/ sábado 21 de septiembre de 2019

Los Avatares de Nuestro Tiempo | La nueva reforma educativa

Este momento histórico está descrito, indudablemente por el cambio, reacomodo y desvalorización de las fuerzas políticas, grupos de interés y elites en México. Dicho estadio representa, en resumidas cuentas, el sostenimiento de estabilidad y crisis de manera alternada; también supone el cambio profundo de las concepciones que dan forma al Estado mexicano y condicionan el actuar de las instituciones públicas, suficientemente sólidas para no desmoronarse ante los embates discursivos, pero -afortunadamente para unos y desafortunadamente para otros- maleable ante los intereses y prioridades de un nuevo proyecto de gobierno.


En este contexto, hace tiempo leí un incitante texto llamado “El crujir de los regímenes” de la autoría del politólogo Hugo Garciamarín; en esencia indica que nos encontramos en un momento en el que “fuerzas chocan entre sí avisando que algunas cosas se están reacomodando para no quebrarse del todo y que otras están cediendo por completo para abrir paso hacia algo nuevo”; en buena medida esto tiene lugar por el protagonismo del Presidente Andrés Manuel López Obrador pero, también por la presión de grupos de poder con los suficientes acuerdos y compromisos, como para lograr sus propósitos, tal es el caso de las organizaciones sindicales de maestros, aún más la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.

Después de un año, los cambios han estado sujetos prácticamente al “estilo personal de gobernar”, la toma de decisiones se ha visto permeada por el discurso que el Presidente ha ondeado desde sus primeros pasos en la política. Sin embargo, esta misma semana se ha inaugurado una nueva etapa de cambios estructurales, con la discusión legislativa de la nueva reforma educativa. Sucintamente, ésta busca: crear el Centro Nacional de para la Revalorización del Magisterio y la Mejora Continua de la Educación en sustitución del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE); la integración del magisterio en las evaluaciones de los docentes; la determinación de la gratuidad de la educación en todos los niveles; inclusión de los principios de integralidad, equidad y excelencia en la educación; la creación de materias obligatorias sobre los tópicos de educación cívica, cultura, arte, medio ambiente; creación de contenidos diferenciados por región. En resumen, se pretende que la nueva reforma, no deje visos de la reforma establecida en el sexenio anterior al actual.

Para algunos analistas, aquellos escépticos de la cuarta transformación, esta reforma educativa es un golpe directo a la educación en México y, por tanto, al desarrollo económico y social. Sin embargo, en la postura contraria se agrupan ideas en torno a superar la definición de la evaluación docente como algo punitivo y resarcir el daño causado a las organizaciones del magisterio.

Ambos puntos de vista se han enfrentado y, como se señaló anteriormente, crujen ante el cambio, la modificación, la renovación y la eliminación de políticas, programas, organizaciones gubernamentales y, desde el otro lado de la balanza, el re-empoderamiento de los sindicatos de maestros.

  • Para algunos analistas esta reforma educativa es un golpe directo a la educación en México y, por tanto, al desarrollo económico y social.

Este cambio en el sector educativo, generador de posturas maniqueas, es muestra del cumplimiento de los compromisos políticos adquiridos. Mientras la oposición se detiene a analizar los dichos del Presidente, abandona la generación de posturas informadas y con solidez argumentativa, ante la toma de decisiones en temas trascendentales para el futuro de México, como lo es la educación. Es cierto que el statu quo no había generado los resultados esperados, tan sólo en el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, México aparece en el lugar 108 de un total de 137 países en la evaluación del sistema educativo, en general, los Informes de la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) así como las pruebas PISA, han colocado a la educación en nuestro país con valores deficitarios, lo que supone una de las causales de la falta de desarrollo, crecimiento económico y bienestar.

Sin embargo, una reforma de estas dimensiones debe considerar fundarse en el apego a la búsqueda de un mejor sistema educativo, con mejorar maestros y con la consideración de que toda decisión tendrá un impacto (mayo o menor) en generaciones futuras.

Mientras tanto el crujir ante el cambio seguirá escuchándose, ante la señal de transformación y bajo la idea bien fundada de bienestar, es posible todo. La nueva reforma educativa es muestra fehaciente de que toda posibilidad política cuenta con probabilidad.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC


Este momento histórico está descrito, indudablemente por el cambio, reacomodo y desvalorización de las fuerzas políticas, grupos de interés y elites en México. Dicho estadio representa, en resumidas cuentas, el sostenimiento de estabilidad y crisis de manera alternada; también supone el cambio profundo de las concepciones que dan forma al Estado mexicano y condicionan el actuar de las instituciones públicas, suficientemente sólidas para no desmoronarse ante los embates discursivos, pero -afortunadamente para unos y desafortunadamente para otros- maleable ante los intereses y prioridades de un nuevo proyecto de gobierno.


En este contexto, hace tiempo leí un incitante texto llamado “El crujir de los regímenes” de la autoría del politólogo Hugo Garciamarín; en esencia indica que nos encontramos en un momento en el que “fuerzas chocan entre sí avisando que algunas cosas se están reacomodando para no quebrarse del todo y que otras están cediendo por completo para abrir paso hacia algo nuevo”; en buena medida esto tiene lugar por el protagonismo del Presidente Andrés Manuel López Obrador pero, también por la presión de grupos de poder con los suficientes acuerdos y compromisos, como para lograr sus propósitos, tal es el caso de las organizaciones sindicales de maestros, aún más la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.

Después de un año, los cambios han estado sujetos prácticamente al “estilo personal de gobernar”, la toma de decisiones se ha visto permeada por el discurso que el Presidente ha ondeado desde sus primeros pasos en la política. Sin embargo, esta misma semana se ha inaugurado una nueva etapa de cambios estructurales, con la discusión legislativa de la nueva reforma educativa. Sucintamente, ésta busca: crear el Centro Nacional de para la Revalorización del Magisterio y la Mejora Continua de la Educación en sustitución del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE); la integración del magisterio en las evaluaciones de los docentes; la determinación de la gratuidad de la educación en todos los niveles; inclusión de los principios de integralidad, equidad y excelencia en la educación; la creación de materias obligatorias sobre los tópicos de educación cívica, cultura, arte, medio ambiente; creación de contenidos diferenciados por región. En resumen, se pretende que la nueva reforma, no deje visos de la reforma establecida en el sexenio anterior al actual.

Para algunos analistas, aquellos escépticos de la cuarta transformación, esta reforma educativa es un golpe directo a la educación en México y, por tanto, al desarrollo económico y social. Sin embargo, en la postura contraria se agrupan ideas en torno a superar la definición de la evaluación docente como algo punitivo y resarcir el daño causado a las organizaciones del magisterio.

Ambos puntos de vista se han enfrentado y, como se señaló anteriormente, crujen ante el cambio, la modificación, la renovación y la eliminación de políticas, programas, organizaciones gubernamentales y, desde el otro lado de la balanza, el re-empoderamiento de los sindicatos de maestros.

  • Para algunos analistas esta reforma educativa es un golpe directo a la educación en México y, por tanto, al desarrollo económico y social.

Este cambio en el sector educativo, generador de posturas maniqueas, es muestra del cumplimiento de los compromisos políticos adquiridos. Mientras la oposición se detiene a analizar los dichos del Presidente, abandona la generación de posturas informadas y con solidez argumentativa, ante la toma de decisiones en temas trascendentales para el futuro de México, como lo es la educación. Es cierto que el statu quo no había generado los resultados esperados, tan sólo en el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, México aparece en el lugar 108 de un total de 137 países en la evaluación del sistema educativo, en general, los Informes de la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) así como las pruebas PISA, han colocado a la educación en nuestro país con valores deficitarios, lo que supone una de las causales de la falta de desarrollo, crecimiento económico y bienestar.

Sin embargo, una reforma de estas dimensiones debe considerar fundarse en el apego a la búsqueda de un mejor sistema educativo, con mejorar maestros y con la consideración de que toda decisión tendrá un impacto (mayo o menor) en generaciones futuras.

Mientras tanto el crujir ante el cambio seguirá escuchándose, ante la señal de transformación y bajo la idea bien fundada de bienestar, es posible todo. La nueva reforma educativa es muestra fehaciente de que toda posibilidad política cuenta con probabilidad.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC