/ martes 21 de enero de 2020

No hables en mi nombre

“Soy mujer y no necesito al feminismo” es la consigna que un grupo de mujeres españolas vestidas de verde (el color que las feministas a favor de la legalización del aborto han hecho suyo como símbolo), manifiestan en un video que circula en redes sociales.

En ese video, una mujer de mediana edad hace énfasis en que están ahí mujeres de la “España viva” para rendir homenaje a todas aquellas mujeres que lucharon por el voto, la educación y por la autonomía económica de las mujeres. Inmediatamente comienza a pronunciarse en contra de todas aquellas acciones afirmativas que el Estado Español realiza a favor de las mujeres como algo innecesario, ya que argumenta que por tener ya en la ley igualdad de derechos, se tiene igualdad de oportunidades.

Dice la manifestante que no se necesitan las cuotas laborales ni políticas porque su espacio se lo gana por mérito propio, que el Estado no debe destinar recursos a promover mujeres y que si bien está de acuerdo que a los violadores se les de cadena perpetua, aboga por no criminalizar al género masculino.

Hace unos días en una cena con amigos un hombre que se asume pro-igualdad justificó por qué en la vida cotidiana pierden las mujeres. Aquí te comparto algunos casos conversados querido lector:

En su empresa requieren trabajo de soldadura. Todos eran hombres; contrataron mujeres y la productividad y calidad subió considerablemente. Los hombres comenzaron a tener problemas entre ellos por ver quien “conquistaba” a las soldadoras. La solución no fue un programa de capacitación ni de concientización sino despedir a las mujeres aun y cuando eran excelentes en su trabajo y hacían más productiva a la empresa.

En los deportes, él sostiene que es justo que los varones tenistas ganen más que las mujeres porque hay más ingresos en un partido masculino que en uno femenino. No está de acuerdo que haya una bolsa garantizada equitativa ni admite que los horarios estelares de televisión que son los domingos, se los dan a los hombres y no a las mujeres, a quienes les dan los sábados y que eso también influye en el ingreso. Sobre el hecho que actrices como Meryl Streep, Patricia Arquette o Julianne Moore hayan denunciado ganar menos que sus compañeros actores, no hubo respuesta.

A mí me da mucho gusto que en España hayan avanzado a tal grado que ya haya mujeres que consideren no necesitar acción afirmativa alguna. Al final esa es la aspiración de igualdad sustantiva; sin embargo, en mi patria asesinan a 10 mujeres cada día, les lanzan ácido para desfigurarlas, despiden a la mujer por los deseos lascivos del hombre, 3 niñas entre 10 y 12 años tienen hijos cada día y sigue la brecha desfavorable para las mujeres en prácticamente todo.

Esa es nuestra realidad y ante ella, ante el imperio real de la desigualdad, discriminación y violencia contra las mujeres, las feministas tenemos la obligación de seguir levantando la voz para hablar en su nombre.

Dice la manifestante que no se necesitan las cuotas laborales ni políticas porque su espacio se lo gana por mérito propio, que el Estado no debe destinar recursos a promover mujeres y que si bien está de acuerdo que a los violadores se les de cadena perpetua, aboga por no criminalizar al género masculino.

“Soy mujer y no necesito al feminismo” es la consigna que un grupo de mujeres españolas vestidas de verde (el color que las feministas a favor de la legalización del aborto han hecho suyo como símbolo), manifiestan en un video que circula en redes sociales.

En ese video, una mujer de mediana edad hace énfasis en que están ahí mujeres de la “España viva” para rendir homenaje a todas aquellas mujeres que lucharon por el voto, la educación y por la autonomía económica de las mujeres. Inmediatamente comienza a pronunciarse en contra de todas aquellas acciones afirmativas que el Estado Español realiza a favor de las mujeres como algo innecesario, ya que argumenta que por tener ya en la ley igualdad de derechos, se tiene igualdad de oportunidades.

Dice la manifestante que no se necesitan las cuotas laborales ni políticas porque su espacio se lo gana por mérito propio, que el Estado no debe destinar recursos a promover mujeres y que si bien está de acuerdo que a los violadores se les de cadena perpetua, aboga por no criminalizar al género masculino.

Hace unos días en una cena con amigos un hombre que se asume pro-igualdad justificó por qué en la vida cotidiana pierden las mujeres. Aquí te comparto algunos casos conversados querido lector:

En su empresa requieren trabajo de soldadura. Todos eran hombres; contrataron mujeres y la productividad y calidad subió considerablemente. Los hombres comenzaron a tener problemas entre ellos por ver quien “conquistaba” a las soldadoras. La solución no fue un programa de capacitación ni de concientización sino despedir a las mujeres aun y cuando eran excelentes en su trabajo y hacían más productiva a la empresa.

En los deportes, él sostiene que es justo que los varones tenistas ganen más que las mujeres porque hay más ingresos en un partido masculino que en uno femenino. No está de acuerdo que haya una bolsa garantizada equitativa ni admite que los horarios estelares de televisión que son los domingos, se los dan a los hombres y no a las mujeres, a quienes les dan los sábados y que eso también influye en el ingreso. Sobre el hecho que actrices como Meryl Streep, Patricia Arquette o Julianne Moore hayan denunciado ganar menos que sus compañeros actores, no hubo respuesta.

A mí me da mucho gusto que en España hayan avanzado a tal grado que ya haya mujeres que consideren no necesitar acción afirmativa alguna. Al final esa es la aspiración de igualdad sustantiva; sin embargo, en mi patria asesinan a 10 mujeres cada día, les lanzan ácido para desfigurarlas, despiden a la mujer por los deseos lascivos del hombre, 3 niñas entre 10 y 12 años tienen hijos cada día y sigue la brecha desfavorable para las mujeres en prácticamente todo.

Esa es nuestra realidad y ante ella, ante el imperio real de la desigualdad, discriminación y violencia contra las mujeres, las feministas tenemos la obligación de seguir levantando la voz para hablar en su nombre.

Dice la manifestante que no se necesitan las cuotas laborales ni políticas porque su espacio se lo gana por mérito propio, que el Estado no debe destinar recursos a promover mujeres y que si bien está de acuerdo que a los violadores se les de cadena perpetua, aboga por no criminalizar al género masculino.