/ viernes 10 de febrero de 2023

¿Mejorar la especie humana…?

Cuando menos de forma teórica, científicamente esto es posible. Ya se trabaja con proyectos serios en esta vía. Y es que, de verdad, nuestra especie humana que ha evolucionado a largo de milenios, ha escrito su historia guerreando, destruyéndose, acumulando poder, riquezas y satisfaciendo animalmente sus apetitos.

A eso que llamamos “convivencia civilizada”, es en realidad una vorágine autodestructiva. Por ello es inaplazable, trabajar en la dirección de un “hombre nuevo”. Aristóteles reflexionaba que el género humano con su intelecto alcanza a las estrellas, buscando abstraer la grandiosidad que su espíritu reclama; pero tiene los pies asentados en el barro, sobre la maldad, la podredumbre.

Su naturaleza animal lo lleva a atender sobre todo sus apetitos, pero desoye al humanismo de fraternidad, de felicidad y que mire por los sentimientos del corazón. María Zambrano habla de que como especie vivimos en el desequilibrio, porque los sentimientos del alma, no caminan a la par de la inteligencia; se les trata como un tema de intimidad, casi vergonzante.

A los ancianos como ejemplo, se les mira como bichos raros si manifiestan deseos sexuales y amor de pareja. ¡Si!, Es necesaria la superación cualitativa de la especie humana. Esta, que es producto de la evolución natural, nos está conduciendo a la aniquilación. De seguir, como vamos, en 150 años o 200 nos autodestruiremos.

Estamos dilapidando los recursos vitales y naturales del planeta. Terminaremos enfrentándonos, por la comida, el agua, y tal vez envueltos en una conflagración termonuclear. ¿Pero en qué consiste ese mejoramiento científico, que pregona el transhumanismo? Su problema es vencer los obstáculos y las barreras de esta vida, que impiden alcanzar la felicidad humana. El motor de cambio es el hombre mismo, como igual es la barrera que seguramente lo impedirá.

Muerte y vejez, la ciencia las mira como problemas técnicos, que se irán solucionando en la medida que progresan ciencia y tecnología. Esto es transhumanismo. Hay autores como Nick Bostron, Ray Kurzweill, David Pearce y otros más, que plantean ese progreso humano, como camino para mejorar el futuro de nuestra vida. Desde luego que quienes solo piensan en acumular riquezas descomunales, miran en esto un filón potencial de poder y riqueza como en su momento lo fueron los antibióticos o ahora son las futuras guerras por el agua.

Los super ricos como Elon Musk y Jeff Bezos, ---abusadillos desde chiquillos---, ya crearon sus empresas en este tema planean instalar software que hagan del hombre una máquina-cerebro y mediante ello, curar enfermedades, aumentando capacidades, o derribar las limitaciones físicas y mentales, incrementando la longevidad. Desde luego evolucionando las prácticas médicas y terapéuticas de la mano con la investigación.

El transhumanismo sueña con alcanzar una “raza super humana”, aumentando el coeficiente intelectual 100 o 200 veces. Genética, robótica, cibernética, nanotecnología, biomédica, son herramientas para alcanzar ese futuro transhumanista; que nuestra especie de esa manera, derribe las barreras que nos impone la naturaleza. Esta es una nueva oportunidad, para la historia humana, de mejorar potenciado la especie; que “construya” seres humanos, más fuertes inteligentes y equilibrados.

Ahora los filósofos como Habermas o Sandel, discuten los aspectos sociales y políticos de esta perspectiva. Históricamente se busca, dejar atrás las teorías Darwinianas de la evolución al azar por medio de la selección natural. Que sea el humano, quien pilotee la “nave de la especie”, derribando las fronteras que nos impone la naturaleza.

Esto suena hermoso; si Bezos y Musk con sus empresas y otros esfuerzos humanos por separado, logran científicamente evolucionar a la especie humana, solo esperemos que sea para bien, que sea para todos y que no sea un mega negocio. Porque la investigación que produjo las vacunas contra la Covid-19, condujo a las farmacéuticas mundiales a fantasmagóricas riquezas, que han distanciado a ricos y pobres, a seres vacunados y sin vacunar.

Que no llegue suceder que, en un futuro en lugar de felicidad, unos cuantos chapoteen en la abundancia y se desemboque en otra super discriminación, entre transhumanizados y deshumanizados.

Cuando menos de forma teórica, científicamente esto es posible. Ya se trabaja con proyectos serios en esta vía. Y es que, de verdad, nuestra especie humana que ha evolucionado a largo de milenios, ha escrito su historia guerreando, destruyéndose, acumulando poder, riquezas y satisfaciendo animalmente sus apetitos.

A eso que llamamos “convivencia civilizada”, es en realidad una vorágine autodestructiva. Por ello es inaplazable, trabajar en la dirección de un “hombre nuevo”. Aristóteles reflexionaba que el género humano con su intelecto alcanza a las estrellas, buscando abstraer la grandiosidad que su espíritu reclama; pero tiene los pies asentados en el barro, sobre la maldad, la podredumbre.

Su naturaleza animal lo lleva a atender sobre todo sus apetitos, pero desoye al humanismo de fraternidad, de felicidad y que mire por los sentimientos del corazón. María Zambrano habla de que como especie vivimos en el desequilibrio, porque los sentimientos del alma, no caminan a la par de la inteligencia; se les trata como un tema de intimidad, casi vergonzante.

A los ancianos como ejemplo, se les mira como bichos raros si manifiestan deseos sexuales y amor de pareja. ¡Si!, Es necesaria la superación cualitativa de la especie humana. Esta, que es producto de la evolución natural, nos está conduciendo a la aniquilación. De seguir, como vamos, en 150 años o 200 nos autodestruiremos.

Estamos dilapidando los recursos vitales y naturales del planeta. Terminaremos enfrentándonos, por la comida, el agua, y tal vez envueltos en una conflagración termonuclear. ¿Pero en qué consiste ese mejoramiento científico, que pregona el transhumanismo? Su problema es vencer los obstáculos y las barreras de esta vida, que impiden alcanzar la felicidad humana. El motor de cambio es el hombre mismo, como igual es la barrera que seguramente lo impedirá.

Muerte y vejez, la ciencia las mira como problemas técnicos, que se irán solucionando en la medida que progresan ciencia y tecnología. Esto es transhumanismo. Hay autores como Nick Bostron, Ray Kurzweill, David Pearce y otros más, que plantean ese progreso humano, como camino para mejorar el futuro de nuestra vida. Desde luego que quienes solo piensan en acumular riquezas descomunales, miran en esto un filón potencial de poder y riqueza como en su momento lo fueron los antibióticos o ahora son las futuras guerras por el agua.

Los super ricos como Elon Musk y Jeff Bezos, ---abusadillos desde chiquillos---, ya crearon sus empresas en este tema planean instalar software que hagan del hombre una máquina-cerebro y mediante ello, curar enfermedades, aumentando capacidades, o derribar las limitaciones físicas y mentales, incrementando la longevidad. Desde luego evolucionando las prácticas médicas y terapéuticas de la mano con la investigación.

El transhumanismo sueña con alcanzar una “raza super humana”, aumentando el coeficiente intelectual 100 o 200 veces. Genética, robótica, cibernética, nanotecnología, biomédica, son herramientas para alcanzar ese futuro transhumanista; que nuestra especie de esa manera, derribe las barreras que nos impone la naturaleza. Esta es una nueva oportunidad, para la historia humana, de mejorar potenciado la especie; que “construya” seres humanos, más fuertes inteligentes y equilibrados.

Ahora los filósofos como Habermas o Sandel, discuten los aspectos sociales y políticos de esta perspectiva. Históricamente se busca, dejar atrás las teorías Darwinianas de la evolución al azar por medio de la selección natural. Que sea el humano, quien pilotee la “nave de la especie”, derribando las fronteras que nos impone la naturaleza.

Esto suena hermoso; si Bezos y Musk con sus empresas y otros esfuerzos humanos por separado, logran científicamente evolucionar a la especie humana, solo esperemos que sea para bien, que sea para todos y que no sea un mega negocio. Porque la investigación que produjo las vacunas contra la Covid-19, condujo a las farmacéuticas mundiales a fantasmagóricas riquezas, que han distanciado a ricos y pobres, a seres vacunados y sin vacunar.

Que no llegue suceder que, en un futuro en lugar de felicidad, unos cuantos chapoteen en la abundancia y se desemboque en otra super discriminación, entre transhumanizados y deshumanizados.