/ jueves 23 de mayo de 2019

Por favor… ¡Que alguien me explique!

Object preview

Por favor… ¡Que alguien me explique!

Ángel Francisco Flores Olayo

El futuro se asoma con rostro desconsolado. Ejemplificando diré que hace cuarenta y cinco años, el D.F. terminaba donde la “cabeza de Juárez” y ya se le consideraba como una metrópoli gigante. Mi joven reflexión confiaba entonces en que las directrices nacionales detendrían con oportunidad ese colosal desarrollo. El vaso de Texcoco, era enorme espejo de agua y padecía hundimientos y tolvaneras constantes y creí que esa sería la frontera para frenar el gigantismo. Pero eran sueños guajiros, porque nada se hizo para contener. Mi temor era que aquella inmensa mancha de ciudad llegara a la cordillera de Rio Frio y la brincara. Si eso ocurría Puebla y Tlaxcala irremediablemente seriamos engullidos. En la actualidad viniendo del D.F. hacia las alturas observamos que los cerros laterales ya están poblados y que gigantescos trailers de la ciudad llevan la basura urbana hasta bien altos los cerros en donde incluso ya existen desarrollos inmobiliarios que viven amurallados. En lo personal deseaba que ese deprimente pronostico no se concretase, no quería que la vorágine poblacional nos alcanzara miraba como imposible que ese pronóstico tan deprimente llegara a concretarse, no creí que esa parafernalia nos alcanzara, porque aquello es una gigantesca “amiba” llamado Distrito Federal que crece, se disecciona y expande y no miro las políticas públicas que detengan esa colosalidad, que de seguir, brincara montañas y se desparramara hacia nuestras entidades vecinas.

El catastrófico crecimiento defeño esta direccionado hacia los cuatro puntos cardinales. Algo apremiante, terminante, concluyente hay que hacer de ya. Los discursos políticos bien intencionados no han sido suficientes. Ya tiene años que se planearon ciudades satélite alrededor del D.F., Hidalgo, Puebla, Querétaro, Tlaxcala, a donde la población se desplazaría bidireccionalmente en trenes de alta velocidad, pero esto nunca se ha concretado y en cambio, los capitalistas inmobiliarios en su desmedida codicia han creado desarrollos capitalinos que están agotando el suelo, el aire, el agua, las vías de comunicación y los servicios urbanos. La gran ciudad está a punto del colapso. Hoy existen en esta megalópolis áreas urbanas que son enormes confinamientos, disfrazados de “sitios seguros”, con “todos los servicios”.

Millones de autos y miles de industrias, han llevado a esa región capital, antes llamada “la más transparente del aire”, a vivir en una especie de nata detrítica suspendida en el aire, contaminada con cuantos venenos pueda usted imaginar y que por estos días ha llegado a un desesperado clímax, a consecuencia del estiaje tan prolongado que estamos padeciendo. En torno al D.F. y a lo largo y ancho del país se desencadenaron innumerables incendios que han agravado hasta el punto de la catástrofe, lo que obligó a que el gobierno defeño ordenara la suspensión de operaciones de miles de industrias, a restringir aún más la circulación de automóviles y el paro de labores en las escuelas. Recordemos que la región tenochca se plantó sobre un inmenso lago en donde el agua sobraba, así que la ciudad creció sobre pantanos, pero ahora escasea ese líquido para la vida. Hoy jueves dieciséis de mayo de dos mil diecinueve, para consuelo del altiplano, parece que han llegado las lluvias, lo que no se sabe es si se instalará sobre nosotros una temporada tempestuosa o solo serán algunos húmedos mensajes que nos lleguen de la costa, porque los pronósticos meteorológicos son erráticos.

El futuro esta sobre nosotros, padecemos un imparable tsunami de violencia, la economía está a la baja, la población demanda empleo, los jóvenes educación universitaria de calidad y los mayores, trabajo bien remunerado. La carestía sigue en ascenso, los señores comerciantes no tienen piedad y aunque no te dan los kilos completos te los cobran más caro, practican como sistema de enriquecimiento la especulación. Y encima, padecer esta ola de calor insoportable que tiene a los campos improductivos y está haciendo quedar mal a “San Isidro Labrador”.

La Coordinación General de Ecología tlaxcalteca informó que no hay motivos de alarma, pero lo cierto es que entre el quince de mayo y hoy en que escribo estas líneas, la bruma no permitía a lo lejano observar el perfil de la Malintzi ni de los volcanes aledaños. Sabemos que ahí están porque la cotidiana orientación así lo indica. Y si eso no era contaminación, ni vapores de lluvia, ni tolvaneras y en cambio sí padecíamos un calor infernal, entonces que se nos explique qué cosa era.

Parecen estar llegando las lluvias, con ella vendrán el descenso de los precios en los productos del campo de consumo cotidiano, la circulación del dinero que movilizará la economía, la desintoxicación del aire. Espero que también la esperanza en un futuro menos denso, en la idea de que vamos por buen camino y que desde luego vale la pena seguir en la diaria batalla, para que el mañana de nuestros hijos sea mejor que el hoy.

Object preview

Por favor… ¡Que alguien me explique!

Ángel Francisco Flores Olayo

El futuro se asoma con rostro desconsolado. Ejemplificando diré que hace cuarenta y cinco años, el D.F. terminaba donde la “cabeza de Juárez” y ya se le consideraba como una metrópoli gigante. Mi joven reflexión confiaba entonces en que las directrices nacionales detendrían con oportunidad ese colosal desarrollo. El vaso de Texcoco, era enorme espejo de agua y padecía hundimientos y tolvaneras constantes y creí que esa sería la frontera para frenar el gigantismo. Pero eran sueños guajiros, porque nada se hizo para contener. Mi temor era que aquella inmensa mancha de ciudad llegara a la cordillera de Rio Frio y la brincara. Si eso ocurría Puebla y Tlaxcala irremediablemente seriamos engullidos. En la actualidad viniendo del D.F. hacia las alturas observamos que los cerros laterales ya están poblados y que gigantescos trailers de la ciudad llevan la basura urbana hasta bien altos los cerros en donde incluso ya existen desarrollos inmobiliarios que viven amurallados. En lo personal deseaba que ese deprimente pronostico no se concretase, no quería que la vorágine poblacional nos alcanzara miraba como imposible que ese pronóstico tan deprimente llegara a concretarse, no creí que esa parafernalia nos alcanzara, porque aquello es una gigantesca “amiba” llamado Distrito Federal que crece, se disecciona y expande y no miro las políticas públicas que detengan esa colosalidad, que de seguir, brincara montañas y se desparramara hacia nuestras entidades vecinas.

El catastrófico crecimiento defeño esta direccionado hacia los cuatro puntos cardinales. Algo apremiante, terminante, concluyente hay que hacer de ya. Los discursos políticos bien intencionados no han sido suficientes. Ya tiene años que se planearon ciudades satélite alrededor del D.F., Hidalgo, Puebla, Querétaro, Tlaxcala, a donde la población se desplazaría bidireccionalmente en trenes de alta velocidad, pero esto nunca se ha concretado y en cambio, los capitalistas inmobiliarios en su desmedida codicia han creado desarrollos capitalinos que están agotando el suelo, el aire, el agua, las vías de comunicación y los servicios urbanos. La gran ciudad está a punto del colapso. Hoy existen en esta megalópolis áreas urbanas que son enormes confinamientos, disfrazados de “sitios seguros”, con “todos los servicios”.

Millones de autos y miles de industrias, han llevado a esa región capital, antes llamada “la más transparente del aire”, a vivir en una especie de nata detrítica suspendida en el aire, contaminada con cuantos venenos pueda usted imaginar y que por estos días ha llegado a un desesperado clímax, a consecuencia del estiaje tan prolongado que estamos padeciendo. En torno al D.F. y a lo largo y ancho del país se desencadenaron innumerables incendios que han agravado hasta el punto de la catástrofe, lo que obligó a que el gobierno defeño ordenara la suspensión de operaciones de miles de industrias, a restringir aún más la circulación de automóviles y el paro de labores en las escuelas. Recordemos que la región tenochca se plantó sobre un inmenso lago en donde el agua sobraba, así que la ciudad creció sobre pantanos, pero ahora escasea ese líquido para la vida. Hoy jueves dieciséis de mayo de dos mil diecinueve, para consuelo del altiplano, parece que han llegado las lluvias, lo que no se sabe es si se instalará sobre nosotros una temporada tempestuosa o solo serán algunos húmedos mensajes que nos lleguen de la costa, porque los pronósticos meteorológicos son erráticos.

El futuro esta sobre nosotros, padecemos un imparable tsunami de violencia, la economía está a la baja, la población demanda empleo, los jóvenes educación universitaria de calidad y los mayores, trabajo bien remunerado. La carestía sigue en ascenso, los señores comerciantes no tienen piedad y aunque no te dan los kilos completos te los cobran más caro, practican como sistema de enriquecimiento la especulación. Y encima, padecer esta ola de calor insoportable que tiene a los campos improductivos y está haciendo quedar mal a “San Isidro Labrador”.

La Coordinación General de Ecología tlaxcalteca informó que no hay motivos de alarma, pero lo cierto es que entre el quince de mayo y hoy en que escribo estas líneas, la bruma no permitía a lo lejano observar el perfil de la Malintzi ni de los volcanes aledaños. Sabemos que ahí están porque la cotidiana orientación así lo indica. Y si eso no era contaminación, ni vapores de lluvia, ni tolvaneras y en cambio sí padecíamos un calor infernal, entonces que se nos explique qué cosa era.

Parecen estar llegando las lluvias, con ella vendrán el descenso de los precios en los productos del campo de consumo cotidiano, la circulación del dinero que movilizará la economía, la desintoxicación del aire. Espero que también la esperanza en un futuro menos denso, en la idea de que vamos por buen camino y que desde luego vale la pena seguir en la diaria batalla, para que el mañana de nuestros hijos sea mejor que el hoy.

ÚLTIMASCOLUMNAS