/ viernes 24 de abril de 2020

México de oro y plata

Los gachupines, disfrazados de "conquistadores", lo primero que reclamaron a su llegada fue oro a cambio de espejitos. En las islas del Caribe, obligaron a los nativos a lavar hasta su extermino las arenas de los ríos que contenían oro y cuando se acabó, los esclavizaron, contagiaron de viruela y casi los extinguen. Ah, pero a todo eso, ahora se le llama "encuentro de dos culturas". En México, asesinaron a Moctezuma después de mantenerlo secuestrado, exigiéndole entregar el tesoro del imperio. A Cuauhtémoc le quemaron los pies, para que revelara esos depósitos. En su huida de la "Noche Triste" hubo españoles e indígenas que murieron ahogados, bajo el peso de los ricos metales que cargaban. No nos engañemos, aquellos ladrones peninsulares, avorazados, mezquinos y tacaños no vinieron a civilizar ni a cristianizar, sino a robarse los tesoros ajenos y esclavizarnos bajo el formato de la encomienda.Una vez derrotada Tenochtitlan, su ambición sin limite los llevo al norte, hacia Durango, Zacatecas y Chihuahua, para apropiarse de las minas de oro y plata y casi exterminan a los chichimecas y a los apaches, a quienes por cierto esclavizaron. En Guanajuato, hubo vetas de plata del grosor de un tronco de árbol y que se extendían kilómetros y kilómetros. Las de Zacatecas, apretaron de oro las bodegas de los galeones. Esos minerales del suelo mexicano, durante la colonia, en forma de moneda circularon en el comercio mundial, a la manera del dólar de E.E.U.U actual. Hasta la Revolución Mexicana, el oro y la plata fueron atesorados por locales y extranjeros en barriles enterrados y en gruesas paredes de adobe. Las minas de Taxco, Guerrero, enloquecieron a gentes como José de la Borda, quien para que oficiara su hijo sacerdote, mandó recamar de oro la iglesia de Santa Prisca. Hoy admiramos la magnificencia arquitectónica de Madrid, edificada a costa de la abundancia de oro y plata de México. La ambición no tiene límites. Todo español "hijo de alguien" o Hidalgo, al llegar aquí, no debía trabajar, para eso recibía tierras o encomienda de indios como un regalo de la corona, que daba lo ajeno acatando la bula de un Papa colonialista y dominante. En Chiapas, hasta antes del levantamiento zapatista, al viajar por los senderos de la selva, los extranjeros lo hacían sin rubor alguno, apoltronados en una silla, que sobre la espalda cargaba un indígena.

¡Vamos con el petróleo!; A finales del siglo pasado, junto con el invento del automóvil apareció la necesidad de su combustible. Texas poseía grandes chapopoteras, que los petroleros como Mobil, Shell y Standard Oil explotaron y convirtieron en gasolina. Pero dedujeron que todo el Golfo tenía la misma riqueza, entonces se movieron a Tamaulipas y Veracruz, donde encontraron inmensos pozos, como el "Faja de Oro" y el "Potrero del Llano", con miles de millones de barriles del oro negro. Para desgracia de ellos y fortuna nuestra, Lázaro Cárdenas expropió esa riqueza que utilizó para cimentar el desarrollo de México, que desgraciadamente fue eclipsado por gobiernos posteriores "dizque" revolucionarios, que violando la Constitución, desnacionalizaron esos recursos.

¡Vamos con la deuda externa y el Fobaproa!; La codicia extranjera nos ha tenido en la mira. Nunca nos ha perdido de vista. Con López Portillo, quebraron a propósito sus propios bancos y se inventó el "rescate bancario". Miles de millones de deuda privada se convirtieron en pública. Deberemos pagarla nosotros, nuestros hijos y nietos. Ahora ya fraguan otro atraco a la nación, el pretexto: la crisis financiera de la pandemia actual. El propósito: que el gobierno se endrogue en el exterior con un billón de pesos y se les entregue para el rescate de los empleos. Yo sí creo que conservar el empleo es necesario, siempre y cuando sea bien pagado y con seguridad social. Que se les financie, pero como en Estados Unidos, que garanticen su pago entregando en garantía acciones empresariales aunque peguen el grito en el cielo nuestros riquillos de campanario, que ambicionan un rescate incondicional. El pretexto: "dizque" defender a la mediana empresa, la cual poco les importa, mientras engorden sus envíos multimillonarios al extranjero.

Este México ha padecido históricamente despojos, codicias y raterías, con la complicidad de los malos gobernantes. Por primera vez en la historia moderna tenemos un gobierno que mira primero por los pobres. Pero ahora los poderosos están apurados fraguando golpe de estado. Fracasarán, porque treinta millones de mexicanos no están equivocados.

Este México de oro y plata ha sido siempre la ambición del extranjero. Unas cuantas familias se han valido de sus vastos recursos naturales. Ya basta de saqueos. Es hora de que las mayorías encuentren un paliativo a sus miserias.

Los gachupines, disfrazados de "conquistadores", lo primero que reclamaron a su llegada fue oro a cambio de espejitos. En las islas del Caribe, obligaron a los nativos a lavar hasta su extermino las arenas de los ríos que contenían oro y cuando se acabó, los esclavizaron, contagiaron de viruela y casi los extinguen. Ah, pero a todo eso, ahora se le llama "encuentro de dos culturas". En México, asesinaron a Moctezuma después de mantenerlo secuestrado, exigiéndole entregar el tesoro del imperio. A Cuauhtémoc le quemaron los pies, para que revelara esos depósitos. En su huida de la "Noche Triste" hubo españoles e indígenas que murieron ahogados, bajo el peso de los ricos metales que cargaban. No nos engañemos, aquellos ladrones peninsulares, avorazados, mezquinos y tacaños no vinieron a civilizar ni a cristianizar, sino a robarse los tesoros ajenos y esclavizarnos bajo el formato de la encomienda.Una vez derrotada Tenochtitlan, su ambición sin limite los llevo al norte, hacia Durango, Zacatecas y Chihuahua, para apropiarse de las minas de oro y plata y casi exterminan a los chichimecas y a los apaches, a quienes por cierto esclavizaron. En Guanajuato, hubo vetas de plata del grosor de un tronco de árbol y que se extendían kilómetros y kilómetros. Las de Zacatecas, apretaron de oro las bodegas de los galeones. Esos minerales del suelo mexicano, durante la colonia, en forma de moneda circularon en el comercio mundial, a la manera del dólar de E.E.U.U actual. Hasta la Revolución Mexicana, el oro y la plata fueron atesorados por locales y extranjeros en barriles enterrados y en gruesas paredes de adobe. Las minas de Taxco, Guerrero, enloquecieron a gentes como José de la Borda, quien para que oficiara su hijo sacerdote, mandó recamar de oro la iglesia de Santa Prisca. Hoy admiramos la magnificencia arquitectónica de Madrid, edificada a costa de la abundancia de oro y plata de México. La ambición no tiene límites. Todo español "hijo de alguien" o Hidalgo, al llegar aquí, no debía trabajar, para eso recibía tierras o encomienda de indios como un regalo de la corona, que daba lo ajeno acatando la bula de un Papa colonialista y dominante. En Chiapas, hasta antes del levantamiento zapatista, al viajar por los senderos de la selva, los extranjeros lo hacían sin rubor alguno, apoltronados en una silla, que sobre la espalda cargaba un indígena.

¡Vamos con el petróleo!; A finales del siglo pasado, junto con el invento del automóvil apareció la necesidad de su combustible. Texas poseía grandes chapopoteras, que los petroleros como Mobil, Shell y Standard Oil explotaron y convirtieron en gasolina. Pero dedujeron que todo el Golfo tenía la misma riqueza, entonces se movieron a Tamaulipas y Veracruz, donde encontraron inmensos pozos, como el "Faja de Oro" y el "Potrero del Llano", con miles de millones de barriles del oro negro. Para desgracia de ellos y fortuna nuestra, Lázaro Cárdenas expropió esa riqueza que utilizó para cimentar el desarrollo de México, que desgraciadamente fue eclipsado por gobiernos posteriores "dizque" revolucionarios, que violando la Constitución, desnacionalizaron esos recursos.

¡Vamos con la deuda externa y el Fobaproa!; La codicia extranjera nos ha tenido en la mira. Nunca nos ha perdido de vista. Con López Portillo, quebraron a propósito sus propios bancos y se inventó el "rescate bancario". Miles de millones de deuda privada se convirtieron en pública. Deberemos pagarla nosotros, nuestros hijos y nietos. Ahora ya fraguan otro atraco a la nación, el pretexto: la crisis financiera de la pandemia actual. El propósito: que el gobierno se endrogue en el exterior con un billón de pesos y se les entregue para el rescate de los empleos. Yo sí creo que conservar el empleo es necesario, siempre y cuando sea bien pagado y con seguridad social. Que se les financie, pero como en Estados Unidos, que garanticen su pago entregando en garantía acciones empresariales aunque peguen el grito en el cielo nuestros riquillos de campanario, que ambicionan un rescate incondicional. El pretexto: "dizque" defender a la mediana empresa, la cual poco les importa, mientras engorden sus envíos multimillonarios al extranjero.

Este México ha padecido históricamente despojos, codicias y raterías, con la complicidad de los malos gobernantes. Por primera vez en la historia moderna tenemos un gobierno que mira primero por los pobres. Pero ahora los poderosos están apurados fraguando golpe de estado. Fracasarán, porque treinta millones de mexicanos no están equivocados.

Este México de oro y plata ha sido siempre la ambición del extranjero. Unas cuantas familias se han valido de sus vastos recursos naturales. Ya basta de saqueos. Es hora de que las mayorías encuentren un paliativo a sus miserias.