/ martes 1 de octubre de 2019

Patriarcado

En sentido literal significa gobierno de los padres. El sistema patriarcal se remonta a los años 6000 a 3000 A.C., cuando la institución de la familia, comprendía a un varón que poseía todo aquello que le rodeaba y estaba bajo su autoridad, léase tierra, esclavos, hijos, esposas y concubinas.

En los años 60’s del siglo XX, se comenzó a estudiar acerca de las causas de la dominación y subordinación del papel de la mujer ante el hombre y se encontró este arquetipo de familia que no solo mantenía el estatus patriarcal, sino lo defendía como el único correcto en una sociedad que ya para entonces cambiaba vertiginosamente y dejaba atrás la idea de la unicidad de modelo ideal para la construcción social. Hoy sería impensable, por cualquiera con dos dedos de frente, creer que un padre de familia posea a las personas que la conforman pero, en la realidad, esto sucede con más frecuencia de lo que pensamos.

Hace unos días, un monstruo exponía en redes sociales a su pequeña de 3 años en el momento en que la abusaba y la ofertaba al mejor postor argumentando: “es mi hija y se la doy a quien yo quiera”. Por supuesto estamos hablando de un caso extremo, pero en las expresiones del día a día se sigue asumiendo correcto que las características físicas de una mujer sean exaltadas y deseadas de forma lasciva aun por aquellos varones que no tienen poder sobre ellas, peor aún cuando sí lo tienen. Cosificar a esa niña o a una mujer hostigada es lo mismo, lo que distingue una conducta y otra es solo cuestión de grados, o agravantes como dicen los abogados.

Ejemplos, hay diario y de eso hablamos; en una organización puede un hombre hacer sentir hostigadas a sus compañeras y ellas asumir que los arrimones, miradas a sus senos y caderas, comentarios lujuriosos y todo tipo de expresiones que la hacen sentir miedo, las debe no solo comprender sino ¡agradecer! porque la están “halagando”, so pena de aparecer como ahora les gusta adjetivar, “feminazi” solo por defenderse y no permitir ser objeto de ese comportamiento.

  • En una organización puede un hombre hacer sentir hostigadas a sus compañeras y ellas asumir que los arrimones, miradas a sus senos y caderas, comentarios lujuriosos y todo tipo de expresiones que la hacen sentir miedo, las debe no solo comprender sino ¡agradecer! porque la están “halagando”, so pena de aparecer como ahora les gusta adjetivar, “feminazi” solo por defenderse y no permitir ser objeto de ese comportamiento.

Algunas autoras consideran que en la constitución del patriarcado moderno, los varones también pactan su poder como hermanos. Los ideales de igualdad, libertad y fraternidad remiten a este pacto entre fraters. La igualdad así entendida pues, es tan solo entre hombres. Sumemos a ello la opresión de la heterosexualidad cuasi obligatoria y el trabajo doméstico gratuito y entenderemos porqué la mujer sigue siendo un objeto, una cosa de la que se puede disponer.

La normalización de la igualdad no imperará sin que medie lucha por cambiar el estatus quo fundamentando ésta en el humanismo. La batalla pues, no es de unas contra otros, sino de unas con otros en contra de la cultura de la posesión -del patriarcado- para que todas las personas seamos consideradas y tratadas como igualmente valiosas solo por el hecho de existir, independientemente de haber nacido varón o mujer. El concepto así entendido es simple; debería ser más sencillo de lo que está siendo, ¿no?


En sentido literal significa gobierno de los padres. El sistema patriarcal se remonta a los años 6000 a 3000 A.C., cuando la institución de la familia, comprendía a un varón que poseía todo aquello que le rodeaba y estaba bajo su autoridad, léase tierra, esclavos, hijos, esposas y concubinas.

En los años 60’s del siglo XX, se comenzó a estudiar acerca de las causas de la dominación y subordinación del papel de la mujer ante el hombre y se encontró este arquetipo de familia que no solo mantenía el estatus patriarcal, sino lo defendía como el único correcto en una sociedad que ya para entonces cambiaba vertiginosamente y dejaba atrás la idea de la unicidad de modelo ideal para la construcción social. Hoy sería impensable, por cualquiera con dos dedos de frente, creer que un padre de familia posea a las personas que la conforman pero, en la realidad, esto sucede con más frecuencia de lo que pensamos.

Hace unos días, un monstruo exponía en redes sociales a su pequeña de 3 años en el momento en que la abusaba y la ofertaba al mejor postor argumentando: “es mi hija y se la doy a quien yo quiera”. Por supuesto estamos hablando de un caso extremo, pero en las expresiones del día a día se sigue asumiendo correcto que las características físicas de una mujer sean exaltadas y deseadas de forma lasciva aun por aquellos varones que no tienen poder sobre ellas, peor aún cuando sí lo tienen. Cosificar a esa niña o a una mujer hostigada es lo mismo, lo que distingue una conducta y otra es solo cuestión de grados, o agravantes como dicen los abogados.

Ejemplos, hay diario y de eso hablamos; en una organización puede un hombre hacer sentir hostigadas a sus compañeras y ellas asumir que los arrimones, miradas a sus senos y caderas, comentarios lujuriosos y todo tipo de expresiones que la hacen sentir miedo, las debe no solo comprender sino ¡agradecer! porque la están “halagando”, so pena de aparecer como ahora les gusta adjetivar, “feminazi” solo por defenderse y no permitir ser objeto de ese comportamiento.

  • En una organización puede un hombre hacer sentir hostigadas a sus compañeras y ellas asumir que los arrimones, miradas a sus senos y caderas, comentarios lujuriosos y todo tipo de expresiones que la hacen sentir miedo, las debe no solo comprender sino ¡agradecer! porque la están “halagando”, so pena de aparecer como ahora les gusta adjetivar, “feminazi” solo por defenderse y no permitir ser objeto de ese comportamiento.

Algunas autoras consideran que en la constitución del patriarcado moderno, los varones también pactan su poder como hermanos. Los ideales de igualdad, libertad y fraternidad remiten a este pacto entre fraters. La igualdad así entendida pues, es tan solo entre hombres. Sumemos a ello la opresión de la heterosexualidad cuasi obligatoria y el trabajo doméstico gratuito y entenderemos porqué la mujer sigue siendo un objeto, una cosa de la que se puede disponer.

La normalización de la igualdad no imperará sin que medie lucha por cambiar el estatus quo fundamentando ésta en el humanismo. La batalla pues, no es de unas contra otros, sino de unas con otros en contra de la cultura de la posesión -del patriarcado- para que todas las personas seamos consideradas y tratadas como igualmente valiosas solo por el hecho de existir, independientemente de haber nacido varón o mujer. El concepto así entendido es simple; debería ser más sencillo de lo que está siendo, ¿no?