/ sábado 16 de noviembre de 2019

Los Avatares de Nuestro Tiempo | La estabilidad y las crisis

La distancia semántica entra las palabras “estabilidad” y “crisis” es enorme, sin embargo, guardan relación de dependencia, en tanto una es la ausencia de otra. Además, en el ámbito de la política la “estabilidad” puede construirse como una argucia argumentativa o parafernalia que cubre agudas crisis o avistamientos de ésta, esto ha quedado de manifiesto con la intempestiva serie de cambios políticos en Latinoamérica, como es la renuncia del -ahora expresidente- Evo Morales en Bolivia, un caso aleatoriamente extraño, dado que, hasta antes del proceso electoral, no se visualizaba un conflicto que desencadenara cambios tan profundos.

Esto demuestra que la aparente estabilidad, en repetidos momentos históricos, no siempre manifiesta la misma distancia semántica que fáctica, es decir que, una serie de hechos con resultados negativos fácilmente puede generar un estado de crisis real ante la indefensión, ineficacia e inoperatividad de quienes toman decisiones.

Por ello, el estado actual de los regímenes latinoamericanos demuestra el paso corto de estabilidad y crisis; por ejemplo: la situación actual en Chile, Estado que había sido ejemplo paradigmático internacional de implementación de políticas públicas para alentar el crecimiento económico y, ahora mismo, cuenta con movimientos sociales que han evidenciado la desigualdad creciente y recibido la represión de las fuerzas del Estado, inaugurando una crisis de gobernabilidad no prevista, incluso orillando al gobierno chileno a replantear su protagonismo en la región y rechazar ser sede de la COP25 sobre Cambio Climático. Otro buen ejemplo, aunque con la diferencia de que los acontecimientos de crisis se manifestaron más temprano y claramente, es el caso de Ecuador o el de Brasil (sostenido desde hace algunos años).

  • Ante este escenario de mayor probabilidad de crisis de gobernabilidad, los gobiernos deben optar por mejorar sus capacidades institucionales, el sistema político por mayor apertura para que actores (outsiders) tengas la capacidad de ingresas sus demandas a la esfera de la discusión pública.

De hecho, las crisis se han consolidado como objeto de estudio desde diferentes disciplinas: economía, ante las enormes crisis con efectos globales de los años 1929 y 2008 causadas por las desregulaciones del Estado ante el comportamiento del capital; o desde la ciencia política y la administración pública, enfocado en el análisis de actores y correlaciones de hechos con los intempestivos momentos críticos de la toma de decisiones. Ante la complejidad de los problemas a los que se enfrentan los gobiernos, sumado al surgimiento de actores que riñen y constriñen con el Estado, es importantísimo -sin caer en hipérboles- que los gobernantes y tomadores de decisiones cuenten con las capacidades técnicas y políticas para detectar riesgos y momentos de crisis, ante los que la prontitud y sagacidad se convierten en elementos imprescindibles.

Las herramientas para sortear una crisis son múltiples, desde la administración, la comunicación y las relaciones públicas. Empero, es necesario señalar que hay momentos en los que, tras realizar un análisis, la respuesta debe optar por la implementación de mejores entornos de negociación con los grupos y actores disidentes (siempre en el marco de la ley), esa pudo haber sido una salida viable al conflicto en Bolivia, por mencionar un caso.

Ante este escenario de mayor probabilidad de crisis de gobernabilidad, los gobiernos deben optar por mejorar sus capacidades institucionales, el sistema político por mayor apertura para que actores (outsiders) tengas la capacidad de ingresas sus demandas a la esfera de la discusión pública. No obstante, la cerrazón de gobiernos autoritarios o con formas -poco o nulo- democráticas, predispone a la exposición negativa ante la sociedad y a la propensión de momentos de crisis. El caso referencial de Bolivia bien puede servir como ejemplo de la mala disposición a resolver los momentos de crisis, además de la exposición de las malas prácticas y decisiones que llevaron a la renuncia de Morales y el control, por parte del Ejército, del gobierno interino.

Ante la obviedad y el escepticismo, América Latina atraviesa una etapa ya conocida, quizás en la década de los años 70, en la que los regímenes autoritarios hallaron un largo asidero. Por esta razón, es indispensable reiterar el compromiso internacional con la democracia, y salvaguardar la estabilidad -aunque exista una línea muy delgada entre ésta y la crisis- para lograr el desarrollo económico y social

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC

La distancia semántica entra las palabras “estabilidad” y “crisis” es enorme, sin embargo, guardan relación de dependencia, en tanto una es la ausencia de otra. Además, en el ámbito de la política la “estabilidad” puede construirse como una argucia argumentativa o parafernalia que cubre agudas crisis o avistamientos de ésta, esto ha quedado de manifiesto con la intempestiva serie de cambios políticos en Latinoamérica, como es la renuncia del -ahora expresidente- Evo Morales en Bolivia, un caso aleatoriamente extraño, dado que, hasta antes del proceso electoral, no se visualizaba un conflicto que desencadenara cambios tan profundos.

Esto demuestra que la aparente estabilidad, en repetidos momentos históricos, no siempre manifiesta la misma distancia semántica que fáctica, es decir que, una serie de hechos con resultados negativos fácilmente puede generar un estado de crisis real ante la indefensión, ineficacia e inoperatividad de quienes toman decisiones.

Por ello, el estado actual de los regímenes latinoamericanos demuestra el paso corto de estabilidad y crisis; por ejemplo: la situación actual en Chile, Estado que había sido ejemplo paradigmático internacional de implementación de políticas públicas para alentar el crecimiento económico y, ahora mismo, cuenta con movimientos sociales que han evidenciado la desigualdad creciente y recibido la represión de las fuerzas del Estado, inaugurando una crisis de gobernabilidad no prevista, incluso orillando al gobierno chileno a replantear su protagonismo en la región y rechazar ser sede de la COP25 sobre Cambio Climático. Otro buen ejemplo, aunque con la diferencia de que los acontecimientos de crisis se manifestaron más temprano y claramente, es el caso de Ecuador o el de Brasil (sostenido desde hace algunos años).

  • Ante este escenario de mayor probabilidad de crisis de gobernabilidad, los gobiernos deben optar por mejorar sus capacidades institucionales, el sistema político por mayor apertura para que actores (outsiders) tengas la capacidad de ingresas sus demandas a la esfera de la discusión pública.

De hecho, las crisis se han consolidado como objeto de estudio desde diferentes disciplinas: economía, ante las enormes crisis con efectos globales de los años 1929 y 2008 causadas por las desregulaciones del Estado ante el comportamiento del capital; o desde la ciencia política y la administración pública, enfocado en el análisis de actores y correlaciones de hechos con los intempestivos momentos críticos de la toma de decisiones. Ante la complejidad de los problemas a los que se enfrentan los gobiernos, sumado al surgimiento de actores que riñen y constriñen con el Estado, es importantísimo -sin caer en hipérboles- que los gobernantes y tomadores de decisiones cuenten con las capacidades técnicas y políticas para detectar riesgos y momentos de crisis, ante los que la prontitud y sagacidad se convierten en elementos imprescindibles.

Las herramientas para sortear una crisis son múltiples, desde la administración, la comunicación y las relaciones públicas. Empero, es necesario señalar que hay momentos en los que, tras realizar un análisis, la respuesta debe optar por la implementación de mejores entornos de negociación con los grupos y actores disidentes (siempre en el marco de la ley), esa pudo haber sido una salida viable al conflicto en Bolivia, por mencionar un caso.

Ante este escenario de mayor probabilidad de crisis de gobernabilidad, los gobiernos deben optar por mejorar sus capacidades institucionales, el sistema político por mayor apertura para que actores (outsiders) tengas la capacidad de ingresas sus demandas a la esfera de la discusión pública. No obstante, la cerrazón de gobiernos autoritarios o con formas -poco o nulo- democráticas, predispone a la exposición negativa ante la sociedad y a la propensión de momentos de crisis. El caso referencial de Bolivia bien puede servir como ejemplo de la mala disposición a resolver los momentos de crisis, además de la exposición de las malas prácticas y decisiones que llevaron a la renuncia de Morales y el control, por parte del Ejército, del gobierno interino.

Ante la obviedad y el escepticismo, América Latina atraviesa una etapa ya conocida, quizás en la década de los años 70, en la que los regímenes autoritarios hallaron un largo asidero. Por esta razón, es indispensable reiterar el compromiso internacional con la democracia, y salvaguardar la estabilidad -aunque exista una línea muy delgada entre ésta y la crisis- para lograr el desarrollo económico y social

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC