/ miércoles 9 de marzo de 2022

Nada Personal | ¡Alto!

Este #8M miles de mujeres hicieron un alto con motivo del Día Internacional de la Mujer.

El mensaje fue claro: el ocho de marzo no es una fecha para celebrar, es para exigir igualdad en sus derechos frente a los hombres.

Representó una pausa obligada en el camino para detenernos a mirar el esfuerzo del sector femenino, desde cada una de sus trincheras, así como para observar todo lo que como sociedad nos falta cumplir para llegar a la anhelada paridad.

Es innegable que, a partir de las marchas feministas, autoridades de los diferentes niveles han asumido compromisos para frenar la violencia en contra de las mujeres.

No obstante, el panorama en muchos casos sigue siendo el mismo y datos estadísticos así lo demuestran.

Con un total de 1,006 casos, el año 2021 fue el peor en la historia de México en cuanto a feminicidios, de los cuales Tlaxcala tuvo 10, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, aunque para organizaciones de activistas son muchos más.

En 2020, la pandemia por Covid-19 paralizó al país, y con ello, a grupos feministas que mediante manifestaciones venían exigiendo un alto a todo tipo de violencia contra las mujeres.

A dos años de distancia, el panorama no ha cambiado para la gran mayoría de ellas: mujeres, niñas y adolescentes son asesinadas, otras más desaparecidas, violentadas en espacios públicos y privados, y en muchos casos más, sin oportunidades de reducir la brecha de género.

Por eso este 8 de marzo, día en que decenas de tlaxcaltecas y miles de mexicanas volvieron a tomar las calles, resulta imprescindible como sociedad saber que su lucha, es la lucha de todos.

VIOLENCIA

Estamos horrorizados por la barbarie vista entre aficionados de Gallos Blancos y Atlas, en el Estadio Corregidora de Querétaro.

Las terribles escenas difundidas en fotografías y videos que rápidamente se ‘viralizaron’ en redes sociales, conmocionaron al país por la saña nunca ante vista en un partido de futbol.

Por lo ocurrido se llegó a hablar de personas muertas; sin embargo, la autoridad estatal únicamente reportó 26 personas lesionadas, tres de ellos graves, además de que han comenzado las sanciones de la Liga MX y detenciones de los presuntos responsables.

En medio de todo esto la pregunta que salta es: ¿cómo es que llegamos a este nivel de polarización social?

Una de las probables respuestas es que de un par de décadas a la fecha, a nuestro país lo corroe un clima extremadamente violento y dividido.

Atrás quedaron algunas de las reglas de oro que en los años 80’s y 90’s se enseñaban en los hogares y las aulas: “no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan”; “se cosecha lo que se siembra” y “la violencia genera más violencia”.

La violencia comienza por la palabra, por la falta de respeto y termina con la agresión física en cualquiera de sus modos.

Basta con encender el televisor durante las mañanas para notar la forma en que el país es dividido entre liberales y conservadores desde Palacio Nacional, narrativa presidencial en la que el grupo en el poder politiza todo ante lo que llama “momentos de definición”.

Esas posturas radicales también se observan en las redes sociales, donde los videos más exitosos y compartidos son aquellos en los que más se grita, insulta y agrede físicamente.

Si el contexto de violencia y polarización en México contribuyó al acto brutal registrado en el estadio Corregidora, es necesario un ejercicio de autocrítica para saber en qué nos estamos convirtiendo como humanos y hasta qué grado ejercemos violencia en nuestro entorno.

ADIVINA ADIVINADOR

¿A qué se deberá el sepulcral silencio de la Procuradora de Tlaxcala, Ernestina Carro Roldán, por el asesinato de Jesús Ortega Martínez, comandante la Policía de Investigación adscrito a la región Calpulalpan?

La actitud evasiva de la “abogada de Tlaxcala” contrasta con su discurso del pasado 14 de enero, cuando convocó a rueda de prensa para dar a conocer la detención de una persona por el homicidio del exdiputado Miltón López.

Por cierto, el asesinato de Jesús Ortega ocurrió en una fiesta en casa de una exdiputada, cuyos familiares no solo exigieron a paramédicos llevarse el cuerpo pese a ya estar muerto, sino que modificaron la escena del crimen al lavar la sangre y retirar los casquillos, lo que a todas luces es un delito. ¿Hará algo Procuradora?

Este #8M miles de mujeres hicieron un alto con motivo del Día Internacional de la Mujer.

El mensaje fue claro: el ocho de marzo no es una fecha para celebrar, es para exigir igualdad en sus derechos frente a los hombres.

Representó una pausa obligada en el camino para detenernos a mirar el esfuerzo del sector femenino, desde cada una de sus trincheras, así como para observar todo lo que como sociedad nos falta cumplir para llegar a la anhelada paridad.

Es innegable que, a partir de las marchas feministas, autoridades de los diferentes niveles han asumido compromisos para frenar la violencia en contra de las mujeres.

No obstante, el panorama en muchos casos sigue siendo el mismo y datos estadísticos así lo demuestran.

Con un total de 1,006 casos, el año 2021 fue el peor en la historia de México en cuanto a feminicidios, de los cuales Tlaxcala tuvo 10, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, aunque para organizaciones de activistas son muchos más.

En 2020, la pandemia por Covid-19 paralizó al país, y con ello, a grupos feministas que mediante manifestaciones venían exigiendo un alto a todo tipo de violencia contra las mujeres.

A dos años de distancia, el panorama no ha cambiado para la gran mayoría de ellas: mujeres, niñas y adolescentes son asesinadas, otras más desaparecidas, violentadas en espacios públicos y privados, y en muchos casos más, sin oportunidades de reducir la brecha de género.

Por eso este 8 de marzo, día en que decenas de tlaxcaltecas y miles de mexicanas volvieron a tomar las calles, resulta imprescindible como sociedad saber que su lucha, es la lucha de todos.

VIOLENCIA

Estamos horrorizados por la barbarie vista entre aficionados de Gallos Blancos y Atlas, en el Estadio Corregidora de Querétaro.

Las terribles escenas difundidas en fotografías y videos que rápidamente se ‘viralizaron’ en redes sociales, conmocionaron al país por la saña nunca ante vista en un partido de futbol.

Por lo ocurrido se llegó a hablar de personas muertas; sin embargo, la autoridad estatal únicamente reportó 26 personas lesionadas, tres de ellos graves, además de que han comenzado las sanciones de la Liga MX y detenciones de los presuntos responsables.

En medio de todo esto la pregunta que salta es: ¿cómo es que llegamos a este nivel de polarización social?

Una de las probables respuestas es que de un par de décadas a la fecha, a nuestro país lo corroe un clima extremadamente violento y dividido.

Atrás quedaron algunas de las reglas de oro que en los años 80’s y 90’s se enseñaban en los hogares y las aulas: “no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan”; “se cosecha lo que se siembra” y “la violencia genera más violencia”.

La violencia comienza por la palabra, por la falta de respeto y termina con la agresión física en cualquiera de sus modos.

Basta con encender el televisor durante las mañanas para notar la forma en que el país es dividido entre liberales y conservadores desde Palacio Nacional, narrativa presidencial en la que el grupo en el poder politiza todo ante lo que llama “momentos de definición”.

Esas posturas radicales también se observan en las redes sociales, donde los videos más exitosos y compartidos son aquellos en los que más se grita, insulta y agrede físicamente.

Si el contexto de violencia y polarización en México contribuyó al acto brutal registrado en el estadio Corregidora, es necesario un ejercicio de autocrítica para saber en qué nos estamos convirtiendo como humanos y hasta qué grado ejercemos violencia en nuestro entorno.

ADIVINA ADIVINADOR

¿A qué se deberá el sepulcral silencio de la Procuradora de Tlaxcala, Ernestina Carro Roldán, por el asesinato de Jesús Ortega Martínez, comandante la Policía de Investigación adscrito a la región Calpulalpan?

La actitud evasiva de la “abogada de Tlaxcala” contrasta con su discurso del pasado 14 de enero, cuando convocó a rueda de prensa para dar a conocer la detención de una persona por el homicidio del exdiputado Miltón López.

Por cierto, el asesinato de Jesús Ortega ocurrió en una fiesta en casa de una exdiputada, cuyos familiares no solo exigieron a paramédicos llevarse el cuerpo pese a ya estar muerto, sino que modificaron la escena del crimen al lavar la sangre y retirar los casquillos, lo que a todas luces es un delito. ¿Hará algo Procuradora?