/ viernes 23 de febrero de 2018

Los derechos humanos en Tlaxcala

Negar a la gente sus derechos humanos es desafiar su propia humanidad

Nelson Mandela

Denominados actualmente, a partir de la reforma del Capítulo I de la Constitución, los derechos humanos y sus garantías, ha quedado definido el criterio del reconocimiento a toda persona para “gozar” de los derechos y de los mecanismos de garantía reconocidos tanto por la Carta Magna y por los tratados internacionales.

En el mismo documento se establece, además, el principio de interpretación, posibilitando a quien así lo requiera la elección que más proteja al titular de un derecho humano, es decir, cuando existan dos o más normas jurídicas podrá elegirse la más conveniente para el interesado.

De igual manera se señala en otros apartados la obligación del Estado mexicano de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos, generándose una obligación de las autoridades en independencia al nivel de gobierno o de la modalidad administrativa bajo la que estén organizadas.

Bajo estos limitados y parciales argumentos, regulativos y normativos, se puede entender esa obligatoriedad del Estado para atender las demandas de quienes por sus particular condición le sean vulnerados sus derechos; por eso es importante destacar estos preceptos, cuya intención debe servir para, en caso de ser necesario, saber de la existencia de una institución al servicio de los ciudadanos, teniendo como uno de sus ejes principales la defensa de las causas en contra de los abusos entre los iguales, sin menoscabo del papel que se desempeñe en el contexto de la sociedad.

En Tlaxcala, sin excepción, como en todas partes del país, se cuenta con una Comisión de Derechos Humanos responsable de armonizar los conflictos surgidos en las relaciones y trato entre las personas en cualquier ámbito donde ocurran este tipo de eventos, de tal manera que la instancia referida tiene ese enorme compromiso social, sus quehaceres deberán servir para armonizar, de acuerdo a sus competencias, el bienestar de la colectividad surgida del tratamiento de asuntos particulares.

Tomando como base estas premisas de responsabilidades y obligaciones institucionales, es importante también mencionar, entre otras, las actividades realizadas por el organismo y sus integrantes, en ese esfuerzo por construir una imagen de confianza al interior de la sociedad. En este sentido, y aprovechando el aniversario de su creación, se convocó a la presentación e inicio de la campaña “Principios básicos para vivir los derechos humanos del servicio público”, percibiendo, en esencia, la construcción de una nueva cultura de participación colectiva, partiendo de juicios y actitudes personales en las buenas relaciones entre semejantes.

Para quienes tienen la aspiración de vivir con tranquilidad, también debe concordarse el deseo de observar se extienda la justicia social en todos sus aspectos; es deber y obligación, así se concibe, de un cambio en lo individual para poder compartirlo con los demás, de tal manera que, aunque pueden existir otros criterios, se deben considerar algunos principios que ayuden a modificar esos paradigmas anquilosados en la vida y actividades cotidianas.

Es importante entonces, primer principio, considerarse como persona; dicho de otra manera, el individuo, con todas sus potencialidades, capacidades y libertad de pensamiento, es capaz de transformar su entorno, aportando ideas y respetando su integridad personal cuando se deja de ser objeto, los demás por consecuencia podrán advertir el cambio.

Para poder lograrlo, se presenta otro principio: el de la revalorización; reconocer lo que se tiene será base fundamental en la posibilidad de cambiar; las aspiraciones de mejora vendrán en cuanto acepte mi particular condición, el resto vendrá por añadidura.

Uno de los principios más importantes es el de aceptarse y trabajar para uno mismo, partiendo de las actitudes y los valores; cuando hay optimismo, en la tareas del día a día, cuando se cuidan, en el ejercicio de las responsabilidades, el trato cordial, se recibirá lo mismo en retribución a lo hecho, es decir; para ser bien tratado debe de tratarse igual a los otros.

Cuando pretendemos enjuiciar a los otros sin observarse individualmente, se contribuye o se propicia la rivalidad entre quien posee la autoridad en contra de quien no la tiene, o viceversa, de tal manera que es importante, considérese como otro principio, el no enjuiciar a nadie si no hay certeza para hacerlo.

Finalmente, aunque parezca muy romántico, el dar amor será un principio indispensable para conseguir, en una primera parte, un desarrollo personal y el logro de entender al otro como a cada quien le gustaría ser tratado. En esta interpretación particular, de los principios establecidos para realizarse en la campaña mencionada, se presupone lograr la participación de todos para cambiar el estado actual de las cosas, relativas a las relaciones entre los seres humanos, de manera especial, en este caso, al tratamiento que deben tener los servidores públicos con aquellos que requieren de su atención.

Sin duda puede observarse un interés manifiesto no solo de cumplir con las obligaciones institucionales, sino también el llamado a todos aquellos que expresan un desacuerdo por la indiferencia de las autoridades en cuanto se demanda su atención para resolver un problema; la comunión de esfuerzos debe servir para consolidar un proyecto donde la pluralidad, el libre pensamiento, la no discriminación, formen parte de esa nueva cultura pretendida, siempre pensando en el bienestar de la colectividad. Por ello, para lograr una sociedad más justa y equitativa, resulta fundamental defender los derechos humanos como fin principal.

Desde luego, no será tarea fácil, sin embargo, con el compromiso institucional y la participación de las personas el éxito puede asegurarse para beneficio de todos y para bien en el ejercicio de las normas de los derechos humanos.

Negar a la gente sus derechos humanos es desafiar su propia humanidad

Nelson Mandela

Denominados actualmente, a partir de la reforma del Capítulo I de la Constitución, los derechos humanos y sus garantías, ha quedado definido el criterio del reconocimiento a toda persona para “gozar” de los derechos y de los mecanismos de garantía reconocidos tanto por la Carta Magna y por los tratados internacionales.

En el mismo documento se establece, además, el principio de interpretación, posibilitando a quien así lo requiera la elección que más proteja al titular de un derecho humano, es decir, cuando existan dos o más normas jurídicas podrá elegirse la más conveniente para el interesado.

De igual manera se señala en otros apartados la obligación del Estado mexicano de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos, generándose una obligación de las autoridades en independencia al nivel de gobierno o de la modalidad administrativa bajo la que estén organizadas.

Bajo estos limitados y parciales argumentos, regulativos y normativos, se puede entender esa obligatoriedad del Estado para atender las demandas de quienes por sus particular condición le sean vulnerados sus derechos; por eso es importante destacar estos preceptos, cuya intención debe servir para, en caso de ser necesario, saber de la existencia de una institución al servicio de los ciudadanos, teniendo como uno de sus ejes principales la defensa de las causas en contra de los abusos entre los iguales, sin menoscabo del papel que se desempeñe en el contexto de la sociedad.

En Tlaxcala, sin excepción, como en todas partes del país, se cuenta con una Comisión de Derechos Humanos responsable de armonizar los conflictos surgidos en las relaciones y trato entre las personas en cualquier ámbito donde ocurran este tipo de eventos, de tal manera que la instancia referida tiene ese enorme compromiso social, sus quehaceres deberán servir para armonizar, de acuerdo a sus competencias, el bienestar de la colectividad surgida del tratamiento de asuntos particulares.

Tomando como base estas premisas de responsabilidades y obligaciones institucionales, es importante también mencionar, entre otras, las actividades realizadas por el organismo y sus integrantes, en ese esfuerzo por construir una imagen de confianza al interior de la sociedad. En este sentido, y aprovechando el aniversario de su creación, se convocó a la presentación e inicio de la campaña “Principios básicos para vivir los derechos humanos del servicio público”, percibiendo, en esencia, la construcción de una nueva cultura de participación colectiva, partiendo de juicios y actitudes personales en las buenas relaciones entre semejantes.

Para quienes tienen la aspiración de vivir con tranquilidad, también debe concordarse el deseo de observar se extienda la justicia social en todos sus aspectos; es deber y obligación, así se concibe, de un cambio en lo individual para poder compartirlo con los demás, de tal manera que, aunque pueden existir otros criterios, se deben considerar algunos principios que ayuden a modificar esos paradigmas anquilosados en la vida y actividades cotidianas.

Es importante entonces, primer principio, considerarse como persona; dicho de otra manera, el individuo, con todas sus potencialidades, capacidades y libertad de pensamiento, es capaz de transformar su entorno, aportando ideas y respetando su integridad personal cuando se deja de ser objeto, los demás por consecuencia podrán advertir el cambio.

Para poder lograrlo, se presenta otro principio: el de la revalorización; reconocer lo que se tiene será base fundamental en la posibilidad de cambiar; las aspiraciones de mejora vendrán en cuanto acepte mi particular condición, el resto vendrá por añadidura.

Uno de los principios más importantes es el de aceptarse y trabajar para uno mismo, partiendo de las actitudes y los valores; cuando hay optimismo, en la tareas del día a día, cuando se cuidan, en el ejercicio de las responsabilidades, el trato cordial, se recibirá lo mismo en retribución a lo hecho, es decir; para ser bien tratado debe de tratarse igual a los otros.

Cuando pretendemos enjuiciar a los otros sin observarse individualmente, se contribuye o se propicia la rivalidad entre quien posee la autoridad en contra de quien no la tiene, o viceversa, de tal manera que es importante, considérese como otro principio, el no enjuiciar a nadie si no hay certeza para hacerlo.

Finalmente, aunque parezca muy romántico, el dar amor será un principio indispensable para conseguir, en una primera parte, un desarrollo personal y el logro de entender al otro como a cada quien le gustaría ser tratado. En esta interpretación particular, de los principios establecidos para realizarse en la campaña mencionada, se presupone lograr la participación de todos para cambiar el estado actual de las cosas, relativas a las relaciones entre los seres humanos, de manera especial, en este caso, al tratamiento que deben tener los servidores públicos con aquellos que requieren de su atención.

Sin duda puede observarse un interés manifiesto no solo de cumplir con las obligaciones institucionales, sino también el llamado a todos aquellos que expresan un desacuerdo por la indiferencia de las autoridades en cuanto se demanda su atención para resolver un problema; la comunión de esfuerzos debe servir para consolidar un proyecto donde la pluralidad, el libre pensamiento, la no discriminación, formen parte de esa nueva cultura pretendida, siempre pensando en el bienestar de la colectividad. Por ello, para lograr una sociedad más justa y equitativa, resulta fundamental defender los derechos humanos como fin principal.

Desde luego, no será tarea fácil, sin embargo, con el compromiso institucional y la participación de las personas el éxito puede asegurarse para beneficio de todos y para bien en el ejercicio de las normas de los derechos humanos.