/ miércoles 19 de enero de 2022

Nada Personal | De mal en peor

Si la Cuarta Transformación, esa que pregona el presidente Andrés Manuel López Obrador, quisiera evidenciar lo que NO se debe hacer como gobernante, el alcalde Jorge Corichi Fragoso es el mejor ejemplo.

El munícipe morenista ha ido de mal en peor en escasos cuatro meses y medio de los largos tres años que le tocará estar al frente del municipio más trascendente de la entidad.

Cosa de ver que ya estamos en enero de 2022 y desde el pasado mes de septiembre la ciudadanía desconoce a la estructura orgánica de su administración y mucho menos los antecedentes de varios de sus directores de área “foráneos”, lo que contradice la transparencia que la 4T pregona con su trillado “no mentir, no robar, no traicionar”.

A su arribo al cargo, Jorge Corichi se fusiló las conferencias “Mañaneras” y a su entender implementó un modelo similar a las de su líder moral, pero no pasaron ni dos meses y ese acercamiento con medios de comunicación fracasó y ahora hace todo lo posible por no dar la cara a la prensa ante los grandes problemas que enfrenta su gestión.

El morenista que logró el triunfo –hay que decirlo- gracias al arrastre de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, se subió en su ladrillo muy rápido y para evitar atender a los molestos regidores nombró a Paul Hernández Gómez como enlace de los integrantes del Cabildo con el Presidente Municipal, pero la cosa resulta irrisoria porque ahora el alcalde capitalino tampoco recibe al supuesto enlace.

Uno de los actos más bochornosos del gobierno municipal de Tlaxcala se suscitó la tarde del pasado miércoles 12 de enero, cuando al menos cuatro de los 11 presidentes de comunidad acudieron a la novena sesión ordinaria de Cabildo en evidente estado de ebriedad y a pesar de percatarse el alcalde de esa situación, solapó la actitud negligente por tratarse de sus aliados, lo que sin duda enfadó a seis de los siete regidores que ya se pronunciaron y exigen a Jorge Corichi que inicie una investigación para deslindar responsabilidades, sancionar las faltas y evitar en lo sucesivo actos que denigran el quehacer público y político.

Y cuando creíamos haber visto todo, el alcalde capitalino fue evidenciado por una torpeza más como lo fue la corrida de toros del pasado domingo 16 de enero.

Y es que el munícipe se ufanó al decir que no se violarían las medidas sanitarias ni mucho menos el aforo, pero ocurrió todo lo contrario.

Empero, la empresa organizadora del evento afirma que el aforo del 70 % se cumplió al contar con evidencia física de que se vendieron y recibieron en el acceso principal alrededor de mil 600 boletos pagados, pero el personal de Jorge Corichi no contempló a toreros y sus cuadrillas, ganaderos, medios de comunicación, monosabios, juez y auxiliar, banda de música, cortesías, etcétera, lo cual fue un error y dejó de manifiesto su novatez y desconocimiento de los eventos taurinos.

No me lo crea pero lo ocurrido en la Plaza de Toros el pasado 16 de enero desilusionó a empresarios que organizan este tipo de eventos, como parte del rescate de la actividad económica de la entidad, pues descubrieron que la capital cuenta con un gobernante no solo “antitaurino”, sino nada institucional.

De las promesas incumplidas, como esa de regresar a los artesanos a la Plaza Xicohténcatl o mejorar las pésimas calles del municipio, mejor no hablamos, pues eso le corresponde juzgarlo a la ciudadanía.

DE PENA AJENA

Y ya que hablamos de gobernantes morenistas, resulta de pena ajena lo ocurrido en Chiautempan, donde dice gobernar Gustavo Jiménez Romero, aunque en los hechos el que hace y deshace es su hijo Juan Carlos.

Usar un “diablito” para los adornos navideños colocados durante más de un mes en las principales calles; no pagarles su primera quincena del año a los empleados de base, de confianza y policías; tener un Tesorero que duplicó los recibos de cobro con tal de sacar dinero mediante el llamado “robo hormiga” y cobrar parquímetro sin contar con un contrato vigente, son solo algunas de las linduras con las que tendrá que cargar el alcalde sarapero el resto de su administración

Por cierto, a partir de esta semana la oficina del presidente Gustavo Jiménez fue trasladada a las antiguas instalaciones de la fábrica Santa Teresa, pero al momento no se ha dicho cuánto le costará al erario su capricho por el simple hecho de que le trae viejos recuerdos porque de adolescente trabajó ahí.

Si la Cuarta Transformación, esa que pregona el presidente Andrés Manuel López Obrador, quisiera evidenciar lo que NO se debe hacer como gobernante, el alcalde Jorge Corichi Fragoso es el mejor ejemplo.

El munícipe morenista ha ido de mal en peor en escasos cuatro meses y medio de los largos tres años que le tocará estar al frente del municipio más trascendente de la entidad.

Cosa de ver que ya estamos en enero de 2022 y desde el pasado mes de septiembre la ciudadanía desconoce a la estructura orgánica de su administración y mucho menos los antecedentes de varios de sus directores de área “foráneos”, lo que contradice la transparencia que la 4T pregona con su trillado “no mentir, no robar, no traicionar”.

A su arribo al cargo, Jorge Corichi se fusiló las conferencias “Mañaneras” y a su entender implementó un modelo similar a las de su líder moral, pero no pasaron ni dos meses y ese acercamiento con medios de comunicación fracasó y ahora hace todo lo posible por no dar la cara a la prensa ante los grandes problemas que enfrenta su gestión.

El morenista que logró el triunfo –hay que decirlo- gracias al arrastre de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, se subió en su ladrillo muy rápido y para evitar atender a los molestos regidores nombró a Paul Hernández Gómez como enlace de los integrantes del Cabildo con el Presidente Municipal, pero la cosa resulta irrisoria porque ahora el alcalde capitalino tampoco recibe al supuesto enlace.

Uno de los actos más bochornosos del gobierno municipal de Tlaxcala se suscitó la tarde del pasado miércoles 12 de enero, cuando al menos cuatro de los 11 presidentes de comunidad acudieron a la novena sesión ordinaria de Cabildo en evidente estado de ebriedad y a pesar de percatarse el alcalde de esa situación, solapó la actitud negligente por tratarse de sus aliados, lo que sin duda enfadó a seis de los siete regidores que ya se pronunciaron y exigen a Jorge Corichi que inicie una investigación para deslindar responsabilidades, sancionar las faltas y evitar en lo sucesivo actos que denigran el quehacer público y político.

Y cuando creíamos haber visto todo, el alcalde capitalino fue evidenciado por una torpeza más como lo fue la corrida de toros del pasado domingo 16 de enero.

Y es que el munícipe se ufanó al decir que no se violarían las medidas sanitarias ni mucho menos el aforo, pero ocurrió todo lo contrario.

Empero, la empresa organizadora del evento afirma que el aforo del 70 % se cumplió al contar con evidencia física de que se vendieron y recibieron en el acceso principal alrededor de mil 600 boletos pagados, pero el personal de Jorge Corichi no contempló a toreros y sus cuadrillas, ganaderos, medios de comunicación, monosabios, juez y auxiliar, banda de música, cortesías, etcétera, lo cual fue un error y dejó de manifiesto su novatez y desconocimiento de los eventos taurinos.

No me lo crea pero lo ocurrido en la Plaza de Toros el pasado 16 de enero desilusionó a empresarios que organizan este tipo de eventos, como parte del rescate de la actividad económica de la entidad, pues descubrieron que la capital cuenta con un gobernante no solo “antitaurino”, sino nada institucional.

De las promesas incumplidas, como esa de regresar a los artesanos a la Plaza Xicohténcatl o mejorar las pésimas calles del municipio, mejor no hablamos, pues eso le corresponde juzgarlo a la ciudadanía.

DE PENA AJENA

Y ya que hablamos de gobernantes morenistas, resulta de pena ajena lo ocurrido en Chiautempan, donde dice gobernar Gustavo Jiménez Romero, aunque en los hechos el que hace y deshace es su hijo Juan Carlos.

Usar un “diablito” para los adornos navideños colocados durante más de un mes en las principales calles; no pagarles su primera quincena del año a los empleados de base, de confianza y policías; tener un Tesorero que duplicó los recibos de cobro con tal de sacar dinero mediante el llamado “robo hormiga” y cobrar parquímetro sin contar con un contrato vigente, son solo algunas de las linduras con las que tendrá que cargar el alcalde sarapero el resto de su administración

Por cierto, a partir de esta semana la oficina del presidente Gustavo Jiménez fue trasladada a las antiguas instalaciones de la fábrica Santa Teresa, pero al momento no se ha dicho cuánto le costará al erario su capricho por el simple hecho de que le trae viejos recuerdos porque de adolescente trabajó ahí.