/ miércoles 18 de agosto de 2021

Mujeres que saben latín | Quien dice sabio, dice feliz

Gabrielle Émilie Le Tonnelier de Breteuil, marquesa de Châtelet, nació en París el 17 de septiembre en el seno de una familia noble.

Creció en un contexto aristocrático, en el cual, podríamos afirmar, que su vida ya estaba definida; sin embargo, Gabrielle se sintió muy atraída por el conocimiento, todo le causaba curiosidad.

Recibió una educación completa y no tradicional, leyó a Cicerón, estudió física y matemáticas, hablaba italiano, español, alemán, de igual forma leía filosofía en griego y latín; su padre fue el barón de Preuilly, quien recibía frecuentemente a filósofos, científicos y matemáticos que alimentaron la curiosidad de Gabrielle.

Estuvo fuertemente influenciada por el filósofo francés René Descartes, gracias a él comprendió la relación que existe entre la ciencia y la metafísica, así como la exigencia de un pensamiento, claro, metódico y racional. En 1733 se rencontró con François-Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire, a quien conoció desde que era pequeña.

En 1737 la Academia de Ciencias convocó a un concurso de ensayo sobre la naturaleza del fuego y su forma de propagación. Voltaire y Gabrielle hicieron experimentos juntos, pero sus conclusiones fueron distintas, así que ambos participaron de manera independiente, aunque ninguno ganó.

El trabajo de Du Chatelet fue publicado en 1744. En ese año también escribió Las Instituciones de la Física, texto que redactó para que su hijo comprendiera los principios de la física, especialmente la de Newton. Fue el primer libro de ciencias escrito para jóvenes en Francia. También redactó el texto Discurso de la Felicidad: “Quien dice sabio, dice feliz”.

En 1745 tradujo la obra de Newton, Philosophiae Naturalis Principia Mathermatica –un texto muy complicado- con comentarios que facilitaban la comprensión, así como suplementos que enriquecían la información.

El trabajo fue arduo, le tomó más de tres años y en ese contexto se embarazó. Deseaba terminar antes del parto, su hija nació cuando ella estaba en su despacho trabajando, lamentablemente la madre murió ocho días después, así como la bebé en los días posteriores. La obra se publicó en 1759.

Gabrielle Émilie Le Tonnelier de Breteuil, marquesa de Châtelet, nació en París el 17 de septiembre en el seno de una familia noble.

Creció en un contexto aristocrático, en el cual, podríamos afirmar, que su vida ya estaba definida; sin embargo, Gabrielle se sintió muy atraída por el conocimiento, todo le causaba curiosidad.

Recibió una educación completa y no tradicional, leyó a Cicerón, estudió física y matemáticas, hablaba italiano, español, alemán, de igual forma leía filosofía en griego y latín; su padre fue el barón de Preuilly, quien recibía frecuentemente a filósofos, científicos y matemáticos que alimentaron la curiosidad de Gabrielle.

Estuvo fuertemente influenciada por el filósofo francés René Descartes, gracias a él comprendió la relación que existe entre la ciencia y la metafísica, así como la exigencia de un pensamiento, claro, metódico y racional. En 1733 se rencontró con François-Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire, a quien conoció desde que era pequeña.

En 1737 la Academia de Ciencias convocó a un concurso de ensayo sobre la naturaleza del fuego y su forma de propagación. Voltaire y Gabrielle hicieron experimentos juntos, pero sus conclusiones fueron distintas, así que ambos participaron de manera independiente, aunque ninguno ganó.

El trabajo de Du Chatelet fue publicado en 1744. En ese año también escribió Las Instituciones de la Física, texto que redactó para que su hijo comprendiera los principios de la física, especialmente la de Newton. Fue el primer libro de ciencias escrito para jóvenes en Francia. También redactó el texto Discurso de la Felicidad: “Quien dice sabio, dice feliz”.

En 1745 tradujo la obra de Newton, Philosophiae Naturalis Principia Mathermatica –un texto muy complicado- con comentarios que facilitaban la comprensión, así como suplementos que enriquecían la información.

El trabajo fue arduo, le tomó más de tres años y en ese contexto se embarazó. Deseaba terminar antes del parto, su hija nació cuando ella estaba en su despacho trabajando, lamentablemente la madre murió ocho días después, así como la bebé en los días posteriores. La obra se publicó en 1759.