/ lunes 6 de marzo de 2023

Maestras de vida

La conmemoración de este 8M lo dedico -desde lo más profundo de mi corazón- a ellas, a quienes no esperan convocatoria para marchar, sesiones solemnes en los congresos, vestirse de todos los tonos de morado o levantar pancartas exigiendo al gobierno cumplir la más básica obligación que es mantenernos seguras y vivas.

A ellas, para quienes todos los días son días de la mujer. A ellas mis líneas, a las maestras de vida que dedican la suya a visibilizar igualdad, derecho a vivir libres de violencias y que conferencia tras otra, foro tras otro, disertación tras disertación, enseñan derechos humanos y cómo ejercerlos por niñas y mujeres.

Para mis maestras y compañeras de lucha, que abrieron sus alas y en ellas me dieron y dan cobijo y aliento; para quienes día a día siembran semillas de luz en el manto de oscuridad que la ominosa cultura patriarcal ha mantenido durante siglos impidiendo la libertad, discriminando, violando y matando a medio planeta por el solo hecho haber nacido mujeres.

Para todas aquellas a quienes no se nos paga la asesoría, a quienes nos piden apoyar a la institución, sin pago por supuesto (ya ve que no hay presupuesto pero nos piden hacer algo en Marzo), a quienes queman pestañas y billetes estudiando sin parar convencidas que tenemos la responsabilidad social de acompañar incansablemente a las hermanas en todo el mundo en su tránsito a la aurora boreal del ejercicio de su eminente dignidad como seres humanos.

Damos conferencias, hablamos, enseñamos, compartimos conocimientos que -insisto- nadie nos regala, nos indigna la brecha laboral y salarial pero dejamos de cobrar nuestro trabajo, regalamos lo que tanto costó aprender y regalado, difícilmente alguien aprecia el esfuerzo.

No es mi intención -lejos estoy de ello- implicar que debemos bajar el ritmo. Por el contrario. Debemos asegurarnos que las instituciones programen presupuestos que saben que van a necesitar; debemos dar valor a nuestro servicio que es mucho y de alto aprecio.

Lo que hacemos es una profesión que salva vidas y almas, y no; no me imagino pretender ir con un arquitecto a que nos diseñe una casa y pedirle que lo haga “por la causa”. Hay asociaciones civiles, escuelas, fundaciones que merecen todo el apoyo que podamos dar pero, ¿gobierno? ¿Empresas? No; esas entidades tienen con que y deben pagar. Solo así sabrán que la lucha por la igualdad es en serio.

A ti, Angélica, Wendy, Julieta, Yuri, Dora, Elsa, Mariana, Celia, Carla, Ana Katiria, Tere, Nena, Claudia, Yndira, Paty, Yamina, Adriana, Gaby, Mónica, Joanna, Amalia, Laura, María Beatriz, Dulce María, Kenia, Beatriz, Malú, Janine, Maricarmen, María Del Mar, Judith, Margarita, Sanjuana, Coral, Emma, Eréndira, Viviana, Lía, Verónica, Norma…tantas más… GRACIAS.

Es un supremo privilegio compartir camino, sueños y anhelos con ustedes. Gracias a las enormes maestras que con paciencia, ternura y tesón vuelven vez tras vez con “sexo es diferente de género”; “la igualdad sustantiva es en derechos, oportunidades y responsabilidades”, “ningún violentador en el poder”…y a comenzar pinitos uno. Sin su generosidad para muchas habría sido imposible abrir los ojos y aprender que todas somos una y que si tocan a una nos tocan a todas.

¡Miren! ¡Miren, maestras! ¡Ahí va la ola morada andando al zócalo! Brillan las jacarandas en sus ojos llenitos de esperanza! ¿Ya vieron a las jóvenes? ¿Notan su energía, sonrisa y levantada convicción? Ahí están; caminan de nuestro brazo y transitan el sendero, la brecha por nosotras tan andada.

El ocho lloraré de emoción y también de impotencia, tristeza y rabia. Con sangre se paga en este país aspirar a ser libres, a decir “NO”, a transitar sin miedo. Con ustedes maestras y con miles más honraremos a todas las que nos faltan, a quienes con denuedo las buscan o claman ante la ley investigación y justicia y también a aquellas que por la ineptitud de todo orden de gobierno, nos faltarán.

¡Que por ellas se levanten los brazos y se entrecrucen y se tomen las manos y las miles de voces canten!…en ellas va su voz, maestras. En ellas va su vida.

Un pedazo grande de cielo tienen ganado por tanto bien compartido. ¡GRACIAS!

El ocho lloraré de emoción y también de impotencia, tristeza y rabia. Con sangre se paga en este país aspirar a ser libres, a decir “NO”, a transitar sin miedo.

La conmemoración de este 8M lo dedico -desde lo más profundo de mi corazón- a ellas, a quienes no esperan convocatoria para marchar, sesiones solemnes en los congresos, vestirse de todos los tonos de morado o levantar pancartas exigiendo al gobierno cumplir la más básica obligación que es mantenernos seguras y vivas.

A ellas, para quienes todos los días son días de la mujer. A ellas mis líneas, a las maestras de vida que dedican la suya a visibilizar igualdad, derecho a vivir libres de violencias y que conferencia tras otra, foro tras otro, disertación tras disertación, enseñan derechos humanos y cómo ejercerlos por niñas y mujeres.

Para mis maestras y compañeras de lucha, que abrieron sus alas y en ellas me dieron y dan cobijo y aliento; para quienes día a día siembran semillas de luz en el manto de oscuridad que la ominosa cultura patriarcal ha mantenido durante siglos impidiendo la libertad, discriminando, violando y matando a medio planeta por el solo hecho haber nacido mujeres.

Para todas aquellas a quienes no se nos paga la asesoría, a quienes nos piden apoyar a la institución, sin pago por supuesto (ya ve que no hay presupuesto pero nos piden hacer algo en Marzo), a quienes queman pestañas y billetes estudiando sin parar convencidas que tenemos la responsabilidad social de acompañar incansablemente a las hermanas en todo el mundo en su tránsito a la aurora boreal del ejercicio de su eminente dignidad como seres humanos.

Damos conferencias, hablamos, enseñamos, compartimos conocimientos que -insisto- nadie nos regala, nos indigna la brecha laboral y salarial pero dejamos de cobrar nuestro trabajo, regalamos lo que tanto costó aprender y regalado, difícilmente alguien aprecia el esfuerzo.

No es mi intención -lejos estoy de ello- implicar que debemos bajar el ritmo. Por el contrario. Debemos asegurarnos que las instituciones programen presupuestos que saben que van a necesitar; debemos dar valor a nuestro servicio que es mucho y de alto aprecio.

Lo que hacemos es una profesión que salva vidas y almas, y no; no me imagino pretender ir con un arquitecto a que nos diseñe una casa y pedirle que lo haga “por la causa”. Hay asociaciones civiles, escuelas, fundaciones que merecen todo el apoyo que podamos dar pero, ¿gobierno? ¿Empresas? No; esas entidades tienen con que y deben pagar. Solo así sabrán que la lucha por la igualdad es en serio.

A ti, Angélica, Wendy, Julieta, Yuri, Dora, Elsa, Mariana, Celia, Carla, Ana Katiria, Tere, Nena, Claudia, Yndira, Paty, Yamina, Adriana, Gaby, Mónica, Joanna, Amalia, Laura, María Beatriz, Dulce María, Kenia, Beatriz, Malú, Janine, Maricarmen, María Del Mar, Judith, Margarita, Sanjuana, Coral, Emma, Eréndira, Viviana, Lía, Verónica, Norma…tantas más… GRACIAS.

Es un supremo privilegio compartir camino, sueños y anhelos con ustedes. Gracias a las enormes maestras que con paciencia, ternura y tesón vuelven vez tras vez con “sexo es diferente de género”; “la igualdad sustantiva es en derechos, oportunidades y responsabilidades”, “ningún violentador en el poder”…y a comenzar pinitos uno. Sin su generosidad para muchas habría sido imposible abrir los ojos y aprender que todas somos una y que si tocan a una nos tocan a todas.

¡Miren! ¡Miren, maestras! ¡Ahí va la ola morada andando al zócalo! Brillan las jacarandas en sus ojos llenitos de esperanza! ¿Ya vieron a las jóvenes? ¿Notan su energía, sonrisa y levantada convicción? Ahí están; caminan de nuestro brazo y transitan el sendero, la brecha por nosotras tan andada.

El ocho lloraré de emoción y también de impotencia, tristeza y rabia. Con sangre se paga en este país aspirar a ser libres, a decir “NO”, a transitar sin miedo. Con ustedes maestras y con miles más honraremos a todas las que nos faltan, a quienes con denuedo las buscan o claman ante la ley investigación y justicia y también a aquellas que por la ineptitud de todo orden de gobierno, nos faltarán.

¡Que por ellas se levanten los brazos y se entrecrucen y se tomen las manos y las miles de voces canten!…en ellas va su voz, maestras. En ellas va su vida.

Un pedazo grande de cielo tienen ganado por tanto bien compartido. ¡GRACIAS!

El ocho lloraré de emoción y también de impotencia, tristeza y rabia. Con sangre se paga en este país aspirar a ser libres, a decir “NO”, a transitar sin miedo.