El acercamiento de Estados Unidos y la República Popular China es un cambio sustantivo en la política internacional. La reunión de los presidentes Joe Biden y Xi Jinping en el marco del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) ha cambiado la narrativa de la guerra comercial a una centrada en la competencia económica y geopolítica. El cambio no es casual, más bien responde a la necesidad por parte de China de reaccionar frente al dinamismo económico con que se ha movido el mundo.
El país asiático enfrenta -ahora mismo- una caída relevante de la inversión extranjera recibida. Además, el fenómeno del nearshoring o el reacomodo de las cadenas productivas globales en regiones como América Latina, lo coloca en una posición endeble en el largo plazo. Este es -quizás- el razonamiento central para hacer política, lejos del conflicto. La reunión ha sido una muestra de cambio en la estrategia y narrativa por mutuo acuerdo.
A pesar de que la conversación entre China y EUA parece ser un buen signo para la economía global y por tanto resulta positivo para el frágil equilibrio internacional, es motivo de atención minuciosa en países como México. La estrategia de China para recuperar posición en la economía global (aunque no significa que esté en crisis) considera dos vías fundamentales. La primera vía está vinculada con la generación de zonas de influencia en diferentes regiones del mundo; en el caso de América Latina su vinculación política con países como Argentina, Brasil y Uruguay está asentada por el financiamiento a proyectos de infraestructura, apertura para el intercambio comercial y respaldo diplomático. La segunda vía es el cambio en su política exterior y tener mayor comunicación con sus partes antagónicas, como es el caso de EUA.
COMPETENCIA NO DEBE CONVERTIRSE EN CONFLICTO
El viraje que el presidente Xi Jinping comunicó llama poderosamente la atención. En algún punto de su intervención indicó que “la competencia no debe convertirse en conflicto” y que “la Tierra es suficientemente grande para que EUA y China tengan éxito”.
La posición revela que -de fondo- se plantea un nuevo orden internacional en el que la hegemonía se comparta. Aunque la historia demuestra que el liderazgo global compartido es una quimera, el cambio discursivo y la disminución de las hostilidades responde a un plan estratégico para hacer frente a la coyuntura económica. El caso es relevante para México, dada su posición económica en el mundo, su configuración como un destino relevante en el fenómeno del nearshoring, su competitividad en el mercado de la industria de las manufacturas y el nivel de intercambio comercial con EUA.
No es un asunto menor que las dos potencias económicas discutan sobre previsibles acuerdos. Tampoco es menor que -entre las temáticas abordadas en el encuentro- estuviese presente el problema del tráfico de sustancia químicas. Ambos asuntos deben figurar como prioridades de atención en la política exterior mexicana. Optar por la posición cómoda de la inercia es dejar al azar o -peor aún- asumir que la trayectoria económica del mundo es inmodificable y México tiene asegurado un rol protagónico en la reasignación de zonas importantes en las cades económicas globales.
Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz
Twitter: @EnriqueBermC