/ martes 16 de julio de 2019

Que el pueblo se lo demande

El 22 de junio de 1932, una ola de entre 20 y 30 metros de alto entró por las costas del Pacífico y reventó 100 metros tierra adentro, hasta la estación del ferrocarril; dejó destrucción y muerte en toda la localidad de Cuyutlán, hoy, tierra del municipio de Armería, Colima. Hasta esta fecha ese había sido el acontecimiento más importante y conocido de esa localidad y, hasta ahora ese nombre, Armería, era difícilmente conocido en México, cosa que cambió el pasado 10 de julio cuando una mujer golpeada por su esposo, en el seno de su hogar, acudió al municipio vecino de Tecomán a solicitar ayuda médica y a buscar que la justicia atrapara y encerrara a su agresor.

El incidente no habría pasado a mayores, se hubiese quedado como una más de las 28 mil 346 mujeres presuntas víctimas de lesiones dolosas que han sido contabilizadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de enero a mayo de este año y que en su hogar son abatidas por machos que fuera de sí o de forma premeditada abusan de su fuerza física para, a base de golpes, imponer su voluntad y brutalidad sobre cualquier forma pacífica de resolver problemas cotidianos. El asunto trascendió, porque esa mujer golpeada pero valiente, es la presidenta del DIF municipal y su agresor, su esposo, el presidente municipal; aquél que juró respetar y hacer respetar la ley so pena que el pueblo se lo demandase.

Salvador Bueno Arceo, así se llama el sujeto, fue electo el año pasado y, además de golpear a su mujer, el ayuntamiento que preside emitió un comunicado oficial que califica el hecho de la siguiente manera: “La discusión que se dio, fue como muchas ocasiones se suele dar en cualquier discusión de pareja” y aclaró que “los asuntos y problemas familiares se arreglan en casa y que lo sucedido no trascendió más allá”; para, en el siguiente párrafo, mentir y contradecirse al refrendar que “El Presidente Municipal siempre estará en contra de la violencia de género y respetará siempre la integridad física de las mujeres, apoyando y respaldando así a cualquier mujer que sufra violencia en el hogar o en su lugar de trabajo”.

La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, promulgada el 1 de febrero de 2007, como muchos otros instrumentos jurídicos, es pasada por alto todos los días por esos hombres que, escondidos en sus bravuconadas, encubren una profunda cobardía al golpear a mujeres que son incapaces de devolver golpe por golpe, o a niñas y niños que, por pequeños, no pueden defenderse de semejantes animales. Peor aún son las autoridades que esconden, permiten y, como en el caso del cobarde presidente municipal de Armería, Colima, además de todo, perpetran.

Destitución, cárcel y ejemplo en plaza. Es decir, que el pueblo demande cumplimiento de la ley a quien en lugar de velar por la seguridad comete violencia, a ver si con castigos ejemplares van entendiendo esos machitos “valientes” golpeadores de mujeres que, si golpean a una, nos golpean a todas y así lo pagarán. #NiUnaMás

El 22 de junio de 1932, una ola de entre 20 y 30 metros de alto entró por las costas del Pacífico y reventó 100 metros tierra adentro, hasta la estación del ferrocarril; dejó destrucción y muerte en toda la localidad de Cuyutlán, hoy, tierra del municipio de Armería, Colima. Hasta esta fecha ese había sido el acontecimiento más importante y conocido de esa localidad y, hasta ahora ese nombre, Armería, era difícilmente conocido en México, cosa que cambió el pasado 10 de julio cuando una mujer golpeada por su esposo, en el seno de su hogar, acudió al municipio vecino de Tecomán a solicitar ayuda médica y a buscar que la justicia atrapara y encerrara a su agresor.

El incidente no habría pasado a mayores, se hubiese quedado como una más de las 28 mil 346 mujeres presuntas víctimas de lesiones dolosas que han sido contabilizadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de enero a mayo de este año y que en su hogar son abatidas por machos que fuera de sí o de forma premeditada abusan de su fuerza física para, a base de golpes, imponer su voluntad y brutalidad sobre cualquier forma pacífica de resolver problemas cotidianos. El asunto trascendió, porque esa mujer golpeada pero valiente, es la presidenta del DIF municipal y su agresor, su esposo, el presidente municipal; aquél que juró respetar y hacer respetar la ley so pena que el pueblo se lo demandase.

Salvador Bueno Arceo, así se llama el sujeto, fue electo el año pasado y, además de golpear a su mujer, el ayuntamiento que preside emitió un comunicado oficial que califica el hecho de la siguiente manera: “La discusión que se dio, fue como muchas ocasiones se suele dar en cualquier discusión de pareja” y aclaró que “los asuntos y problemas familiares se arreglan en casa y que lo sucedido no trascendió más allá”; para, en el siguiente párrafo, mentir y contradecirse al refrendar que “El Presidente Municipal siempre estará en contra de la violencia de género y respetará siempre la integridad física de las mujeres, apoyando y respaldando así a cualquier mujer que sufra violencia en el hogar o en su lugar de trabajo”.

La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, promulgada el 1 de febrero de 2007, como muchos otros instrumentos jurídicos, es pasada por alto todos los días por esos hombres que, escondidos en sus bravuconadas, encubren una profunda cobardía al golpear a mujeres que son incapaces de devolver golpe por golpe, o a niñas y niños que, por pequeños, no pueden defenderse de semejantes animales. Peor aún son las autoridades que esconden, permiten y, como en el caso del cobarde presidente municipal de Armería, Colima, además de todo, perpetran.

Destitución, cárcel y ejemplo en plaza. Es decir, que el pueblo demande cumplimiento de la ley a quien en lugar de velar por la seguridad comete violencia, a ver si con castigos ejemplares van entendiendo esos machitos “valientes” golpeadores de mujeres que, si golpean a una, nos golpean a todas y así lo pagarán. #NiUnaMás