/ martes 5 de abril de 2022

Mujeres que saben latín | Una valiente revolucionaria

Valentina Ramírez Avitia nació el 14 de febrero de 1893 en Norotal, Durango. Su padre fue Norberto Ramírez, quien era labrador y se mantenía muy informado sobre la situación política del país. Su madre, Micaela Avitia tuvo cinco hijos, Valentina fue la cuarta. Cuando la Revolución estalló, el padre de familia comentó su deseo de participar en la lucha del país, su hija estaba dispuesta a acompañarlo. Poco tiempo después, el padre, falleció sin cumplir su deseo.

Así que Valentina reunió todo su coraje y con tan solo 17 años marchó a la batalla. Sin embargo, su condición femenina era un impedimento, así que decidió -al igual que Mulán- vestirse de varón y tomar el nombre de Juan Ramírez. Para adoptar por completo la personalidad masculina, observó cuidadosamente a sus hermanos, aprendió a montar a caballo, a saludar y caminar como un varón. El 12 de enero de 1911 se enlistó con el General Ramón Iturbide, tenía el grado de soldado.

Valentina engañó por completo a todos, Juan Ramírez era un revolucionario temido y respetado, se paseaba por el campo de batalla con su carabina 30-30, las cartucheras cruzadas en el pecho y un enorme sombrero, en el que se escondían sus trenzas.

amírez participó en la toma de Tamazula y Culiacán, su desempeño fue ejemplar, así que rápidamente obtuvo el grado de teniente. Se dice que un compañero la descubrió al verle las trenzas, la revolucionaria huyó velozmente. Vivió en la indigencia el resto de su vida, murió a causa de un incendio en su casa el 4 de abril de 1979.

La famosa salsa Valentina se llama así en su honor. Cuando hablamos de mujeres revolucionarias pensamos inmediatamente en Carmen Serdán, pero ella no fue la única en participar. Hay cientos de soldaderas -las llamadas adelitas- rieleras, marietas que dieron su vida por un país mejor. Recordarlas es la mejor forma de agradecerles.

Valentina Ramírez Avitia nació el 14 de febrero de 1893 en Norotal, Durango. Su padre fue Norberto Ramírez, quien era labrador y se mantenía muy informado sobre la situación política del país. Su madre, Micaela Avitia tuvo cinco hijos, Valentina fue la cuarta. Cuando la Revolución estalló, el padre de familia comentó su deseo de participar en la lucha del país, su hija estaba dispuesta a acompañarlo. Poco tiempo después, el padre, falleció sin cumplir su deseo.

Así que Valentina reunió todo su coraje y con tan solo 17 años marchó a la batalla. Sin embargo, su condición femenina era un impedimento, así que decidió -al igual que Mulán- vestirse de varón y tomar el nombre de Juan Ramírez. Para adoptar por completo la personalidad masculina, observó cuidadosamente a sus hermanos, aprendió a montar a caballo, a saludar y caminar como un varón. El 12 de enero de 1911 se enlistó con el General Ramón Iturbide, tenía el grado de soldado.

Valentina engañó por completo a todos, Juan Ramírez era un revolucionario temido y respetado, se paseaba por el campo de batalla con su carabina 30-30, las cartucheras cruzadas en el pecho y un enorme sombrero, en el que se escondían sus trenzas.

amírez participó en la toma de Tamazula y Culiacán, su desempeño fue ejemplar, así que rápidamente obtuvo el grado de teniente. Se dice que un compañero la descubrió al verle las trenzas, la revolucionaria huyó velozmente. Vivió en la indigencia el resto de su vida, murió a causa de un incendio en su casa el 4 de abril de 1979.

La famosa salsa Valentina se llama así en su honor. Cuando hablamos de mujeres revolucionarias pensamos inmediatamente en Carmen Serdán, pero ella no fue la única en participar. Hay cientos de soldaderas -las llamadas adelitas- rieleras, marietas que dieron su vida por un país mejor. Recordarlas es la mejor forma de agradecerles.