/ miércoles 8 de junio de 2022

Nada Personal | A un año

Lo dicen los que saben: en política hay quienes ganando pierden y quienes perdiendo ganan.

Ganar y perder pueden parecer términos absolutos, algo binario, pero en política no es así.

Y es que depende de lo que se ha ganado y de lo que se ha perdido, y de cómo se ha ganado y cómo se ha perdido.

Es por eso que muchas veces una victoria es la antesala de una serie de derrotas y, en contraparte, una derrota es la antesala de una serie de victorias.

Lo anterior viene a colación a un año de la histórica jornada electoral del 6 de junio de 2021 en Tlaxcala, donde pocos fueron los que ganaron y muchos los que resultaron derrotados.

A 12 meses, es evidente que varios de los actuales representantes populares que triunfaron en las urnas, perdieron al momento de ejercer el gobierno.

Ejemplos hay muchos, pero para no ir lejos ahí está el caso de Xicohtzinco, donde Luis Ángel Barroso Ramírez ganó en las urnas la contienda por la presidencia municipal, pero perdió al salir a la luz las ilegalidades para lograr ese triunfo y por ello es un personaje repudiado por su propio pueblo.

Desde hace un año esa demarcación, ubicada al sur de la entidad, representa un foco de ingobernabilidad y ni el Poder Ejecutivo o el Congreso del Estado han tenido la capacidad para solucionarlo.

Las negligencias y omisiones oficiales ya le costaron la vida a Gabriel N. el pasado domingo 22 de mayo, mientras que Fernando N., otro ciudadano que apoya el Movimiento por la Recuperación de Xicohtzinco, fue baleado en noviembre por el exalcalde José Isabel Badillo Jaramillo, quien se encuentra prófugo al tener una orden de aprehensión.

Hasta hoy el conflicto en Xicohtzinco sigue más vivo que nunca y no se descarta que ese ánimo de repudio se contagie a otras demarcaciones ante los excesos y opacidad con la que se conducen sus autoridades.

DIME CON QUIÉN ANDAS…

A Gustavo Jiménez (quien en el papel es alcalde de Chiautempan) y a su hijo Juan Carlos (quien en la práctica ejerce el cargo), les viene bien aquel refrán popular: “dime con quién andas y te diré quién eres”.

O bien: “dime quién es tu director de Seguridad Pública Municipal y te diré cuáles son tus intenciones”.

A mediados de febrero pasado, integrantes del Cabildo de Chiautempan aprobaron la separación del cargo de Agustín Durán como director de Seguridad.

El argumento fue el aumento en los índices de inseguridad, presuntos actos de corrupción y una denuncia penal por acoso sexual en contra de dos efectivos.

Al relevo entró Ángel Pérez, presentado como una carta fuerte para hacerle frente a la delincuencia imperante, pero apenas se acomodaba en el cargo y el originario de Apetatitlán fue removido con el mismo argumento de los escasos resultados.

Es así que desde el viernes 3 de junio fue nombrado el tercer director de Seguridad de Chiautempan en tan solo nueve meses de gobierno de Gustavo Jiménez.

Se trata de Jesús Herrera Moreno, exregidor priista en el trienio de Linda Marina Munive Temoltzin, quien tras su corta y gris carrera política, encontró cobijo en el tema de seguridad.

Sin embargo, su paso por esa área se ha visto empañado ya que como director del Cereso de Tepeaca, Puebla, fue acusado de cometer abusos y presuntos actos de corrupción, lo que derivó en un motín que fue noticia nacional.

En el gobierno de los priistas Mariano González y Marco Mena, Jesús Herrera logró acomodarse en la entonces Comisión Estatal de Seguridad hasta llegar a ser director de los Ceresos, donde también fue objeto de imputaciones por vejaciones hacia internos y custodios, a quienes presuntamente les pedía cobro de piso.

En abril de 2018, Jesús Herrera saltó a la fama por el escándalo que provocó la extraña muerte de la joven “niñera” Elisa N., quien tras ser evidenciada mediante videos golpeando a dos menores de edad dentro de una casa en la que trabajaba, fue hallada estrangulada horas después de su ingreso a una celda del anexo femenil de Apizaco, caso que fue declarado como cerrado al ser manejado oficialmente como un suicidio, pese a las dudas y acusaciones interpuestas por parte de sus familiares.



moises.morales@elsoldetlaxcala.com.mx


Lo dicen los que saben: en política hay quienes ganando pierden y quienes perdiendo ganan.

Ganar y perder pueden parecer términos absolutos, algo binario, pero en política no es así.

Y es que depende de lo que se ha ganado y de lo que se ha perdido, y de cómo se ha ganado y cómo se ha perdido.

Es por eso que muchas veces una victoria es la antesala de una serie de derrotas y, en contraparte, una derrota es la antesala de una serie de victorias.

Lo anterior viene a colación a un año de la histórica jornada electoral del 6 de junio de 2021 en Tlaxcala, donde pocos fueron los que ganaron y muchos los que resultaron derrotados.

A 12 meses, es evidente que varios de los actuales representantes populares que triunfaron en las urnas, perdieron al momento de ejercer el gobierno.

Ejemplos hay muchos, pero para no ir lejos ahí está el caso de Xicohtzinco, donde Luis Ángel Barroso Ramírez ganó en las urnas la contienda por la presidencia municipal, pero perdió al salir a la luz las ilegalidades para lograr ese triunfo y por ello es un personaje repudiado por su propio pueblo.

Desde hace un año esa demarcación, ubicada al sur de la entidad, representa un foco de ingobernabilidad y ni el Poder Ejecutivo o el Congreso del Estado han tenido la capacidad para solucionarlo.

Las negligencias y omisiones oficiales ya le costaron la vida a Gabriel N. el pasado domingo 22 de mayo, mientras que Fernando N., otro ciudadano que apoya el Movimiento por la Recuperación de Xicohtzinco, fue baleado en noviembre por el exalcalde José Isabel Badillo Jaramillo, quien se encuentra prófugo al tener una orden de aprehensión.

Hasta hoy el conflicto en Xicohtzinco sigue más vivo que nunca y no se descarta que ese ánimo de repudio se contagie a otras demarcaciones ante los excesos y opacidad con la que se conducen sus autoridades.

DIME CON QUIÉN ANDAS…

A Gustavo Jiménez (quien en el papel es alcalde de Chiautempan) y a su hijo Juan Carlos (quien en la práctica ejerce el cargo), les viene bien aquel refrán popular: “dime con quién andas y te diré quién eres”.

O bien: “dime quién es tu director de Seguridad Pública Municipal y te diré cuáles son tus intenciones”.

A mediados de febrero pasado, integrantes del Cabildo de Chiautempan aprobaron la separación del cargo de Agustín Durán como director de Seguridad.

El argumento fue el aumento en los índices de inseguridad, presuntos actos de corrupción y una denuncia penal por acoso sexual en contra de dos efectivos.

Al relevo entró Ángel Pérez, presentado como una carta fuerte para hacerle frente a la delincuencia imperante, pero apenas se acomodaba en el cargo y el originario de Apetatitlán fue removido con el mismo argumento de los escasos resultados.

Es así que desde el viernes 3 de junio fue nombrado el tercer director de Seguridad de Chiautempan en tan solo nueve meses de gobierno de Gustavo Jiménez.

Se trata de Jesús Herrera Moreno, exregidor priista en el trienio de Linda Marina Munive Temoltzin, quien tras su corta y gris carrera política, encontró cobijo en el tema de seguridad.

Sin embargo, su paso por esa área se ha visto empañado ya que como director del Cereso de Tepeaca, Puebla, fue acusado de cometer abusos y presuntos actos de corrupción, lo que derivó en un motín que fue noticia nacional.

En el gobierno de los priistas Mariano González y Marco Mena, Jesús Herrera logró acomodarse en la entonces Comisión Estatal de Seguridad hasta llegar a ser director de los Ceresos, donde también fue objeto de imputaciones por vejaciones hacia internos y custodios, a quienes presuntamente les pedía cobro de piso.

En abril de 2018, Jesús Herrera saltó a la fama por el escándalo que provocó la extraña muerte de la joven “niñera” Elisa N., quien tras ser evidenciada mediante videos golpeando a dos menores de edad dentro de una casa en la que trabajaba, fue hallada estrangulada horas después de su ingreso a una celda del anexo femenil de Apizaco, caso que fue declarado como cerrado al ser manejado oficialmente como un suicidio, pese a las dudas y acusaciones interpuestas por parte de sus familiares.



moises.morales@elsoldetlaxcala.com.mx