/ viernes 15 de marzo de 2019

Magisterio: en espera de la nueva ley

Por generaciones, los padres siempre han deseado que sus hijos tengan educación con el propósito de que tengan en el futuro mejores oportunidades de vida, que ellos no pudieron tener.

Sin embargo; en el caso de la educación pública, no ha contado con recursos suficientes para atender necesidades que demanda la población por educar. A ello, debe agregarse la serie de planes y programas que no han dado buenos resultados, y últimamente la Reforma Educativa realizada por el gobierno federal anterior al presente, que trató de presentar mejora educativa nacional y lo que en el fondo de la citada Ley educativa fue el aspecto coercitivo hacia el magisterio nacional.

Se ha sostenido por décadas el criterio: “que la educación es base para el desarrollo humano”, aunque es cierta la afirmación, es incompleta porque no es posible educar a una población de niños desnutridos y por ende, enfermos, porque la alimentación adecuada aportan salud, necesaria para la educación.

Así que, para obtener desarrollo por la educación, es necesaria la salud de la población que la recibe, pero si se carece de salud aunada a una pésima educación que ha sido desquiciada por el propio gobierno no se puede esperar el desarrollo necesario para elevar niveles de vida.

Los problemas que ahora enfrenta la educación están en todos los niveles, inician desde la educación primaria y continúan hasta los niveles profesionales. El ejemplo es palpable, con los resultados deficientes que aportan las avaluaciones nacionales y extranjeras, ello comprueba que la Reforma Educativa, estructurada por profesionales ajenos a la educación no ha sido acertada para impulsar la mejora educativa, sino todo lo contrario y de paso señalando al magisterio como causante del mal estado que guarda la educación nacional.

Anotaremos el caso de la Educación Media, la que no se ha podido regularizar con planes y programas de carácter nacional, a la fecha existen tantos programas aplicados en ese medio educativo, que generan problemas a los egresados que desean proseguir sus estudios en el nivel profesional que imparten las universidades y que al tratar de inscribirse son rechazadas las peticiones porque no tienen alguna materia que exige el plan de estudios universitario. Ahí, sin desearlo el estudiante frustra sus metas de estudio, resultado del caos desatado porque cada escuela (preparatoria o bachillerato), desarrolla sus propios programas. ¿Qué es lo que debe hacer el gobierno? Normar los programas educativos. Y hace muchos años que no se corrige el mal.

Además de frustrar al estudiantado que aspira estudiar a la Universidad, existe otro problema, que debe considerar este gobierno de la Cuarta Transformación, de acortar el número de años de estudio para cursar estudios en el ámbito medio superior. El criterio por el que implantó ha sido desmentido, el aumento de años de estudio (tres), no ha dado resultado en cuanto a preparación de estudiantes. Evidencia: cuando presentan examen para ser admitidos en la universidad, la mayoría son rechazados por carecer de conocimientos que, se supone debieran saberse por haber estudiado durante tres años.

Se espera que la nueva Ley educativa, además de separar el aspecto negativo de la penalidad hacia el maestro, se ubique exclusivamente en lo académico y la capacitación del magisterio, que bien lo necesita en cuanto al avance de la ciencia y la técnica. Los maestros de hace sesenta años que todavía se encontraban laborando en la Secretaría de Educación Pública (SEP), aportaron con gran acierto la capacitación del magisterio, y así se logró mejorar la educación popular. Desgraciadamente han desaparecido esas mentes de sentido común, porque supieron acuñar la mejora de la enseñanza para alcanzar una buena educación. Actualmente la SEP tiene a tecnócratas, muy alejados de la praxis educativa, experiencia necesaria para resolver problemas que enfrenta la educación pública.

Hace falta alimento nutritivo para el infante estudioso.

Por generaciones, los padres siempre han deseado que sus hijos tengan educación con el propósito de que tengan en el futuro mejores oportunidades de vida, que ellos no pudieron tener.

Sin embargo; en el caso de la educación pública, no ha contado con recursos suficientes para atender necesidades que demanda la población por educar. A ello, debe agregarse la serie de planes y programas que no han dado buenos resultados, y últimamente la Reforma Educativa realizada por el gobierno federal anterior al presente, que trató de presentar mejora educativa nacional y lo que en el fondo de la citada Ley educativa fue el aspecto coercitivo hacia el magisterio nacional.

Se ha sostenido por décadas el criterio: “que la educación es base para el desarrollo humano”, aunque es cierta la afirmación, es incompleta porque no es posible educar a una población de niños desnutridos y por ende, enfermos, porque la alimentación adecuada aportan salud, necesaria para la educación.

Así que, para obtener desarrollo por la educación, es necesaria la salud de la población que la recibe, pero si se carece de salud aunada a una pésima educación que ha sido desquiciada por el propio gobierno no se puede esperar el desarrollo necesario para elevar niveles de vida.

Los problemas que ahora enfrenta la educación están en todos los niveles, inician desde la educación primaria y continúan hasta los niveles profesionales. El ejemplo es palpable, con los resultados deficientes que aportan las avaluaciones nacionales y extranjeras, ello comprueba que la Reforma Educativa, estructurada por profesionales ajenos a la educación no ha sido acertada para impulsar la mejora educativa, sino todo lo contrario y de paso señalando al magisterio como causante del mal estado que guarda la educación nacional.

Anotaremos el caso de la Educación Media, la que no se ha podido regularizar con planes y programas de carácter nacional, a la fecha existen tantos programas aplicados en ese medio educativo, que generan problemas a los egresados que desean proseguir sus estudios en el nivel profesional que imparten las universidades y que al tratar de inscribirse son rechazadas las peticiones porque no tienen alguna materia que exige el plan de estudios universitario. Ahí, sin desearlo el estudiante frustra sus metas de estudio, resultado del caos desatado porque cada escuela (preparatoria o bachillerato), desarrolla sus propios programas. ¿Qué es lo que debe hacer el gobierno? Normar los programas educativos. Y hace muchos años que no se corrige el mal.

Además de frustrar al estudiantado que aspira estudiar a la Universidad, existe otro problema, que debe considerar este gobierno de la Cuarta Transformación, de acortar el número de años de estudio para cursar estudios en el ámbito medio superior. El criterio por el que implantó ha sido desmentido, el aumento de años de estudio (tres), no ha dado resultado en cuanto a preparación de estudiantes. Evidencia: cuando presentan examen para ser admitidos en la universidad, la mayoría son rechazados por carecer de conocimientos que, se supone debieran saberse por haber estudiado durante tres años.

Se espera que la nueva Ley educativa, además de separar el aspecto negativo de la penalidad hacia el maestro, se ubique exclusivamente en lo académico y la capacitación del magisterio, que bien lo necesita en cuanto al avance de la ciencia y la técnica. Los maestros de hace sesenta años que todavía se encontraban laborando en la Secretaría de Educación Pública (SEP), aportaron con gran acierto la capacitación del magisterio, y así se logró mejorar la educación popular. Desgraciadamente han desaparecido esas mentes de sentido común, porque supieron acuñar la mejora de la enseñanza para alcanzar una buena educación. Actualmente la SEP tiene a tecnócratas, muy alejados de la praxis educativa, experiencia necesaria para resolver problemas que enfrenta la educación pública.

Hace falta alimento nutritivo para el infante estudioso.