructuras tradicionales de las campañas políticas a partir de la conformación de equipos se asesoramiento sólido en materia de políticas públicas, incluso por encima de aquellos dedicados a la producción multimedia o la difusión en redes sociales que, si bien son tareas relevantes en términos comunicacionales, es aún más importante que el candidato tenga ideas y propuestas claras así como la capacidad de transmitirlas de manera eficiente. Resulta inútil contar con gran producción y capacidad de difusión, si el candidato no cuenta con una estructura clara de discurso basado en ideas de política pública.

El mencionado reduccionismo de la actividad política identifica la acción del voto en la jornada electoral alejada de las visiones racionalistas; por ello las tendencias de marketing tienen lugar. Es decir, el votante más bien como un consumidor. En estricto sentido es la desvalorización de la actividad política. Por ello exigir que las campañas estén basadas en la presentación y discusión de propuestas de política pública es, simultáneamente, una defensa de la política y su revalorización.

Ahora mismo, en medio de una crisis internacional, los problemas a los que nos enfrentamos son diversos, complejos y multifactoriales. En consecuencia, quienes aspiran tienen una doble oportunidad: por un lado, abarcar muchos más temas y realmente buscar el beneficio común y, en segundo lugar, la gran responsabilidad de asumir que deberán contar las capacidades suficientes para avanzar en entornos de incertidumbre y crisis. Por ello es sumamente importante encontrar discursos basados en el enfoque de políticas públicas.

Para el caso de Tlaxcala basta observar la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2019 del INEGI, dicho instrumento estadístico registró que la inseguridad, así como el desempleo son dos de los tres principales problemas que preocupan a la población en Tlaxcala. El 42.5 % de la población señaló que el desempleo es el problema que más preocupación le genera. Es ilustrativo si comparamos el resultado con la media nacional correspondiente a 32 % de la población encuestada. Además, el propio INEGI en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo destaca que en lo referente a la formalidad del empleo se ha contado con avances significativos, pero, tanto a nivel nacional como estatal, aún existe un déficit importante. En el caso de Tlaxcala es de -4%, es decir, al nivel de entidades federativas como Jalisco, Guanajuato o Morelos. Hay causas que explican este entorno, en los Estados mencionados el factor de la inseguridad es una variable que impide mejoras en las capacidades de atracción de la inversión. Afortunadamente Tlaxcala es, según los registros nacionales, un Estado seguro; es posible que la variable que explica el déficit de empleo formal sean los niveles de competitividad del Estado.

En este sentido, las propuestas de política pública para mejorar aún más la tendencia en términos de empleo formal en Tlaxcala, pueden ser: inversión pública en infraestructura para la movilidad en la entidad, un sistema robusto de impulso a la pequeña y mediana empresa, programas de apoyo a diferentes sectores de la economía, diseño de instituciones de promoción del empleo con vinculación en el sector empresarial, oficinas de relaciones internacionales para la búsqueda de inversión. Solamente por mencionar algunos ejemplos.

El caso del empleo es solamente una muestra de lo que un candidato puede llegar a comunicar. Aún más en las campañas de quienes aspiran a dirigir el gobierno estatal, dado que indudablemente cuenta con mayores atribuciones y la relación directa con el gobierno federal, por destacar algunos factores.

El discurso que presente opciones de política pública será fuerte. Generará debate, pero no será endeble. Será un discurso responsable ante la crisis. Será revitalizador de la actividad política. En resumidas cuentas, las candidatas y candidatos que hagan uso de la fuerza argumentativa y persuasiva de las políticas públicas, se diferenciarán del resto, inmediatamente.