/ sábado 11 de junio de 2022

Los avatares de nuestro tiempo: México y la Cumbre de las Américas: error estratégico

Las reuniones de Jefes de Estado, sean convocadas por organismos multilaterales o no, significan mucho, simbólicamente también son muestra del acomodo de fuerzas en el mundo y representan oportunidades para tomar decisiones a nivel macro. Es cierto que –muchas– pasan a ser registros estenográficos de largos discursos e intervenciones repletas de eufemismos para señalar problemas sin tocar susceptibilidades o asignar culpas o responsabilidades. Se tornan en francas competencias sutiles para posicionar tópicos y colocar en la agenda intereses propios de atención regional o internacional. Realmente dichas cumbres y foros son instrumentos de política exterior y diplomacia que –bien utilizados– coadyuban en la gestión de los problemas públicas hacia el exterior.


En ese sentido, llama la atención que actores con potencial influencia en dichos encuentros, decidan declinar su participación. Sobre esto, la decisión del Presidente Andrés Manuel López Obrador de ausentarse de la Cumbre de las Américas, arguyendo que era inaceptable la exclusión de países como Cuba, Venezuela y Nicaragua, parece ser –más que un posicionamiento político por la integridad y unidad del continente– un error estratégico, por varias razones.


La primera razón está asociada a un elemento contextual. La decisión de solamente enviar una comitiva encabezada por el Canciller está inserta en una coyuntura de tensión en la relación bilateral México-Estados Unidos, la cual fue remarcada por el proyecto de reforma en materia eléctrica. Es decir, me parece que la decisión integra un mensaje implícito –premeditado o no– de interés marginal por escuchar al país norteamericano. Esto es un error en la estrategia por mejorar los espacios de interlocución y conversación pública sobre asuntos relacionados.


La segunda razón es política. Si bien es cierto que ha sido un acierto, por parte del presidente de la República, el intentar expandir y fortalecer las relaciones entre países de Latinoamérica y eso ha significado el retorno del liderazgo regional hacia México y la apuesta a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), es real indicar que los espacios de política exterior deben ampliarse (incluyendo aquellos en los que EUA tiene mayor preponderancia) como el caso de la reunión en la Cumbre o de instituciones como la propia OEA. En este sentido, la inasistencia ha sido un error político porque coarta la posibilidad de fijar posiciones de ese tipo. Ante la posibilidad de emitir un mensaje sólido en representación de varios de los países miembros de la CELAC se prefirió el silencio o el mensaje político inadecuado. Tal fue la omisión estratégica que el Presidente de Argentina se ofreció para fijar una posición conjunta del bloque señalado. Ahí el gobierno mexicano y sus intereses de política exterior perdieron una oportunidad relevante para fijar su posición y construir.


Por último, la tercera razón está vinculada hacia asuntos programáticos y de resolución de problemas públicos. Quizás uno de los proyectos más sobresalientes presentados en la Cumbre, ha sido la iniciativa de Energía Renovable para América Latina y el Caribe que fija como objetivo para el año 2030 que los países generen hasta un 70 % del sector eléctrico por medio de energías renovables y limpias. Ahí, México como uno de los países con necesidades energéticas importantes y además en medio de una cruzada de proyectos nacionales en el sector, debió fijar posición. No significa que no lo haya hecho (a través de la destacada figura del Secretario de Relaciones Exteriores y la comitiva), pero el mensaje sería más contundente si el Presidente hubiese estado presente, en buena medida por el poder de decisión para asumir compromisos y signar objetivos, dado que la iniciativa presenta mecanismos de cooperación a través de banca de desarrollo y demás organismos.


En conjunto estas razones explican la naturaleza del error estratégico. Además, han reforzado las andanadas críticas en los círculos políticos estadounidenses (tanto demócratas como republicanos) en contra del funcionamiento del gobierno mexicano y su capacidad para resolver problemas. Eso, en voz de propio presidente de la República “Eso sí calienta”; quizás porque colocan en una misma bolsa a gobiernos con resultados paupérrimos y a otros que –aunque con retos– tratan de avanzar, como el mexicano.

En suma, el error (ya con primeras consecuencias) demuestra que la política exterior requiere, aunque bien solventada por Relaciones Exteriores que incluso ha fungido supletoriamente para resolver problemas como la propia Estrategia de Vacunación, de mayor compromiso político por parte del Presidente. Los mensajes implícitos cuentan y los interlocutores –casi todos pares, presidentes– no esperan.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC


Las reuniones de Jefes de Estado, sean convocadas por organismos multilaterales o no, significan mucho, simbólicamente también son muestra del acomodo de fuerzas en el mundo y representan oportunidades para tomar decisiones a nivel macro. Es cierto que –muchas– pasan a ser registros estenográficos de largos discursos e intervenciones repletas de eufemismos para señalar problemas sin tocar susceptibilidades o asignar culpas o responsabilidades. Se tornan en francas competencias sutiles para posicionar tópicos y colocar en la agenda intereses propios de atención regional o internacional. Realmente dichas cumbres y foros son instrumentos de política exterior y diplomacia que –bien utilizados– coadyuban en la gestión de los problemas públicas hacia el exterior.


En ese sentido, llama la atención que actores con potencial influencia en dichos encuentros, decidan declinar su participación. Sobre esto, la decisión del Presidente Andrés Manuel López Obrador de ausentarse de la Cumbre de las Américas, arguyendo que era inaceptable la exclusión de países como Cuba, Venezuela y Nicaragua, parece ser –más que un posicionamiento político por la integridad y unidad del continente– un error estratégico, por varias razones.


La primera razón está asociada a un elemento contextual. La decisión de solamente enviar una comitiva encabezada por el Canciller está inserta en una coyuntura de tensión en la relación bilateral México-Estados Unidos, la cual fue remarcada por el proyecto de reforma en materia eléctrica. Es decir, me parece que la decisión integra un mensaje implícito –premeditado o no– de interés marginal por escuchar al país norteamericano. Esto es un error en la estrategia por mejorar los espacios de interlocución y conversación pública sobre asuntos relacionados.


La segunda razón es política. Si bien es cierto que ha sido un acierto, por parte del presidente de la República, el intentar expandir y fortalecer las relaciones entre países de Latinoamérica y eso ha significado el retorno del liderazgo regional hacia México y la apuesta a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), es real indicar que los espacios de política exterior deben ampliarse (incluyendo aquellos en los que EUA tiene mayor preponderancia) como el caso de la reunión en la Cumbre o de instituciones como la propia OEA. En este sentido, la inasistencia ha sido un error político porque coarta la posibilidad de fijar posiciones de ese tipo. Ante la posibilidad de emitir un mensaje sólido en representación de varios de los países miembros de la CELAC se prefirió el silencio o el mensaje político inadecuado. Tal fue la omisión estratégica que el Presidente de Argentina se ofreció para fijar una posición conjunta del bloque señalado. Ahí el gobierno mexicano y sus intereses de política exterior perdieron una oportunidad relevante para fijar su posición y construir.


Por último, la tercera razón está vinculada hacia asuntos programáticos y de resolución de problemas públicos. Quizás uno de los proyectos más sobresalientes presentados en la Cumbre, ha sido la iniciativa de Energía Renovable para América Latina y el Caribe que fija como objetivo para el año 2030 que los países generen hasta un 70 % del sector eléctrico por medio de energías renovables y limpias. Ahí, México como uno de los países con necesidades energéticas importantes y además en medio de una cruzada de proyectos nacionales en el sector, debió fijar posición. No significa que no lo haya hecho (a través de la destacada figura del Secretario de Relaciones Exteriores y la comitiva), pero el mensaje sería más contundente si el Presidente hubiese estado presente, en buena medida por el poder de decisión para asumir compromisos y signar objetivos, dado que la iniciativa presenta mecanismos de cooperación a través de banca de desarrollo y demás organismos.


En conjunto estas razones explican la naturaleza del error estratégico. Además, han reforzado las andanadas críticas en los círculos políticos estadounidenses (tanto demócratas como republicanos) en contra del funcionamiento del gobierno mexicano y su capacidad para resolver problemas. Eso, en voz de propio presidente de la República “Eso sí calienta”; quizás porque colocan en una misma bolsa a gobiernos con resultados paupérrimos y a otros que –aunque con retos– tratan de avanzar, como el mexicano.

En suma, el error (ya con primeras consecuencias) demuestra que la política exterior requiere, aunque bien solventada por Relaciones Exteriores que incluso ha fungido supletoriamente para resolver problemas como la propia Estrategia de Vacunación, de mayor compromiso político por parte del Presidente. Los mensajes implícitos cuentan y los interlocutores –casi todos pares, presidentes– no esperan.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC