/ lunes 8 de junio de 2020

Nada personal | Reflexiones

En marzo de 1994, a mis 10 años de edad, descubrí que de adulto quería ser reportero.

La historia es muy larga, pero la resumo en que el hecho que me marcó fue el caso Colosio.

Si bien tuve la influencia de mi padre Aristeo Morales “El Santanero” para inclinarme por esta profesión, pues él ejerció el periodismo por una década de forma empírica -aunque con pasión y mucha ética-, fue en las aulas donde inició a moldearse mi criterio y la práctica diaria en las calles definió lo que ahora soy.


A más de 16 años de labor y a propósito del 7 de junio, Día de la Libertad de Expresión en México (instaurado en tiempos de Benito Juárez y consagrado en los artículos 6 y 7 de la Constitución), estoy convencido de que el ejercicio periodístico debe abrazarse con oficio y desempeñarse con profesionalismo.


El escritor Carlos Fuentes un día se preguntó: “¿es otra la misión más inmediata de los periodistas que incomodar, quebrantar dogmas o afirmar verdades desagradables?”. Y él mismo se responde: “la misión de los periodistas es informar con veracidad y oportunidad. La inconformidad puede ser una consecuencia de la información, pero no su objetivo”.


Lo propio del periodismo es contar las noticias, no callarlas; explicarlas, no manipularlas; sintetizarlas, no embrollarlas. Nuestra misión es destripar los hechos para contarlos luego.


Los periodistas “son la memoria de los otros”, definió el escritor Jorge Luis Borges. No por nada Gabriel García Márquez sostiene que “la vocación es algo que se trae dentro desde que se nace y contrariarla es lo peor para la salud”.


Pero aparte de la vocación, ¿qué más se necesita para ser periodista? Acaso el periodista y poeta Renato Leduc respondería que es necesario poseer las siguientes condiciones: “no ser pendejo, darse cuenta de las cosas, analizar los sucesos para saber no solo de dónde provienen, sino sopesar la importancia que tienen, y escribir la noticia y/o el comentario en forma objetiva y sincera, y no lo que quieren que diga el gobernante”.


Javier Darío Restrepo recetó que “la ética y la técnica son indispensables en el periodismo; la primera es el alma de la segunda e impone actitudes: quien se proponga ser el mejor periodista, tendrá que ser también el más ético y viceversa”.


Ryszard Kapunscinki, considerado el mejor reportero de los últimos tiempos, establecería, primero que todo que “los cínicos no sirven para este oficio”.


Para Judith Bolch y Kay Miller, el periodista “no trabaja tanto por el dinero, porque no habría sueldo que compensara sus tareas. Trabaja para su medio al que le da su tiempo, su salud, su cerebro, sus horas de sueño y de alimentos, y a veces hasta su vida para sacar noticias, y cree que el sol sale para que los hombres tengan luz para leer lo que escribe”.


Mi reconocimiento para todos mis compañeros periodistas tlaxcaltecas comprometidos con la verdad de los hechos, saben lo mucho que los admiro. Mi gratitud al director de El Sol de Tlaxcala, Máximo Hernández Cervantes, por su confianza, pero sobre todo mi agradecimiento a los lectores, sin ellos el periodista no es nadie.


moisés.morales@elsoldetlaxcala.com.mx


En marzo de 1994, a mis 10 años de edad, descubrí que de adulto quería ser reportero.

La historia es muy larga, pero la resumo en que el hecho que me marcó fue el caso Colosio.

Si bien tuve la influencia de mi padre Aristeo Morales “El Santanero” para inclinarme por esta profesión, pues él ejerció el periodismo por una década de forma empírica -aunque con pasión y mucha ética-, fue en las aulas donde inició a moldearse mi criterio y la práctica diaria en las calles definió lo que ahora soy.


A más de 16 años de labor y a propósito del 7 de junio, Día de la Libertad de Expresión en México (instaurado en tiempos de Benito Juárez y consagrado en los artículos 6 y 7 de la Constitución), estoy convencido de que el ejercicio periodístico debe abrazarse con oficio y desempeñarse con profesionalismo.


El escritor Carlos Fuentes un día se preguntó: “¿es otra la misión más inmediata de los periodistas que incomodar, quebrantar dogmas o afirmar verdades desagradables?”. Y él mismo se responde: “la misión de los periodistas es informar con veracidad y oportunidad. La inconformidad puede ser una consecuencia de la información, pero no su objetivo”.


Lo propio del periodismo es contar las noticias, no callarlas; explicarlas, no manipularlas; sintetizarlas, no embrollarlas. Nuestra misión es destripar los hechos para contarlos luego.


Los periodistas “son la memoria de los otros”, definió el escritor Jorge Luis Borges. No por nada Gabriel García Márquez sostiene que “la vocación es algo que se trae dentro desde que se nace y contrariarla es lo peor para la salud”.


Pero aparte de la vocación, ¿qué más se necesita para ser periodista? Acaso el periodista y poeta Renato Leduc respondería que es necesario poseer las siguientes condiciones: “no ser pendejo, darse cuenta de las cosas, analizar los sucesos para saber no solo de dónde provienen, sino sopesar la importancia que tienen, y escribir la noticia y/o el comentario en forma objetiva y sincera, y no lo que quieren que diga el gobernante”.


Javier Darío Restrepo recetó que “la ética y la técnica son indispensables en el periodismo; la primera es el alma de la segunda e impone actitudes: quien se proponga ser el mejor periodista, tendrá que ser también el más ético y viceversa”.


Ryszard Kapunscinki, considerado el mejor reportero de los últimos tiempos, establecería, primero que todo que “los cínicos no sirven para este oficio”.


Para Judith Bolch y Kay Miller, el periodista “no trabaja tanto por el dinero, porque no habría sueldo que compensara sus tareas. Trabaja para su medio al que le da su tiempo, su salud, su cerebro, sus horas de sueño y de alimentos, y a veces hasta su vida para sacar noticias, y cree que el sol sale para que los hombres tengan luz para leer lo que escribe”.


Mi reconocimiento para todos mis compañeros periodistas tlaxcaltecas comprometidos con la verdad de los hechos, saben lo mucho que los admiro. Mi gratitud al director de El Sol de Tlaxcala, Máximo Hernández Cervantes, por su confianza, pero sobre todo mi agradecimiento a los lectores, sin ellos el periodista no es nadie.


moisés.morales@elsoldetlaxcala.com.mx