/ lunes 4 de octubre de 2021

México está quedando ciego

El 02 de octubre, recordando el aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi y en homenaje al líder del movimiento de la Independencia de la India y pionero de la filosofía de la no violencia, para el mundo esa fecha significa la conmemoración del Día Internacional de la No Violencia, designado por La Asamblea General de las Naciones Unidas el 15 de junio de 2007.

México, nuestra amada patria, que desde hace ya al menos veinte años está en franco y permanente estado de guerra interna entre cárteles de la delincuencia organizada, parece que rema en contrasentido del mundo. Es demencial que este 2021, cuando se cumplen 20 años de la profunda reforma de Derechos Humanos, se revele como el año mas violento de la historia. Por un lado todo el andamiaje institucional insiste en el respeto al principio pro-persona y por el otro, en la vida cotidiana, las y los ciudadanos ya no encuentran lugar pacífico al cual huir para emprender, criar familia y buscar nuevas, mejores y por supuesto mas pacíficas formas de vivir.

El Instituto para la Economía y la Paz, en el documento “Índice de Paz México 2021”, destaca cifras espeluznantes de la violencia en México y su impacto económico además del social. La paz en México ha disminuido en un 18.8% en los últimos seis años: el deterioro se debió principalmente a un aumento del 84% en la tasa nacional de homicidios, que pasó de 15.1 muertes por cada 100,000 habitantes en 2015 a 27.8 en 2020. Los crímenes de la delincuencia organizada han crecido 40.5% desde 2015. Destaca narcomenudeo con un crecimiento de 125% en el mismo periodo.

Se destacan las diferencias entre asesinatos de hombres y mujeres, ya que si bien el 90% de todas las víctimas de homicidio son hombres, la mayoría de estos homicidios están vinculados a la delincuencia organizada. De hecho, el homicidio fue la principal causa de muerte entre los hombres de 10 a 54 años. Por el contrario, es más probable que las muertes de mujeres estén asociadas a la violencia de pareja. Tan solo en los últimos 6 años los feminicidios han aumentado en un 130% con 5,219 asesinadas por alguna razón de género, es decir, solo por haber nacido mujeres. Agosto, con 107 feminicidios, es la cifra mas alta de la historia.

Feminicidio por supuesto, es el delito mayor, la cúspide del odio a las mujeres, pero también este año se han roto otros límites: 2017 violadas en marzo, 23,905 delitos de violencia familiar en mayo y 27,751 llamadas efectivas y de emergencia al 911 relacionadas por violencia contra la mujer en mayo.

En cuanto al costo económico que significa que México sea el séptimo país mas violento a nivel mundial, éste fue de 4.71 billones de pesos en 2020, lo que equivale al 22.5% del PIB nacional. Esto es, siete veces la inversión en salud pública y mas de seis veces aquella invertida en educación; ya transformado a personas, el costo es de 36,893 pesos al año: el doble del ingreso promedio anual por habitante. ¡Lo que significaría en cuanto a calidad de vida e ingresos poder vivir en paz! Claro, de acuerdo al mismo estudio el gasto en seguridad pública disminuyó en un 31.4% entre 2015 y 2020, mientras que el gasto en el sistema de justicia se redujo en un 2.9%; en contraposición, el costo en seguridad privada aumentó en 86.2%.

Los indicadores para medir la paz positiva en México que peor se presentan son “Buen Funcionamiento del Gobierno” y “Bajos Niveles de Corrupción”. Allá donde las instituciones fallan y la impunidad impera, crece la delincuencia organizada y toda clase de delitos. Si se suman a estos indicadores la poca inversión en prevención de adicciones, la educación a partir de golpes y humillaciones tan acendrada en nuestra sociedad y la falta absoluta de respeto a las normas y leyes, inclusive con dichos como que “las leyes están hechas para romperse” o que “quien no tranza no avanza”, se entiende la íntima responsabilidad de los altísimos índices de violencia entre la ciudadanía y el gobierno.

Hace solo unos años, la sociedad daba espalda a los enfrentamientos entre grupos delincuenciales. Pensábamos que era algo que nunca nos alcanzaría; hoy, con miles de desaparecidos, familias enlutadas y temor fundado inclusive en el seno del hogar, queda clara la consigna del prócer de la No Violencia, Mahatma Gandhi: ojo por ojo y el mundo terminará ciego. Así está ya México. Urge acción.

El 02 de octubre, recordando el aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi y en homenaje al líder del movimiento de la Independencia de la India y pionero de la filosofía de la no violencia, para el mundo esa fecha significa la conmemoración del Día Internacional de la No Violencia, designado por La Asamblea General de las Naciones Unidas el 15 de junio de 2007.

México, nuestra amada patria, que desde hace ya al menos veinte años está en franco y permanente estado de guerra interna entre cárteles de la delincuencia organizada, parece que rema en contrasentido del mundo. Es demencial que este 2021, cuando se cumplen 20 años de la profunda reforma de Derechos Humanos, se revele como el año mas violento de la historia. Por un lado todo el andamiaje institucional insiste en el respeto al principio pro-persona y por el otro, en la vida cotidiana, las y los ciudadanos ya no encuentran lugar pacífico al cual huir para emprender, criar familia y buscar nuevas, mejores y por supuesto mas pacíficas formas de vivir.

El Instituto para la Economía y la Paz, en el documento “Índice de Paz México 2021”, destaca cifras espeluznantes de la violencia en México y su impacto económico además del social. La paz en México ha disminuido en un 18.8% en los últimos seis años: el deterioro se debió principalmente a un aumento del 84% en la tasa nacional de homicidios, que pasó de 15.1 muertes por cada 100,000 habitantes en 2015 a 27.8 en 2020. Los crímenes de la delincuencia organizada han crecido 40.5% desde 2015. Destaca narcomenudeo con un crecimiento de 125% en el mismo periodo.

Se destacan las diferencias entre asesinatos de hombres y mujeres, ya que si bien el 90% de todas las víctimas de homicidio son hombres, la mayoría de estos homicidios están vinculados a la delincuencia organizada. De hecho, el homicidio fue la principal causa de muerte entre los hombres de 10 a 54 años. Por el contrario, es más probable que las muertes de mujeres estén asociadas a la violencia de pareja. Tan solo en los últimos 6 años los feminicidios han aumentado en un 130% con 5,219 asesinadas por alguna razón de género, es decir, solo por haber nacido mujeres. Agosto, con 107 feminicidios, es la cifra mas alta de la historia.

Feminicidio por supuesto, es el delito mayor, la cúspide del odio a las mujeres, pero también este año se han roto otros límites: 2017 violadas en marzo, 23,905 delitos de violencia familiar en mayo y 27,751 llamadas efectivas y de emergencia al 911 relacionadas por violencia contra la mujer en mayo.

En cuanto al costo económico que significa que México sea el séptimo país mas violento a nivel mundial, éste fue de 4.71 billones de pesos en 2020, lo que equivale al 22.5% del PIB nacional. Esto es, siete veces la inversión en salud pública y mas de seis veces aquella invertida en educación; ya transformado a personas, el costo es de 36,893 pesos al año: el doble del ingreso promedio anual por habitante. ¡Lo que significaría en cuanto a calidad de vida e ingresos poder vivir en paz! Claro, de acuerdo al mismo estudio el gasto en seguridad pública disminuyó en un 31.4% entre 2015 y 2020, mientras que el gasto en el sistema de justicia se redujo en un 2.9%; en contraposición, el costo en seguridad privada aumentó en 86.2%.

Los indicadores para medir la paz positiva en México que peor se presentan son “Buen Funcionamiento del Gobierno” y “Bajos Niveles de Corrupción”. Allá donde las instituciones fallan y la impunidad impera, crece la delincuencia organizada y toda clase de delitos. Si se suman a estos indicadores la poca inversión en prevención de adicciones, la educación a partir de golpes y humillaciones tan acendrada en nuestra sociedad y la falta absoluta de respeto a las normas y leyes, inclusive con dichos como que “las leyes están hechas para romperse” o que “quien no tranza no avanza”, se entiende la íntima responsabilidad de los altísimos índices de violencia entre la ciudadanía y el gobierno.

Hace solo unos años, la sociedad daba espalda a los enfrentamientos entre grupos delincuenciales. Pensábamos que era algo que nunca nos alcanzaría; hoy, con miles de desaparecidos, familias enlutadas y temor fundado inclusive en el seno del hogar, queda clara la consigna del prócer de la No Violencia, Mahatma Gandhi: ojo por ojo y el mundo terminará ciego. Así está ya México. Urge acción.