/ lunes 13 de julio de 2020

Nada Personal | Zozobra

Hoy se cumplen 120 días de contingencia sanitaria por Covid-19 y un sentimiento de zozobra, miedo y angustia se respira en gran parte de la sociedad tlaxcalteca.

Los números no son nada alentadores: tres mil 313 positivos, mil 874 recuperados y 466 fallecimientos reportados oficialmente por la Secretaría de Salud hasta ayer, decesos a los que se suma el del alcalde de Amaxac, Faustino Carín Molina Castillo.

La muerte del munícipe, que en julio de 2016 obtuvo el triunfo en las urnas como candidato del Partido Verde Ecologista, convoca a la reflexión por la repentina forma en que ocurrió.

Apenas el pasado jueves Carín Molina envió a un grupo de WhatsApp (del que ambos formamos parte), un video para alegrar -como todos los días- la mañana de los integrantes.

El fallecido alcalde se caracterizaba por su cariño y apoyo a las tradiciones y costumbres de su natal Amaxac, así como su gusto por la música tropical, lo que lo llevó a ganar simpatía.

Su muerte ocurrió en horas pues el viernes se puso mal, el sábado ya requería oxígeno y por la madrugada del domingo su salud empeoró y, pese a que su familia hizo todo lo posible para salvarle la vida, no lo lograron.

Al igual que Carín, médicos, enfermeras, policías, amas de casa, padres de familia y muchas personas más tienen una historia, pues su muerte no son solo cifras, son vidas. Por cierto, un aplauso a los habitantes de Guadalupe Ixcotla, Chiautempan, por convertirse en ejemplo de participación social con su confinamiento voluntario tipo “toque de queda”.

Si más comunidades o municipios tomaran una iniciativa como la asumida en esta región de Tlaxcala, seguramente las cifras por Covid-19 serían distintas.

Ojalá que a 120 días de pandemia los incrédulos que aún quedan tomen conciencia del peligro que corren y al que exponen a sus seres queridos al no cuidarse.

ALARMANTE

Lo ocurrido en el centro de rehabilitación “La Concepción” de Chiautempan, donde una joven murió al intentar escapar y otra resultó herida, debe ser investigado a fondo.

Quienes conocen el tema de los anexos coinciden en que estos sitios sirven para todo, menos para rehabilitar a personas con problemas de alcoholismo o drogadicción. Hacinamiento, maltrato, pésima alimentación, vejaciones y hasta abusos sexuales ocurren en estos sitios que, en su gran mayoría, carecen de permisos para operar.

Como simple recordatorio vale decir que en julio de 2016 murió un hombre en un “centro de rehabilitación” de la colonia El Alto y 19 más huyeron, caso que quedó en el olvido.

Las autoridades municipales, sanitarias, de procuración de justicia y derechos humanos deben investigar todo lo que ahí ocurre, pues Carla y Mitzi huían de algo o de alguien.

Un secreto a voces en los anexos de Chiautempan es la llamada “bola de la serenidad”, grillete atado al pie con un pesado metal que debe ser arrastrado por el interno para calmar su ansiedad y como recordatorio de por qué está ahí, castigo que es increíble, pero cierto y debe ser erradicado.

Hoy se cumplen 120 días de contingencia sanitaria por Covid-19 y un sentimiento de zozobra, miedo y angustia se respira en gran parte de la sociedad tlaxcalteca.

Los números no son nada alentadores: tres mil 313 positivos, mil 874 recuperados y 466 fallecimientos reportados oficialmente por la Secretaría de Salud hasta ayer, decesos a los que se suma el del alcalde de Amaxac, Faustino Carín Molina Castillo.

La muerte del munícipe, que en julio de 2016 obtuvo el triunfo en las urnas como candidato del Partido Verde Ecologista, convoca a la reflexión por la repentina forma en que ocurrió.

Apenas el pasado jueves Carín Molina envió a un grupo de WhatsApp (del que ambos formamos parte), un video para alegrar -como todos los días- la mañana de los integrantes.

El fallecido alcalde se caracterizaba por su cariño y apoyo a las tradiciones y costumbres de su natal Amaxac, así como su gusto por la música tropical, lo que lo llevó a ganar simpatía.

Su muerte ocurrió en horas pues el viernes se puso mal, el sábado ya requería oxígeno y por la madrugada del domingo su salud empeoró y, pese a que su familia hizo todo lo posible para salvarle la vida, no lo lograron.

Al igual que Carín, médicos, enfermeras, policías, amas de casa, padres de familia y muchas personas más tienen una historia, pues su muerte no son solo cifras, son vidas. Por cierto, un aplauso a los habitantes de Guadalupe Ixcotla, Chiautempan, por convertirse en ejemplo de participación social con su confinamiento voluntario tipo “toque de queda”.

Si más comunidades o municipios tomaran una iniciativa como la asumida en esta región de Tlaxcala, seguramente las cifras por Covid-19 serían distintas.

Ojalá que a 120 días de pandemia los incrédulos que aún quedan tomen conciencia del peligro que corren y al que exponen a sus seres queridos al no cuidarse.

ALARMANTE

Lo ocurrido en el centro de rehabilitación “La Concepción” de Chiautempan, donde una joven murió al intentar escapar y otra resultó herida, debe ser investigado a fondo.

Quienes conocen el tema de los anexos coinciden en que estos sitios sirven para todo, menos para rehabilitar a personas con problemas de alcoholismo o drogadicción. Hacinamiento, maltrato, pésima alimentación, vejaciones y hasta abusos sexuales ocurren en estos sitios que, en su gran mayoría, carecen de permisos para operar.

Como simple recordatorio vale decir que en julio de 2016 murió un hombre en un “centro de rehabilitación” de la colonia El Alto y 19 más huyeron, caso que quedó en el olvido.

Las autoridades municipales, sanitarias, de procuración de justicia y derechos humanos deben investigar todo lo que ahí ocurre, pues Carla y Mitzi huían de algo o de alguien.

Un secreto a voces en los anexos de Chiautempan es la llamada “bola de la serenidad”, grillete atado al pie con un pesado metal que debe ser arrastrado por el interno para calmar su ansiedad y como recordatorio de por qué está ahí, castigo que es increíble, pero cierto y debe ser erradicado.