/ lunes 1 de noviembre de 2021

Nada Personal | “Huachigas”

Este 31 de octubre Tlaxcala y Puebla despertaron con una noticia alarmante: la explosión de un ducto de Pemex derivado de la extracción ilegal del hidrocarburo conocida coloquialmente como “huachigas”. El modus operandi de las bandas de robo de combustible mutó hace un par de años y del llamado “huachicol”, que es la sustracción ilegal de gasolina y diésel, pasaron al “huachigaseo”.

El problema es por demás preocupante no solo por la vulnerabilidad en la que se encuentra la población de la región sur de Tlaxcala y su colindancia con Puebla, sino porque pese a las promesas gubernamentales, el robo de combustible persiste.

Al asumir el poder el 1 de diciembre de 2018, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que se terminaría el robo de combustibles y que “ni huachicol arriba ni huachicol abajo”.

Luego, en su Primer Informe de Gobierno en Palacio Nacional, el mandatario federal destacó como parte de sus primeros resultados el ‘plan antihuachicol’ para frenar el robo a Petróleos Mexicanos.

“Hoy puedo informar que el robo de combustibles se ha reducido en un 94 por ciento y ello nos permitirá recuperar 50 mil millones de pesos este año”, presumió el titular del Ejecutivo federal y también líder moral de Morena.

No obstante, meses atrás la operación de una toma clandestina causó la explosión y el incendio de una zanja o canal que cobró la vida de 137 personas y provocó lesiones a decenas más en el municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo.

Es cierto, se luchó para combatir el robo de gasolina y el combustible dejó de pasar por los ductos para ser trasladado en pipas con custodia militar. Empero, no se ha podido vencer a estas grandes mafias que se dedican al robo de combustible, en este caso de gas, cuyo manejo es mucho más peligroso que el de gasolina.

La explosión en San Pablo Xochimehuacán, junta auxiliar de Puebla vecina al municipio de San Pablo del Monte, Tlaxcala, evidenció que las autoridades están muy lejos de erradicar este flagelo y que si no se actúa y aplica la ley con mayor rigor, los daños serán no solo financieros y materiales, sino también con mayores pérdidas humanas.

COORDINACIÓN

Vale la pena reconocer el trabajo de colaboración de corporaciones policiacas municipales, estatales y federales, de bomberos y protección civil de Puebla y Tlaxcala que tan pronto recibieron reportes vía 911, alrededor de las 01:34 horas de la madrugada, procedieron a constituirse para inspeccionar, dar aviso a la CFE para cortar el servicio de electricidad y comenzaron a evacuar a más de dos mil personas.

Gracias a ello se logró salvar muchas vidas y hoy se cuentan 11 lesionados registrados y únicamente un muerto.

Lamentablemente de esos 11 lesionados, cinco están muy graves al tener quemaduras hasta en el 75 por ciento de su cuerpo, entre ellos cuatro niños.

En el caso de Tlaxcala, autoridades habilitaron tres refugios temporales que recibieron a más de 700 personas para ofrecerles alimento, transporte y servicio médico.

Si bien la zona quedó devastada al quedar destruidas 35 casas, al grado de ser comparada con una zona de guerra, hay que puntualizar que la tragedia no fue lo que pudo haber sido en número de lesionados y muertos, sin una actuación oportuna de las autoridades.

De momento no se descarta que entre los escombros existan más víctimas mortales y el deseo es que no sea así y que lo ocurrido no se repita jamás.

DE RISA

Qué bueno que el alcalde capitalino, Jorge Corichi Fragoso, es asesorado por personajes bien capacitados traídos de la Ciudad de México, Puebla y hasta de Michoacán, de lo contrario su gobierno estaría mucho peor de como se encuentra ahora.

Resulta de risa su reciente comunicado en el que en el primer párrafo y con letras negritas anuncia “el rescate de las tradiciones y costumbres propias de la festividad de días de muertos” con la colocación de una ofrenda frente a la sede del Ayuntamiento y un festival que es más de lo mismo vivido en años pasados.

¿En serio sus asesores desconocen que en Tlaxcala el Día de Muertos es una de las tradiciones más arraigadas y no necesita que un nuevo gobierno, con apenas dos meses de gestión, trate de descubrir el hilo negro para “rescatarla” con una ofrenda? Es pregunta, no afirmación. Aunque difícilmente sabrán la repuesta, pues para eso sería necesario que conocieran Tlaxcala y a los tlaxcaltecas.

Este 31 de octubre Tlaxcala y Puebla despertaron con una noticia alarmante: la explosión de un ducto de Pemex derivado de la extracción ilegal del hidrocarburo conocida coloquialmente como “huachigas”. El modus operandi de las bandas de robo de combustible mutó hace un par de años y del llamado “huachicol”, que es la sustracción ilegal de gasolina y diésel, pasaron al “huachigaseo”.

El problema es por demás preocupante no solo por la vulnerabilidad en la que se encuentra la población de la región sur de Tlaxcala y su colindancia con Puebla, sino porque pese a las promesas gubernamentales, el robo de combustible persiste.

Al asumir el poder el 1 de diciembre de 2018, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que se terminaría el robo de combustibles y que “ni huachicol arriba ni huachicol abajo”.

Luego, en su Primer Informe de Gobierno en Palacio Nacional, el mandatario federal destacó como parte de sus primeros resultados el ‘plan antihuachicol’ para frenar el robo a Petróleos Mexicanos.

“Hoy puedo informar que el robo de combustibles se ha reducido en un 94 por ciento y ello nos permitirá recuperar 50 mil millones de pesos este año”, presumió el titular del Ejecutivo federal y también líder moral de Morena.

No obstante, meses atrás la operación de una toma clandestina causó la explosión y el incendio de una zanja o canal que cobró la vida de 137 personas y provocó lesiones a decenas más en el municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo.

Es cierto, se luchó para combatir el robo de gasolina y el combustible dejó de pasar por los ductos para ser trasladado en pipas con custodia militar. Empero, no se ha podido vencer a estas grandes mafias que se dedican al robo de combustible, en este caso de gas, cuyo manejo es mucho más peligroso que el de gasolina.

La explosión en San Pablo Xochimehuacán, junta auxiliar de Puebla vecina al municipio de San Pablo del Monte, Tlaxcala, evidenció que las autoridades están muy lejos de erradicar este flagelo y que si no se actúa y aplica la ley con mayor rigor, los daños serán no solo financieros y materiales, sino también con mayores pérdidas humanas.

COORDINACIÓN

Vale la pena reconocer el trabajo de colaboración de corporaciones policiacas municipales, estatales y federales, de bomberos y protección civil de Puebla y Tlaxcala que tan pronto recibieron reportes vía 911, alrededor de las 01:34 horas de la madrugada, procedieron a constituirse para inspeccionar, dar aviso a la CFE para cortar el servicio de electricidad y comenzaron a evacuar a más de dos mil personas.

Gracias a ello se logró salvar muchas vidas y hoy se cuentan 11 lesionados registrados y únicamente un muerto.

Lamentablemente de esos 11 lesionados, cinco están muy graves al tener quemaduras hasta en el 75 por ciento de su cuerpo, entre ellos cuatro niños.

En el caso de Tlaxcala, autoridades habilitaron tres refugios temporales que recibieron a más de 700 personas para ofrecerles alimento, transporte y servicio médico.

Si bien la zona quedó devastada al quedar destruidas 35 casas, al grado de ser comparada con una zona de guerra, hay que puntualizar que la tragedia no fue lo que pudo haber sido en número de lesionados y muertos, sin una actuación oportuna de las autoridades.

De momento no se descarta que entre los escombros existan más víctimas mortales y el deseo es que no sea así y que lo ocurrido no se repita jamás.

DE RISA

Qué bueno que el alcalde capitalino, Jorge Corichi Fragoso, es asesorado por personajes bien capacitados traídos de la Ciudad de México, Puebla y hasta de Michoacán, de lo contrario su gobierno estaría mucho peor de como se encuentra ahora.

Resulta de risa su reciente comunicado en el que en el primer párrafo y con letras negritas anuncia “el rescate de las tradiciones y costumbres propias de la festividad de días de muertos” con la colocación de una ofrenda frente a la sede del Ayuntamiento y un festival que es más de lo mismo vivido en años pasados.

¿En serio sus asesores desconocen que en Tlaxcala el Día de Muertos es una de las tradiciones más arraigadas y no necesita que un nuevo gobierno, con apenas dos meses de gestión, trate de descubrir el hilo negro para “rescatarla” con una ofrenda? Es pregunta, no afirmación. Aunque difícilmente sabrán la repuesta, pues para eso sería necesario que conocieran Tlaxcala y a los tlaxcaltecas.