Si una institución ha fallado para que los casos de Covid-19 se agraven en Tlaxcala, es la Iglesia Católica.
La filosofía popular dice que: “para hacer caldo de pollo, primero necesitas tener el pollo” y eso mismo ocurre con las incesantes fiestas de boda, 15 años y bautizos, donde lo fundamental es la misa.
Es decir, la lógica básica y el sentido común refieren que si no hay misas, tampoco hay fiesta y asunto arreglado.
Pero ¡oh sorpresa! en un estado tan tradicionalista como Tlaxcala, con un 90 por ciento de su población que profesa la fe católica, ha sido prácticamente imposible suspender las celebraciones que ahora son llamadas “fiestas Covid”.
REBASADO
Como creyente duele aceptarlo, pero la simulación ha sido en los últimos meses la carta de presentación de gran parte de quienes integran la grey católica tlaxcalteca al desobedecer las instrucciones de su jerarca, Julio César Salcedo Aquino, quien se ha visto rebasado.
Basta recordar que el martes 17 de marzo de 2020, un día después de que el gobernador Marco Mena anunció la suspensión de clases y muchas otras acciones preventivas por la pandemia, la Diócesis emitió un comunicado para sumarse al cuidado de la gente.
De entrada, suspendió la Semana Santa y manifestó que se cancelarían las misas dominicales y se reprogramarían las fiestas patronales, algo que evidentemente se cumplió a medias al evidenciarse eventos religiosos masivos en diversas demarcaciones.
Con la llegada de 2021 y ante el aumento de contagios y decesos Covid-19, generados en gran medida por las celebraciones decembrinas, el sábado 9 de enero la Diócesis de Tlaxcala emitió un nuevo comunicado para anunciar serias medidas aplicables hasta el 2 de febrero, entre ellas suspender y reprogramar las misas de boda, 15 años, bautizos, etcétera.
Sin embargo, la necia realidad que siempre se empeña en llevar la contraria demostró que en iglesias como la Basílica de Ocotlán se seguían efectuando misas por fiestas particulares.
El domingo 17 de enero, tras darse a conocer que Tlaxcala se encontraría en semáforo rojo del 18 al 31 de enero, el Obispo emitió un “comunicado urgente” en el que anunció el cierre de todos los templos religiosos, con actividades a puerta cerrada, sin fieles y transmitidos por plataformas digitales.
Lo lamentable es que muy pocos sacerdotes le hicieron caso y cifras oficiales revelan que en 36 de los 60 municipios tlaxcaltecas se recibieron 123 reportes por fiestas sociales y religiosas.
Una de dos: o existen sacerdotes rebeldes que no acatan las órdenes del Obispo para ya no celebrar misas de bodas, 15 años y demás festejos… o de plano hay simulación y mientras por un lado se dice una cosa, por el otro se hace exactamente todo lo contrario.
Aunque me excomulguen, debe decirse fuerte y claro que la Iglesia Católica tlaxcalteca ha fallado y, posiblemente, esa riesgosa exposición ha provocado el deceso de sacerdotes que han contraído Covid-19, como recientemente ocurrió con el “Padre Fierro”, de Xaloztoc.