/ viernes 14 de enero de 2022

¿Quién se echa el trompo a la uña?

Para un estado de bienestar social en materia de salud, la autoridad estatal con su acción tiene mucho que hacer. Pero también los munícipes no deben ignorar o hacer “como que la virgen les guiña el ojo”, acerca de este tema y dejar todo al estado. Las autoridades sanitarias. Las responsables del agua potable, tanto en el suministro como en sus desechos. La que tiene que ver con las descargas industriales. Con la calidad del aire, con la educación y con protección civil entre otras. No la cumplen, pero por ley tienen una enorme carga de trabajo. La emergencia sanitaria Covid exige que abandonen actitudes burocráticas y asuman con plena responsabilidad la tarea institucional. Ya no podemos hacer “como que trabajan”, por aquello de “como que les pagan”.

Si “alquilan su tiempo” y perciben un sueldo, deben entregar resultados y en este sentido, las autoridades sanitarias deben vigilar las normas de higiene y de seguridad para la salud ciudadana. Que quienes manejen alimentos lo hagan con higiene y se deje de vender en la calle, alimentos “botanosos” de dudosa calidad y origen. Con carbohidratos excesivos, azúcares, harinas, colorantes, endulzantes, etc. Taquerías, fondas, mercados públicos, puestos ambulantes deben sujetar sus procedimientos de elaboración a las exigencias de una sociedad bien alimentada que la proteja de enfermedades. En materia de suministro de agua, cuidar ésta como a la “niña de nuestros ojos”. Es escasa, es única y de ella estamos abusando más que usando. Las embotelladoras están haciendo el negocio de su vida. El agua potable de que dispone el planeta se acabará.

¿Cómo convencer a las autoridades municipales de que el agua que surten los sistemas de agua potable a los hogares y que pagamos, debe ser de tal calidad y confianza que la bebamos directamente de la llave? Con un compromiso y certeza, hasta certificado por la autoridad sanitaria. Otro aspecto es el control de las descargas industriales, papeleras, químicas, textiles y demás que arrojan a los drenajes sustancias químicas de desecho como los ácidos con que queman la espina vegetal y con que tiñen la lana las textileras y que paran en los drenajes, penetrando suelos y contaminando mantos freáticos. El río Zahuapan y luego el Atoyac que descargan al mar llevan esos químicos, contaminando flora y fauna marina.

Pero también, las autoridades las que tienen que ver con la calidad del aire, sancionar y sacar de circulación a los vehículos contaminantes y clausurar aquellas empresas que emiten a la atmosfera venenos aéreos. La autoridad de educación debe, ni más ni menos, que cambiar los patrones de pensamiento ético de las nuevas generaciones, para que estén conscientes, mediante la enseñanza en las aulas, que este planeta es la casa de todos, que de “su salud” depende la nuestra y que salvarlo conlleva la continuidad de nuestra especie. Es mucho lo que debe hacerse en este renglón. La autoridad de protección civil debe protegernos de todo lo que sucede en las calles, negociaciones, caminos, carreteras y que significan riesgos de salud por contaminación del aire, agua y tierra.

Con solo tres acciones efectivas, los municipios les darían bienestar a sus ciudadanos. La primera, conservar ciudades y caminos limpios, libres de basura. La segunda, la imagen de las ciudades, pueblos y comunidades, sin contaminaciones visuales.

La tercera, que la miro sencilla, pero a la vez más, es el reto para los municipios y a ver quién se echa “el trompo a la uña”, y se compromete a entregar vía red de agua potable, agua cien por ciento segura y para consumo humano, para que la ciudadanía disponga del líquido con solo abrir la llave. Esta sería una contraprestación justa, porque si pagamos el servicio deben correspondernos con lo que “compramos”, es decir, “agua potable”.

Con un solo munícipe, un solo ayuntamiento que cumpliera este propósito sería suficiente para que lo cacaraqueara en todos los ámbitos y se asegurara el porvenir y una carrera política, al entregar agua potable de calidad. Algo que nadie hace y que agobia a la economía familiar, por el continuo gasto en garrafones. Suena fácil ofrecer, pero es difícil de cumplir, aunque no imposible. Bueno sería que la autoridad estatal asumiera este compromiso con los municipios del estado. ¡Ah como lo agradecería nuestra sociedad! hacer este bien en lugar de gastar los presupuestos en vehículos nuevos para que el munícipe y su familia se conforten en sus viajes.

Para un estado de bienestar social en materia de salud, la autoridad estatal con su acción tiene mucho que hacer. Pero también los munícipes no deben ignorar o hacer “como que la virgen les guiña el ojo”, acerca de este tema y dejar todo al estado. Las autoridades sanitarias. Las responsables del agua potable, tanto en el suministro como en sus desechos. La que tiene que ver con las descargas industriales. Con la calidad del aire, con la educación y con protección civil entre otras. No la cumplen, pero por ley tienen una enorme carga de trabajo. La emergencia sanitaria Covid exige que abandonen actitudes burocráticas y asuman con plena responsabilidad la tarea institucional. Ya no podemos hacer “como que trabajan”, por aquello de “como que les pagan”.

Si “alquilan su tiempo” y perciben un sueldo, deben entregar resultados y en este sentido, las autoridades sanitarias deben vigilar las normas de higiene y de seguridad para la salud ciudadana. Que quienes manejen alimentos lo hagan con higiene y se deje de vender en la calle, alimentos “botanosos” de dudosa calidad y origen. Con carbohidratos excesivos, azúcares, harinas, colorantes, endulzantes, etc. Taquerías, fondas, mercados públicos, puestos ambulantes deben sujetar sus procedimientos de elaboración a las exigencias de una sociedad bien alimentada que la proteja de enfermedades. En materia de suministro de agua, cuidar ésta como a la “niña de nuestros ojos”. Es escasa, es única y de ella estamos abusando más que usando. Las embotelladoras están haciendo el negocio de su vida. El agua potable de que dispone el planeta se acabará.

¿Cómo convencer a las autoridades municipales de que el agua que surten los sistemas de agua potable a los hogares y que pagamos, debe ser de tal calidad y confianza que la bebamos directamente de la llave? Con un compromiso y certeza, hasta certificado por la autoridad sanitaria. Otro aspecto es el control de las descargas industriales, papeleras, químicas, textiles y demás que arrojan a los drenajes sustancias químicas de desecho como los ácidos con que queman la espina vegetal y con que tiñen la lana las textileras y que paran en los drenajes, penetrando suelos y contaminando mantos freáticos. El río Zahuapan y luego el Atoyac que descargan al mar llevan esos químicos, contaminando flora y fauna marina.

Pero también, las autoridades las que tienen que ver con la calidad del aire, sancionar y sacar de circulación a los vehículos contaminantes y clausurar aquellas empresas que emiten a la atmosfera venenos aéreos. La autoridad de educación debe, ni más ni menos, que cambiar los patrones de pensamiento ético de las nuevas generaciones, para que estén conscientes, mediante la enseñanza en las aulas, que este planeta es la casa de todos, que de “su salud” depende la nuestra y que salvarlo conlleva la continuidad de nuestra especie. Es mucho lo que debe hacerse en este renglón. La autoridad de protección civil debe protegernos de todo lo que sucede en las calles, negociaciones, caminos, carreteras y que significan riesgos de salud por contaminación del aire, agua y tierra.

Con solo tres acciones efectivas, los municipios les darían bienestar a sus ciudadanos. La primera, conservar ciudades y caminos limpios, libres de basura. La segunda, la imagen de las ciudades, pueblos y comunidades, sin contaminaciones visuales.

La tercera, que la miro sencilla, pero a la vez más, es el reto para los municipios y a ver quién se echa “el trompo a la uña”, y se compromete a entregar vía red de agua potable, agua cien por ciento segura y para consumo humano, para que la ciudadanía disponga del líquido con solo abrir la llave. Esta sería una contraprestación justa, porque si pagamos el servicio deben correspondernos con lo que “compramos”, es decir, “agua potable”.

Con un solo munícipe, un solo ayuntamiento que cumpliera este propósito sería suficiente para que lo cacaraqueara en todos los ámbitos y se asegurara el porvenir y una carrera política, al entregar agua potable de calidad. Algo que nadie hace y que agobia a la economía familiar, por el continuo gasto en garrafones. Suena fácil ofrecer, pero es difícil de cumplir, aunque no imposible. Bueno sería que la autoridad estatal asumiera este compromiso con los municipios del estado. ¡Ah como lo agradecería nuestra sociedad! hacer este bien en lugar de gastar los presupuestos en vehículos nuevos para que el munícipe y su familia se conforten en sus viajes.