/ jueves 18 de noviembre de 2021

Presidencias de comunidad

Tlaxcala se caracteriza por su grandeza histórica y cultural; y aunque algunos se empeñen en que creamos lo contrario, nuestra entidad fue pieza fundamental para formar los cimientos de lo que ahora es nuestro país.

Nuestra entidad posee varias singularidades que la hacen única y que preserva gracias a las negociaciones que hubo en la época de la Colonia, y una de ellas fue el inicio de lo que hoy son las presidencias de comunidad.

Probablemente usted, estimado lector, vive en una de las 393 comunidades que hay en el territorio tlaxcalteca; también indudablemente ha votado para elegir a su presidente de comunidad y con toda seguridad le conoce de manera directa, sabe a qué se dedica, dónde vive, quién es su familia, todo eso que sabemos de nuestros vecinos.

Es importante recordar que estas comunidades están divididas en aquellas que eligen a su autoridad mediante voto libre y secreto y las que lo hacen mediante el sistema de usos y costumbres y esto no es casualidad, ya que desde antes que llegaran los españoles a tierras tlaxcaltecas existían formas democráticas de elegir a sus autoridades conforme a sus usos y costumbres, algo que pudieron seguir manteniendo; pero, aunque la expresión subsiste, ya no tiene el mismo significado.

A través del tiempo estas autoridades han ido cambiando no solo de nombre sino también de naturaleza jurídica. Antes de 1985 las autoridades eran denominados regidores de pueblo, personas de reconocida probidad, respetados por sus vecinos y, por tanto, el indicado para representar y defender los intereses de su comunidad ante el cabildo del ayuntamiento correspondiente.

No percibían un salario, no recibían recursos públicos ni eran postulados por los partidos políticos. Posteriormente dejaron de llamarse regidores de pueblo para ser agentes municipales, luego presidentes municipales auxiliares y con ello sus atribuciones y obligaciones cambiaron y su forma de elección también.

Finalmente llegaron a llamarse presidentes de comunidad, con la posibilidad de ser postulados como candidatos por partidos políticos; ahora reciben recursos públicos, administran los ingresos de la comunidad y forman parte del cabildo, situación que ha dado lugar a que la Suprema Corte de Justicia de la Nación haya determinado sobre su derecho a votar o no en las sesiones de cabildo.

Merece la pena hacer un ejercicio de investigación para revisar la evolución de esta figura y cuál es el futuro de la misma, considerando su naturaleza original y aprovechar el papel de los y las presidentes de comunidad.

Actualmente es necesario establecer, en un contexto político distinto, el significado de “usos y costumbres”, tal vez lo mejor sea regresar a los orígenes de las presidencias de comunidad, al fin y al cabo son las autoridades más cercanas a la ciudadanía, conocen de primera mano sus necesidades y con ello generar mecanismos de participación social comunitaria que vea resultados positivos en el municipio y, a la larga, en el estado. Merece la pena un concienzudo análisis y un extenso trabajo de investigación.

Recomendación semanal

¿Se imagina una isla donde no existieran las diferencias de clase ni el dinero y donde los ciudadanos eligieran libremente a sus representantes? Pues Tomás Moro, en el año 1516, concibió la imagen de una isla ideal y la plasmó en el libro titulado “Utopía” (editorial Diario Público); esta palabra se hizo muy conocida y a través del tiempo se fue incorporando al vocabulario en varios idiomas. Actualmente la Real Academia de la Lengua Española la define como plan, proyecto, doctrina o sistema deseables que parecen de muy difícil realización. De ahí nació la palabra “utopía”, no deje de leerlo.

Tlaxcala se caracteriza por su grandeza histórica y cultural; y aunque algunos se empeñen en que creamos lo contrario, nuestra entidad fue pieza fundamental para formar los cimientos de lo que ahora es nuestro país.

Nuestra entidad posee varias singularidades que la hacen única y que preserva gracias a las negociaciones que hubo en la época de la Colonia, y una de ellas fue el inicio de lo que hoy son las presidencias de comunidad.

Probablemente usted, estimado lector, vive en una de las 393 comunidades que hay en el territorio tlaxcalteca; también indudablemente ha votado para elegir a su presidente de comunidad y con toda seguridad le conoce de manera directa, sabe a qué se dedica, dónde vive, quién es su familia, todo eso que sabemos de nuestros vecinos.

Es importante recordar que estas comunidades están divididas en aquellas que eligen a su autoridad mediante voto libre y secreto y las que lo hacen mediante el sistema de usos y costumbres y esto no es casualidad, ya que desde antes que llegaran los españoles a tierras tlaxcaltecas existían formas democráticas de elegir a sus autoridades conforme a sus usos y costumbres, algo que pudieron seguir manteniendo; pero, aunque la expresión subsiste, ya no tiene el mismo significado.

A través del tiempo estas autoridades han ido cambiando no solo de nombre sino también de naturaleza jurídica. Antes de 1985 las autoridades eran denominados regidores de pueblo, personas de reconocida probidad, respetados por sus vecinos y, por tanto, el indicado para representar y defender los intereses de su comunidad ante el cabildo del ayuntamiento correspondiente.

No percibían un salario, no recibían recursos públicos ni eran postulados por los partidos políticos. Posteriormente dejaron de llamarse regidores de pueblo para ser agentes municipales, luego presidentes municipales auxiliares y con ello sus atribuciones y obligaciones cambiaron y su forma de elección también.

Finalmente llegaron a llamarse presidentes de comunidad, con la posibilidad de ser postulados como candidatos por partidos políticos; ahora reciben recursos públicos, administran los ingresos de la comunidad y forman parte del cabildo, situación que ha dado lugar a que la Suprema Corte de Justicia de la Nación haya determinado sobre su derecho a votar o no en las sesiones de cabildo.

Merece la pena hacer un ejercicio de investigación para revisar la evolución de esta figura y cuál es el futuro de la misma, considerando su naturaleza original y aprovechar el papel de los y las presidentes de comunidad.

Actualmente es necesario establecer, en un contexto político distinto, el significado de “usos y costumbres”, tal vez lo mejor sea regresar a los orígenes de las presidencias de comunidad, al fin y al cabo son las autoridades más cercanas a la ciudadanía, conocen de primera mano sus necesidades y con ello generar mecanismos de participación social comunitaria que vea resultados positivos en el municipio y, a la larga, en el estado. Merece la pena un concienzudo análisis y un extenso trabajo de investigación.

Recomendación semanal

¿Se imagina una isla donde no existieran las diferencias de clase ni el dinero y donde los ciudadanos eligieran libremente a sus representantes? Pues Tomás Moro, en el año 1516, concibió la imagen de una isla ideal y la plasmó en el libro titulado “Utopía” (editorial Diario Público); esta palabra se hizo muy conocida y a través del tiempo se fue incorporando al vocabulario en varios idiomas. Actualmente la Real Academia de la Lengua Española la define como plan, proyecto, doctrina o sistema deseables que parecen de muy difícil realización. De ahí nació la palabra “utopía”, no deje de leerlo.