/ sábado 8 de agosto de 2020

Los Avatares de Nuestro Tiempo | La reactivación económica

Aún no concluye este dramático y teatralizado pasaje de la historia universal, caracterizado por la llegada y ahora presencia permanente de la amenaza sanitaria. No es que sea -ensimismo- un evento inusitado; las pandemias fueron incluso uno de los detonantes de la caída de grandes civilizaciones en el pasado, empero, es real señalar que absolutamente nadie estaba preparado para enfrentar una situación con estas dimensiones. Terrorífico, sí. No obstante, la crisis actual desde la parte médica y también la económica, han demostrado la caída total del paradigma de la limitación estatal y su intervención en la vida pública. Volvemos a la discusión sobre la factibilidad de construir Estados y, en consecuencia, gobiernos y administraciones públicas con capacidades suficientes para enfrentar escenarios críticos como ahora mismo.

En este sentido, la pandemia también demostró que la construcción de liderazgos políticos está en ciernes, en México y en el mundo. Es importante tratar este tópico, la crisis -si bien es originada por una cuestión médica, eminentemente técnica- su resolución y enfrentamiento pasa a ser una cuestión estrictamente política, en la que todos opinan y se dirimen las mejores hojas de ruta y soluciones para evitar el impacto en la vida de las personas, su patrimonio, su seguridad y demás cuestiones relacionadas en general con el bienestar. Justo ahí se debe centrar la discusión, en la realidad que importa a la sociedad, no tanto -como lo ha hecho la oposición- en criticar a los gobernantes por cuestiones de imagen y seguimiento de las nuevas reglas de convivencia de la neonormalidad o neorealidad.

Si la oposición política al Gobierno federal está entrampada en temas de ínfima relevancia, la salida está en la sociedad organizada, para convocar a un gran debate nacional acerca de cuáles deben ser las políticas públicas, programas, acciones y demás compromisos para enfrentar, en muy poco tiempo, los estragos del confinamiento en la economía. Otra salida también puede ser el acercamiento al nivel estatal de gobierno, que dicho sea, han avanzado en la determinación de agendas que consideren por ejemplo: Fondos de Financiamiento a la Pequeñas Empresa, Programas de crédito a pequeños productores, Incentivos directos al emprendimiento, exenciones de pago de algunos impuestos estatales por ejemplo los relacionados con los servicios turísticos; ahí se reconoce el trabajo en entidades federativas como: Tlaxcala, Chihuahua o Morelos, todos gobernados por diferentes grupos políticos. Sin embargo, estas medidas de política pública requieren de las consideraciones presupuestales pertinentes, en este sentido la confección del Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 será determinante para saber qué tan profunda será la crisis económica en México. Sí, parece ser que la inversión pública es la salida a los posibles problemas a los que nos enfrentaremos como sociedad.

La omisión de estos elementos en la planeación gubernamental nacional y estatal, generará un efecto de impacto con efecto multiplicador negativo. La CEPAL, justo en este sentido ha identificado la crisis "pospandemia" como un detonador del incremento de la pobreza extrema. México debe estar preparado para enfrentar estos riesgos. Y reitero, la discusión de estos temas debe abrirse, actualmente los gobierno en México no cuentan con la suficiencia presupuestal y técnica para enfrentar los retos diversos, por ejemplo, la previsible demanda de espacios en las escuelas de educación pública, dada la caída del poder adquisitivo de las familias que antes preferían la educación de escuelas privadas. Es un reto enorme.

Quizás antes de la presencia del virus, existían muchos escépticos respecto del proyecto de bienes públicos entendidos como la reivindicación de estos como garantías de derechos fundamentales. Hoy, prácticamente es un consenso señalar la necesidad de reivindicar el valor de lo público, es decir: más hospitales, más escuelas, más programas de apoyos económicos, mayor cobertura en los servicios salud, etcétera; todo desde la siempre escasa del presupuesto público y bajo la tónica de que los gobiernos y las administraciones públicas deben prever las crisis y, sobre todo, enfrentarlas.

En lo subsecuente, es un hecho, deberemos fortalecer las mejores prácticas para hacer más con menos, el entorno para la recuperación económica así lo requerirá.

Aún no concluye este dramático y teatralizado pasaje de la historia universal, caracterizado por la llegada y ahora presencia permanente de la amenaza sanitaria. No es que sea -ensimismo- un evento inusitado; las pandemias fueron incluso uno de los detonantes de la caída de grandes civilizaciones en el pasado, empero, es real señalar que absolutamente nadie estaba preparado para enfrentar una situación con estas dimensiones. Terrorífico, sí. No obstante, la crisis actual desde la parte médica y también la económica, han demostrado la caída total del paradigma de la limitación estatal y su intervención en la vida pública. Volvemos a la discusión sobre la factibilidad de construir Estados y, en consecuencia, gobiernos y administraciones públicas con capacidades suficientes para enfrentar escenarios críticos como ahora mismo.

En este sentido, la pandemia también demostró que la construcción de liderazgos políticos está en ciernes, en México y en el mundo. Es importante tratar este tópico, la crisis -si bien es originada por una cuestión médica, eminentemente técnica- su resolución y enfrentamiento pasa a ser una cuestión estrictamente política, en la que todos opinan y se dirimen las mejores hojas de ruta y soluciones para evitar el impacto en la vida de las personas, su patrimonio, su seguridad y demás cuestiones relacionadas en general con el bienestar. Justo ahí se debe centrar la discusión, en la realidad que importa a la sociedad, no tanto -como lo ha hecho la oposición- en criticar a los gobernantes por cuestiones de imagen y seguimiento de las nuevas reglas de convivencia de la neonormalidad o neorealidad.

Si la oposición política al Gobierno federal está entrampada en temas de ínfima relevancia, la salida está en la sociedad organizada, para convocar a un gran debate nacional acerca de cuáles deben ser las políticas públicas, programas, acciones y demás compromisos para enfrentar, en muy poco tiempo, los estragos del confinamiento en la economía. Otra salida también puede ser el acercamiento al nivel estatal de gobierno, que dicho sea, han avanzado en la determinación de agendas que consideren por ejemplo: Fondos de Financiamiento a la Pequeñas Empresa, Programas de crédito a pequeños productores, Incentivos directos al emprendimiento, exenciones de pago de algunos impuestos estatales por ejemplo los relacionados con los servicios turísticos; ahí se reconoce el trabajo en entidades federativas como: Tlaxcala, Chihuahua o Morelos, todos gobernados por diferentes grupos políticos. Sin embargo, estas medidas de política pública requieren de las consideraciones presupuestales pertinentes, en este sentido la confección del Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 será determinante para saber qué tan profunda será la crisis económica en México. Sí, parece ser que la inversión pública es la salida a los posibles problemas a los que nos enfrentaremos como sociedad.

La omisión de estos elementos en la planeación gubernamental nacional y estatal, generará un efecto de impacto con efecto multiplicador negativo. La CEPAL, justo en este sentido ha identificado la crisis "pospandemia" como un detonador del incremento de la pobreza extrema. México debe estar preparado para enfrentar estos riesgos. Y reitero, la discusión de estos temas debe abrirse, actualmente los gobierno en México no cuentan con la suficiencia presupuestal y técnica para enfrentar los retos diversos, por ejemplo, la previsible demanda de espacios en las escuelas de educación pública, dada la caída del poder adquisitivo de las familias que antes preferían la educación de escuelas privadas. Es un reto enorme.

Quizás antes de la presencia del virus, existían muchos escépticos respecto del proyecto de bienes públicos entendidos como la reivindicación de estos como garantías de derechos fundamentales. Hoy, prácticamente es un consenso señalar la necesidad de reivindicar el valor de lo público, es decir: más hospitales, más escuelas, más programas de apoyos económicos, mayor cobertura en los servicios salud, etcétera; todo desde la siempre escasa del presupuesto público y bajo la tónica de que los gobiernos y las administraciones públicas deben prever las crisis y, sobre todo, enfrentarlas.

En lo subsecuente, es un hecho, deberemos fortalecer las mejores prácticas para hacer más con menos, el entorno para la recuperación económica así lo requerirá.