/ sábado 14 de marzo de 2020

Los Avatares de Nuestro Tiempo | Momento crítico en el mundo

  • Actualmente, la esperanza de vida de las personas –muchas partes del mundo- es mucho mayor a la de hace algunos años; varias razones explican que la tasa de mortalidad por razones de salud presente una disminución –si bien no extendida o universal, dada la existencia de grupos poblacionales sujetos a la pobreza y marginación, sí considerable ante los niveles sostenidos en el pasado-, algunas de éstas son: el acceso a mejores servicios de salud, la innovación en investigación científica aplicada a la medicina y la creciente cultura de la prevención. Sin embargo, existen contingencias no previstas como lo son las epidemias y pandemias, tal es el caso del Coronavirus (COVID-19).

En realidad, la existencia de virus con el potencial de contagio efectivo, responde a un número inimaginable; las múltiples enfermedades que aquejan a los seres humanos, actualmente son un riesgo que trasciende a los límites individuales y los sitúa como amenazas reales a la estabilidad, supervivencia y desarrollo de sociedades enteras e, incluso, a la humanidad misma. Tales consideraciones no son consecuencia de la paranoia colectiva presente en la población, ciertamente están sustentadas en estudios de riesgos, por ejemplo, el Global Risk elaborado y publicado por el Foro Económico Mundial, que ha señalado consistentemente a las epidemias y pandemias, como riesgos importantes para la seguridad internacional. Además, instituciones como la Organización Mundial de la Salud, han exigido la máxima responsabilidad de los gobiernos en la construcción de políticas de salud pública, control sanitario e investigación médica, para frenar la posibilidad de presentación de pandemias.

Empero, el COVID-19 se ha constituido como un reto mundial, sus consecuencias en términos de pérdidas de vidas humanas aún son relativas, pero su potencial expansión es preocupante, tal es así que ya ha generado impactos económicos y, por supuesto, la preocupación y miedo colectivo, con cierta razón.

No es la primera ocasión que un virus sitúa al mundo entero en momentos de crisis. La influenza AH1N1, representó en el año 2009 (también con los remanentes de la crisis económica del 2008) un verdadero reto para salvaguardar las vidas humanas. En general, la historia universal nos muestra los efectos devastadores de las pandemias dada la presencia de virus no controlados con restricciones a la convivencia social, la mejora en la atención y cobertura médica y la implementación de medidas de prevención efectivas. En la antigüedad, el Imperio Romano, si bien ya empleaba en las ciudades elementos modernizadores como: reservas de agua, eficientes cloacas, acueductos y buena calidad en los suministros de alimentos; frenaron su desarrollo como imperio en le época de la República de Tito Livio, en los años 165 y 180 d.C., un total de 11 casos de pestes que arrasaron con una cuarta y tercera parte su población. Tal ha sido la trascendencia de estas epidemias que, la historia del Imperio Romano pudo haber sido distinta, quizás su decadencia no se hubiese presentado.

En el ámbito de la literatura, también se ha permeado la existencia de pandemias. “La Peste” de Albert Camus, es una obra de la literatura universal que, precisamente basa su desarrollo en la historia desatada por una peligrosa sustancia biológica, a partir de los estudios sobre la peste negra de Mary Klipot. La obra va más allá, de hecho, se ha clasificado como una novela que evoca al existencialismo como corriente filosófica, pero sucintamente, demuestra la relación entre la vida y la muerte de las sociedades occidentales y los elementos exógenos que –de pronto- pueden romper esa relación equilibrada para cargarla más hacia el segundo sustantivo, aquel que libra el debate entre el ser y no ser.

En este meollo nos encontramos la coyuntura actual. El COVID-19 es el elemento que, irremediablemente, ha colocado al mundo entero en un momento crítico, el cual exige del mayor compromiso de las organizaciones de la salud, de los gobiernos y, también de las personas en lo individual. En la novela de Camus, justo la lucha épica la desarrolla Patrick Shepherd, es el retrato del heroísmo de la humanidad; así, tal cual, actualmente las personas deben ser conscientes de la gravedad de una pandemia y actuar con tranquilidad, prudencia y prevención, este comportamiento garantizará que los efectos sean menores y la expansión del virus sea controlada. En el caso de México, aún no hay víctimas por la propagación del virus, sin embargo, aún está el debate en la opinión pública sobre los procesos, mecanismos y pruebas para la detección del contagio, las cifras cuando son comparadas con las presentadas por otros países, irremediablemente hacen pensar escépticamente. No obstante, la sociedad debe estar pendiente de las recomendaciones y restricciones que se emitan y no entrar en pánico.

  • Actualmente, la esperanza de vida de las personas –muchas partes del mundo- es mucho mayor a la de hace algunos años; varias razones explican que la tasa de mortalidad por razones de salud presente una disminución –si bien no extendida o universal, dada la existencia de grupos poblacionales sujetos a la pobreza y marginación, sí considerable ante los niveles sostenidos en el pasado-, algunas de éstas son: el acceso a mejores servicios de salud, la innovación en investigación científica aplicada a la medicina y la creciente cultura de la prevención. Sin embargo, existen contingencias no previstas como lo son las epidemias y pandemias, tal es el caso del Coronavirus (COVID-19).

En realidad, la existencia de virus con el potencial de contagio efectivo, responde a un número inimaginable; las múltiples enfermedades que aquejan a los seres humanos, actualmente son un riesgo que trasciende a los límites individuales y los sitúa como amenazas reales a la estabilidad, supervivencia y desarrollo de sociedades enteras e, incluso, a la humanidad misma. Tales consideraciones no son consecuencia de la paranoia colectiva presente en la población, ciertamente están sustentadas en estudios de riesgos, por ejemplo, el Global Risk elaborado y publicado por el Foro Económico Mundial, que ha señalado consistentemente a las epidemias y pandemias, como riesgos importantes para la seguridad internacional. Además, instituciones como la Organización Mundial de la Salud, han exigido la máxima responsabilidad de los gobiernos en la construcción de políticas de salud pública, control sanitario e investigación médica, para frenar la posibilidad de presentación de pandemias.

Empero, el COVID-19 se ha constituido como un reto mundial, sus consecuencias en términos de pérdidas de vidas humanas aún son relativas, pero su potencial expansión es preocupante, tal es así que ya ha generado impactos económicos y, por supuesto, la preocupación y miedo colectivo, con cierta razón.

No es la primera ocasión que un virus sitúa al mundo entero en momentos de crisis. La influenza AH1N1, representó en el año 2009 (también con los remanentes de la crisis económica del 2008) un verdadero reto para salvaguardar las vidas humanas. En general, la historia universal nos muestra los efectos devastadores de las pandemias dada la presencia de virus no controlados con restricciones a la convivencia social, la mejora en la atención y cobertura médica y la implementación de medidas de prevención efectivas. En la antigüedad, el Imperio Romano, si bien ya empleaba en las ciudades elementos modernizadores como: reservas de agua, eficientes cloacas, acueductos y buena calidad en los suministros de alimentos; frenaron su desarrollo como imperio en le época de la República de Tito Livio, en los años 165 y 180 d.C., un total de 11 casos de pestes que arrasaron con una cuarta y tercera parte su población. Tal ha sido la trascendencia de estas epidemias que, la historia del Imperio Romano pudo haber sido distinta, quizás su decadencia no se hubiese presentado.

En el ámbito de la literatura, también se ha permeado la existencia de pandemias. “La Peste” de Albert Camus, es una obra de la literatura universal que, precisamente basa su desarrollo en la historia desatada por una peligrosa sustancia biológica, a partir de los estudios sobre la peste negra de Mary Klipot. La obra va más allá, de hecho, se ha clasificado como una novela que evoca al existencialismo como corriente filosófica, pero sucintamente, demuestra la relación entre la vida y la muerte de las sociedades occidentales y los elementos exógenos que –de pronto- pueden romper esa relación equilibrada para cargarla más hacia el segundo sustantivo, aquel que libra el debate entre el ser y no ser.

En este meollo nos encontramos la coyuntura actual. El COVID-19 es el elemento que, irremediablemente, ha colocado al mundo entero en un momento crítico, el cual exige del mayor compromiso de las organizaciones de la salud, de los gobiernos y, también de las personas en lo individual. En la novela de Camus, justo la lucha épica la desarrolla Patrick Shepherd, es el retrato del heroísmo de la humanidad; así, tal cual, actualmente las personas deben ser conscientes de la gravedad de una pandemia y actuar con tranquilidad, prudencia y prevención, este comportamiento garantizará que los efectos sean menores y la expansión del virus sea controlada. En el caso de México, aún no hay víctimas por la propagación del virus, sin embargo, aún está el debate en la opinión pública sobre los procesos, mecanismos y pruebas para la detección del contagio, las cifras cuando son comparadas con las presentadas por otros países, irremediablemente hacen pensar escépticamente. No obstante, la sociedad debe estar pendiente de las recomendaciones y restricciones que se emitan y no entrar en pánico.