/ lunes 26 de julio de 2021

Los renglones torcidos de Dios (3 de 3)

En esta tercera y última entrega sobre psicópatas integrados o domésticos, trataré de explicar a grandes rasgos el sistema depredador de estos seres sin alma, asesinos psicológicos de quienes tienen la pésima suerte de convertirse en sus víctimas.

Después de la etapa de acercamiento y seducción (columna publicada el 13 de julio, 2001), como consecuencia de la segregación de feniletilamina y otros neurotransmisores que convierten a la víctima en adicto a los subidones de “amor”, con el cerebro inundado de emociones, sin defensa posible, el o la psicópata, fraguando alevosamente su plan como lo haría un asesino serial, continúa el proceso mediante el cual su víctima caerá rendida sin dudar a sus más malignas maniobras de manipulación.

En la fase de devaluación, el o la psicópata engaña, miente, ofende, traiciona y denigra, pero a la vez exige a su víctima permanecer intachable y dedicar su vida a la satisfacción de sus deseos y necesidades.

Repentinamente -cito al Dr. Iñaqui Piñuel en su libro “Amor Zero”- en este momento el victimario se aburre. La víctima no da crédito de cómo súbitamente se ha vuelto insoportable y no ofrece ya ningún interés a quien hasta hace pocos días consideraba el “amor de su vida”. Éste le ignora rampantemente. La víctima se ha vuelto para el psicópata un fastidio y se lo hace saber.

Por supuesto, antes ya le ha contado exhaustivamente de todas sus ex parejas haciéndolas quedar siempre como celosas, posesivas, locas, agresivas y un sinfín de defectos que logran que la víctima actual se compadezca del o la psicópata y se esfuerce denodadamente hasta el agotamiento, en hacer todo para provocarle felicidad y volver a sentir el subidón de feniletilamina a la que es adicto.

Luego o a la par, viene la triangulación. Con mensajes “extraños”, sonrisas sospechosas al ver su teléfono, fotos o mensajes que denotan coqueteo y la presencia (imaginaria o real) de un tercero (a) en la relación, la víctima termina por caer. Se convierte en detective 24/7; busca en redes sociales, en el teléfono, en agendas o diarios, se obsesiona con saber qué esconde su pareja y con ello, el proceso de destrucción está casi en sus últimas fases, pero no por ello, en las más dolorosas. Aún falta la mayor depredación.

En la fase del desprecio y descarte, el o la psicópata descartará a su víctima de la peor manera posible, normalmente de la misma forma que descartó al último (a) ya que el mejor predictor del futuro de un psicópata es su pasado. De todas las formas que existan, elegirá siempre la más malvada y cruel, la que inflija a la víctima más dolor e indefensión. Inclusive en la mayoría de las ocasiones el victimario utiliza la violencia de todo tipo contra su víctima y así logran estos depravados seres que hasta el más santo se convierta en demonio. El pacífico golpea, grita y amenaza, el confiado se vuelve celoso y detective, y así sucesivamente. Todo lo bueno, toda la felicidad anterior de la víctima ha sido cercenada y su energía, secuestrada. NO ES SU CULPA.

En el descarte de la víctima todo es brutal y desconcertante. Aquél o aquella que alguna vez fue su gran amor, su media naranja, su vida misma, muestra su cara real y perversa. Aquella máscara fue mentira, un mito construido para la manipulación, esta, esta cara, la que se presenta en el descarte, sí que es absolutamente real. Dr. Jekyll ha muerto y solo queda Mr. Hyde.

La depredación está consumada, a la víctima le costará meses y hasta años de profundo e inmenso dolor, tristeza y depresión el abandono de su psicópata quien, a la primera señal de fortaleza o de continuación de vida de la víctima, regresará a encantarle y utilizarle para, por un lado, mantener el control sobre él o ella y, por la otra, hacerle sujeto de los celos de su nueva pareja a partir de la triangulación que una vez la víctima sufrió en carne propia. En promedio, salir de esa terrible y tóxica relación incluye siete vueltas de regreso a su victimario.

¿Hay salida después de una relación así? Por supuesto. Por favor, un NO rotundo a la terapia de pareja y a las y los terapeutas inexpertos o ignorantes de este fenómeno. Los psicópatas no deben recibir terapia ya que no cambian jamás y aprenden nuevas formas de manipular. Lo principal es que la víctima se convenza que es inocente, que estudie todo lo que pueda sobre el comportamiento de los psicópatas en las relaciones de pareja y que tome una terapia específica para desprogramar y reprogramar en su cerebro lo que le sucedió. El mejor que puedo recomendar es al Dr. Iñaki Piñuel, quien, a través de los videos de su canal de YouTube, sus libros (“Amor Zero” es una joya) y su instituto, salvan miles de vidas alrededor del mundo.

Es imprescindible que la víctima, al darse cuenta de lo que ha vivido, comience de inmediato con la técnica de “Contacto Cero”; cero es cero. Nada. Se debe bloquear al o a la psicópata del WhatsApp y borrar las conversaciones, cambiar de número telefónico si es posible, bloquear redes sociales, deshacerse de las canciones, cartas de amor, poemas, regalos y todo aquello que le recuerde a su victimario. Inclusive alejarse de los amigos mutuos. La o el ex psicópata ya se encargó de envenenarles. Muy presente siempre tener que éste (a) regresará y que, si se recae en su agenda de manipulación, la recuperación de la víctima vuelve a la casilla uno y el sufrimiento, al pico.

La terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento del Movimiento Ocular) es la más eficaz, rápida y recomendada y la utilizada para el Trastorno de Estrés Post Traumático, ya que la víctima de un o una psicópata es exactamente lo que vive, junto con el Síndrome de Estocolmo Doméstico y el de Personalidad Bonsai.

¿Sufres de algo parecido o alguien que amas está en esa condición? No culpes, busca ayuda. Siempre, siempre hay esperanza. Nos leemos el próximo lunes.

En esta tercera y última entrega sobre psicópatas integrados o domésticos, trataré de explicar a grandes rasgos el sistema depredador de estos seres sin alma, asesinos psicológicos de quienes tienen la pésima suerte de convertirse en sus víctimas.

Después de la etapa de acercamiento y seducción (columna publicada el 13 de julio, 2001), como consecuencia de la segregación de feniletilamina y otros neurotransmisores que convierten a la víctima en adicto a los subidones de “amor”, con el cerebro inundado de emociones, sin defensa posible, el o la psicópata, fraguando alevosamente su plan como lo haría un asesino serial, continúa el proceso mediante el cual su víctima caerá rendida sin dudar a sus más malignas maniobras de manipulación.

En la fase de devaluación, el o la psicópata engaña, miente, ofende, traiciona y denigra, pero a la vez exige a su víctima permanecer intachable y dedicar su vida a la satisfacción de sus deseos y necesidades.

Repentinamente -cito al Dr. Iñaqui Piñuel en su libro “Amor Zero”- en este momento el victimario se aburre. La víctima no da crédito de cómo súbitamente se ha vuelto insoportable y no ofrece ya ningún interés a quien hasta hace pocos días consideraba el “amor de su vida”. Éste le ignora rampantemente. La víctima se ha vuelto para el psicópata un fastidio y se lo hace saber.

Por supuesto, antes ya le ha contado exhaustivamente de todas sus ex parejas haciéndolas quedar siempre como celosas, posesivas, locas, agresivas y un sinfín de defectos que logran que la víctima actual se compadezca del o la psicópata y se esfuerce denodadamente hasta el agotamiento, en hacer todo para provocarle felicidad y volver a sentir el subidón de feniletilamina a la que es adicto.

Luego o a la par, viene la triangulación. Con mensajes “extraños”, sonrisas sospechosas al ver su teléfono, fotos o mensajes que denotan coqueteo y la presencia (imaginaria o real) de un tercero (a) en la relación, la víctima termina por caer. Se convierte en detective 24/7; busca en redes sociales, en el teléfono, en agendas o diarios, se obsesiona con saber qué esconde su pareja y con ello, el proceso de destrucción está casi en sus últimas fases, pero no por ello, en las más dolorosas. Aún falta la mayor depredación.

En la fase del desprecio y descarte, el o la psicópata descartará a su víctima de la peor manera posible, normalmente de la misma forma que descartó al último (a) ya que el mejor predictor del futuro de un psicópata es su pasado. De todas las formas que existan, elegirá siempre la más malvada y cruel, la que inflija a la víctima más dolor e indefensión. Inclusive en la mayoría de las ocasiones el victimario utiliza la violencia de todo tipo contra su víctima y así logran estos depravados seres que hasta el más santo se convierta en demonio. El pacífico golpea, grita y amenaza, el confiado se vuelve celoso y detective, y así sucesivamente. Todo lo bueno, toda la felicidad anterior de la víctima ha sido cercenada y su energía, secuestrada. NO ES SU CULPA.

En el descarte de la víctima todo es brutal y desconcertante. Aquél o aquella que alguna vez fue su gran amor, su media naranja, su vida misma, muestra su cara real y perversa. Aquella máscara fue mentira, un mito construido para la manipulación, esta, esta cara, la que se presenta en el descarte, sí que es absolutamente real. Dr. Jekyll ha muerto y solo queda Mr. Hyde.

La depredación está consumada, a la víctima le costará meses y hasta años de profundo e inmenso dolor, tristeza y depresión el abandono de su psicópata quien, a la primera señal de fortaleza o de continuación de vida de la víctima, regresará a encantarle y utilizarle para, por un lado, mantener el control sobre él o ella y, por la otra, hacerle sujeto de los celos de su nueva pareja a partir de la triangulación que una vez la víctima sufrió en carne propia. En promedio, salir de esa terrible y tóxica relación incluye siete vueltas de regreso a su victimario.

¿Hay salida después de una relación así? Por supuesto. Por favor, un NO rotundo a la terapia de pareja y a las y los terapeutas inexpertos o ignorantes de este fenómeno. Los psicópatas no deben recibir terapia ya que no cambian jamás y aprenden nuevas formas de manipular. Lo principal es que la víctima se convenza que es inocente, que estudie todo lo que pueda sobre el comportamiento de los psicópatas en las relaciones de pareja y que tome una terapia específica para desprogramar y reprogramar en su cerebro lo que le sucedió. El mejor que puedo recomendar es al Dr. Iñaki Piñuel, quien, a través de los videos de su canal de YouTube, sus libros (“Amor Zero” es una joya) y su instituto, salvan miles de vidas alrededor del mundo.

Es imprescindible que la víctima, al darse cuenta de lo que ha vivido, comience de inmediato con la técnica de “Contacto Cero”; cero es cero. Nada. Se debe bloquear al o a la psicópata del WhatsApp y borrar las conversaciones, cambiar de número telefónico si es posible, bloquear redes sociales, deshacerse de las canciones, cartas de amor, poemas, regalos y todo aquello que le recuerde a su victimario. Inclusive alejarse de los amigos mutuos. La o el ex psicópata ya se encargó de envenenarles. Muy presente siempre tener que éste (a) regresará y que, si se recae en su agenda de manipulación, la recuperación de la víctima vuelve a la casilla uno y el sufrimiento, al pico.

La terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento del Movimiento Ocular) es la más eficaz, rápida y recomendada y la utilizada para el Trastorno de Estrés Post Traumático, ya que la víctima de un o una psicópata es exactamente lo que vive, junto con el Síndrome de Estocolmo Doméstico y el de Personalidad Bonsai.

¿Sufres de algo parecido o alguien que amas está en esa condición? No culpes, busca ayuda. Siempre, siempre hay esperanza. Nos leemos el próximo lunes.