/ viernes 15 de julio de 2022

Mirador del sur | La contaminación auditiva

La contaminación auditiva es parte del estado anárquico en el que vivimos en los municipios del sur del estado, y se presenta de muchas maneras, que no son evitadas por las autoridades locales.

Este problema se registra desde un baile popular ensordecedor hasta el vendedor de tamales, pan y los camiones que ofrecen gas LP, a temprana hora.

La tarea inicialmente corresponde a los cabildos para regular este tipo de actividades, que deben ser vigiladas por las direcciones de Protección Civil y así dar un cambio en nuestra cultura popular, que debe encauzarse a un orden público desde quienes ambulan con productos comercializables. Tomemos en cuenta, que a temprana hora hay menores de edad y personas de la tercera edad que duermen y necesitan descanso, por lo que escuchar al vendedor de pan con la tradicional voz de Germán Valdés “Tin Tán” ya no es tan agradable como verlo en alguna de sus históricas películas.

Y peor es el ruido de las gaseras, a las que deben supervisar sus decibeles, los que causan afectaciones y enojo, al alterar la privación familiar.

Habrá quienes hagan menos este tema de la contaminación auditiva, pero es un asunto que abona a la descomposición social al producir daños psicosomáticos.

Entendamos que no vivimos en urbes o grandes ciudades, pero el crecimiento poblacional abre el abanico para una mayor dinámica social.

¿QUÉ ES LA CONTAMINACIÓN AUDITIVA?

Se llama contaminación acústica o sonora al exceso de sonido que altera las condiciones normales del ambiente en una determinada zona. Si bien el ruido no se acumula, traslada o perdura en el tiempo como las otras contaminaciones, también puede causar grandes daños en la calidad de vida de las personas si no se controla bien o adecuadamente. El término “contaminación acústica” hace referencia al ruido (entendido como sonido excesivo y molesto), que produce efectos negativos sobre la salud auditiva, física y mental de los seres vivos.

Está estrechamente relacionado con el ruido debido a que esta se da cuando el ruido es considerado como un contaminante, es decir, un sonido molesto que puede producir efectos nocivos fisiológicos y psicológicos para una persona o grupo de personas.

Por lo tanto, está en manos de nuestras autoridades el regular este problema, que abona a un entorno descompuesto y alterado, el que no es deseado en quienes buscan paz y tranquilidad.

NO LE GRITEN

Llegar a ser autoridad en diferentes niveles de gobierno cambia a muchos y hay quienes sienten ser superiores a los demás, por lo que no admiten que les levanten la voz y ni siquiera la mirada. Caso reciente ocurrió el domingo pasado en el salón de cabildos de Zacatelco, donde el presidente municipal Hildeberto Pérez Álvarez, se sintió agredido porque le habló fuerte y directo el secretario del ejido de la comuna, Benjamín Portillo.

Lo que es claro, que cuando un representante popular no hace bien las cosas, como resultado están respuestas enérgicas y hasta groseras de inconformes.

El alcalde del llamado “corazón del sur” debe entender, que no es agradable violar la autonomía ejidal para cobrar a campesinos, que venden productos del campo.

La contaminación auditiva es parte del estado anárquico en el que vivimos en los municipios del sur del estado, y se presenta de muchas maneras, que no son evitadas por las autoridades locales.

Este problema se registra desde un baile popular ensordecedor hasta el vendedor de tamales, pan y los camiones que ofrecen gas LP, a temprana hora.

La tarea inicialmente corresponde a los cabildos para regular este tipo de actividades, que deben ser vigiladas por las direcciones de Protección Civil y así dar un cambio en nuestra cultura popular, que debe encauzarse a un orden público desde quienes ambulan con productos comercializables. Tomemos en cuenta, que a temprana hora hay menores de edad y personas de la tercera edad que duermen y necesitan descanso, por lo que escuchar al vendedor de pan con la tradicional voz de Germán Valdés “Tin Tán” ya no es tan agradable como verlo en alguna de sus históricas películas.

Y peor es el ruido de las gaseras, a las que deben supervisar sus decibeles, los que causan afectaciones y enojo, al alterar la privación familiar.

Habrá quienes hagan menos este tema de la contaminación auditiva, pero es un asunto que abona a la descomposición social al producir daños psicosomáticos.

Entendamos que no vivimos en urbes o grandes ciudades, pero el crecimiento poblacional abre el abanico para una mayor dinámica social.

¿QUÉ ES LA CONTAMINACIÓN AUDITIVA?

Se llama contaminación acústica o sonora al exceso de sonido que altera las condiciones normales del ambiente en una determinada zona. Si bien el ruido no se acumula, traslada o perdura en el tiempo como las otras contaminaciones, también puede causar grandes daños en la calidad de vida de las personas si no se controla bien o adecuadamente. El término “contaminación acústica” hace referencia al ruido (entendido como sonido excesivo y molesto), que produce efectos negativos sobre la salud auditiva, física y mental de los seres vivos.

Está estrechamente relacionado con el ruido debido a que esta se da cuando el ruido es considerado como un contaminante, es decir, un sonido molesto que puede producir efectos nocivos fisiológicos y psicológicos para una persona o grupo de personas.

Por lo tanto, está en manos de nuestras autoridades el regular este problema, que abona a un entorno descompuesto y alterado, el que no es deseado en quienes buscan paz y tranquilidad.

NO LE GRITEN

Llegar a ser autoridad en diferentes niveles de gobierno cambia a muchos y hay quienes sienten ser superiores a los demás, por lo que no admiten que les levanten la voz y ni siquiera la mirada. Caso reciente ocurrió el domingo pasado en el salón de cabildos de Zacatelco, donde el presidente municipal Hildeberto Pérez Álvarez, se sintió agredido porque le habló fuerte y directo el secretario del ejido de la comuna, Benjamín Portillo.

Lo que es claro, que cuando un representante popular no hace bien las cosas, como resultado están respuestas enérgicas y hasta groseras de inconformes.

El alcalde del llamado “corazón del sur” debe entender, que no es agradable violar la autonomía ejidal para cobrar a campesinos, que venden productos del campo.