/ sábado 13 de marzo de 2021

Los Avatares de Nuestro Tiempo | Tiempos de choque

Resulta sintomático y patológico de la cultura política mexicana concebir a lo distinto con cierto grado de rivalidad y alejado de la visión normal de cotidianidad democrática que valora entornos plurales y diversos. Es resultado, quizás, del artificial consenso a partir de la agrupación de sectores (obrero, campesino, patronal) para la toma de decisiones políticas alrededor de un partido y un presidente a lo largo de prácticamente 70 años; ese sistema político uniforme generó que los procesos de toma de decisiones fueran alineados al unísono, en consecuencia, al actual entorno en que los asuntos públicos son ampliamente discutidos, se genera un choque inevitable.

Los elementos de la cultura política, digamos en la praxis, están reflejados en los estilos personales de gobernar, en el tratamiento a la oposición y al grado de flexibilidad en la interiorización de los problemas y soluciones públicas; dichos elementos culturales actúan -en demasía- de manera inherente e incluso automática ante la presencia de otros actores que riñen en los espacios de discusión públicas los cuales no siempre son formales (congreso, tribunales, etc.) sino igualmente diversos (protestas en las calles, campañas en redes sociales, medios de comunicación, etc.) pero con incidencia directa en la formación de la opinión pública y el diseño e implementación de políticas públicas.

Ahora mismo vivimos tiempos de choque, la cultura política mexicana se enfrenta a las condiciones contemporáneas y mira con cierta melancolía y nostalgia el arcaísmo de las formas pasadas.

Añoran -los despistados democráticos- la aprobación total, la negociación de grupo y poca o nula oposición. Empero, las demandas escalan y los problemas adquieren dimensiones distintas cuando los portadores de las consignas no son escuchados. Ejemplos de esta realidad sobran, uno de ellos, el tema más importante, es el choque entre el movimiento feminista que exige atención ante el grave problema de violencia por razones de género contra las mujeres y que ha encontrado poca comprensión en los espacios gubernamentales.

Para muchos analistas, las protestas en favor de más y mejores protocolos de atención, políticas públicas y, en general, condiciones para nulificar las condiciones adversas en que las mujeres se desarrollan y están expuestas a condiciones de riesgos, se han constituido en el choque principal del actual gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador. No obstante, creo que escuchar y atender las peticiones puede edificarse como una gran área de oportunidad para atender un problema público relacionado directamente con la vida de las mujeres en nuestro país.

Otro ejemplo de choque directo es el reflejado a la presión realizada por organizaciones privadas e internacionales para abrir la discusión de la regulación a redes sociales en México. Es un tema prioritario. El espacio del internet no puede estar sujeto a las relaciones contractuales entre privados sino reguladas por un poder legítimo investido por el Derecho Público; sin embargo, también es cierto que la colocación de los límites a las empresas privadas de redes sociales no puede darse desde la unilateralidad sino a partir de un consenso internacional que dicte las pautas y modelo de regulación privilegiando los derechos humanos de libertad de expresión y acceso a la información. Es un debate contemporáneo que da para mucho y es un espacio más en el que el actual gobierno a encontrado oposición a las ideas aisladas e individuales para transitar hacia un espacio de deliberación.

Otro suceso que evidenció un choque menos aparatoso es el intercambio de opiniones en la Convención Bancaria que tuvo fecha el 12 de marzo de 2021 en la que se realizó el cambio de Presidencia de la Asociación de Bancos de México; por un lado, se exhortó al Presidente de la República a crear más y mejores apoyos para la recuperación económica tras la pandemia y, del otro lado, se reiteró el trabajo realizado y además se destacó la importancia del incremento en las remesas. Definitivamente son posturas encontradas.

En síntesis, los choques actuales se constituyen más que como eventos aislados, en el diario tránsito de la política contemporánea en la que todo poder tiene límites. Es sano para los gobernantes escuchar y en consecuencia actuar. En prospectiva, la pluralidad de la sociedad puede traducirse en mejores políticas públicas y por tanto en mejores resultados de gestión pública. Ahí está el meollo del asunto, digerir y aprovechar los tiempos de choque.

Resulta sintomático y patológico de la cultura política mexicana concebir a lo distinto con cierto grado de rivalidad y alejado de la visión normal de cotidianidad democrática que valora entornos plurales y diversos. Es resultado, quizás, del artificial consenso a partir de la agrupación de sectores (obrero, campesino, patronal) para la toma de decisiones políticas alrededor de un partido y un presidente a lo largo de prácticamente 70 años; ese sistema político uniforme generó que los procesos de toma de decisiones fueran alineados al unísono, en consecuencia, al actual entorno en que los asuntos públicos son ampliamente discutidos, se genera un choque inevitable.

Los elementos de la cultura política, digamos en la praxis, están reflejados en los estilos personales de gobernar, en el tratamiento a la oposición y al grado de flexibilidad en la interiorización de los problemas y soluciones públicas; dichos elementos culturales actúan -en demasía- de manera inherente e incluso automática ante la presencia de otros actores que riñen en los espacios de discusión públicas los cuales no siempre son formales (congreso, tribunales, etc.) sino igualmente diversos (protestas en las calles, campañas en redes sociales, medios de comunicación, etc.) pero con incidencia directa en la formación de la opinión pública y el diseño e implementación de políticas públicas.

Ahora mismo vivimos tiempos de choque, la cultura política mexicana se enfrenta a las condiciones contemporáneas y mira con cierta melancolía y nostalgia el arcaísmo de las formas pasadas.

Añoran -los despistados democráticos- la aprobación total, la negociación de grupo y poca o nula oposición. Empero, las demandas escalan y los problemas adquieren dimensiones distintas cuando los portadores de las consignas no son escuchados. Ejemplos de esta realidad sobran, uno de ellos, el tema más importante, es el choque entre el movimiento feminista que exige atención ante el grave problema de violencia por razones de género contra las mujeres y que ha encontrado poca comprensión en los espacios gubernamentales.

Para muchos analistas, las protestas en favor de más y mejores protocolos de atención, políticas públicas y, en general, condiciones para nulificar las condiciones adversas en que las mujeres se desarrollan y están expuestas a condiciones de riesgos, se han constituido en el choque principal del actual gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador. No obstante, creo que escuchar y atender las peticiones puede edificarse como una gran área de oportunidad para atender un problema público relacionado directamente con la vida de las mujeres en nuestro país.

Otro ejemplo de choque directo es el reflejado a la presión realizada por organizaciones privadas e internacionales para abrir la discusión de la regulación a redes sociales en México. Es un tema prioritario. El espacio del internet no puede estar sujeto a las relaciones contractuales entre privados sino reguladas por un poder legítimo investido por el Derecho Público; sin embargo, también es cierto que la colocación de los límites a las empresas privadas de redes sociales no puede darse desde la unilateralidad sino a partir de un consenso internacional que dicte las pautas y modelo de regulación privilegiando los derechos humanos de libertad de expresión y acceso a la información. Es un debate contemporáneo que da para mucho y es un espacio más en el que el actual gobierno a encontrado oposición a las ideas aisladas e individuales para transitar hacia un espacio de deliberación.

Otro suceso que evidenció un choque menos aparatoso es el intercambio de opiniones en la Convención Bancaria que tuvo fecha el 12 de marzo de 2021 en la que se realizó el cambio de Presidencia de la Asociación de Bancos de México; por un lado, se exhortó al Presidente de la República a crear más y mejores apoyos para la recuperación económica tras la pandemia y, del otro lado, se reiteró el trabajo realizado y además se destacó la importancia del incremento en las remesas. Definitivamente son posturas encontradas.

En síntesis, los choques actuales se constituyen más que como eventos aislados, en el diario tránsito de la política contemporánea en la que todo poder tiene límites. Es sano para los gobernantes escuchar y en consecuencia actuar. En prospectiva, la pluralidad de la sociedad puede traducirse en mejores políticas públicas y por tanto en mejores resultados de gestión pública. Ahí está el meollo del asunto, digerir y aprovechar los tiempos de choque.