/ miércoles 27 de julio de 2022

Resiliencia | Uniforme único

El uso del uniforme único para los estudiantes de escuelas públicas de educación básica y media superior para el próximo ciclo escolar 2022-2023 en Tlaxcala, si bien, es un gran acierto por parte de la Secretaría de Educación Pública del Estado (SEPE), por ser una medida de apoyo económico para las familias, también lo es, que rompe con los estereotipos de género para lograr una igualdad sustantiva, ya que será el uniforme deportivo el que utilizarán, mientras que el de diario y de gala quedan eliminados.

En México, el uniforme escolar se comenzó a utilizar en las escuelas públicas a partir de los años 30, durante la administración del presidente Lázaro Cárdenas, cuando se modificó el Artículo 3 de la Constitución para que la educación en el país tuviera una base socialista, sin embargo, desde entonces la sociedad ha cambiado en demasía, por lo que se han generado polémicas y debates sobre el uso adecuado de los uniformes escolares, uno de ellos es el uniforme incluyente o neutro para romper los estereotipos de género.

De acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) un estereotipo de género es una opinión o un prejuicio generalizado acerca de atributos o características que hombres y mujeres poseen, o deberían poseer, o de las funciones sociales que ambos desempeñan, o deberían desempeñar.

Los estereotipos siguen teniendo una gran influencia en la división de roles entre mujeres y hombres en el hogar, en el lugar del trabajo y también en nuestros centros escolares, las niñas y las niños se enfrentan a estereotipos de género a edades muy tempranas que influyen en su percepción de cómo deben comportarse hombres y mujeres y que tienen repercusiones durante toda su vida y sobre sus aspiraciones futuras.

Estos estereotipos limitan el libre desarrollo de la personalidad de las personas, justifican la violencia escolar y discriminación por orientación sexual, identidad y expresión de género y vulnera el derecho a la educación.

Los códigos de vestimenta no son reglas inmutables escritas en piedra, sino convenciones sociales y culturales que deberían estar sujetos a constante revisión para ajustarlos a lo que mejor nos convenga, sobre todo tomando en cuenta que la medida del uniforme único no obliga a nadie a vestirse de modo alguno; otorga simplemente la libertad, no cierra espacios, los abre con el fin de crear escuelas tolerantes y respetuosas de los derechos y de la diversidad.

El uniforme diferenciado por sexos limita y empobrece el potencial como persona, priorizando el ser y estar antes que el ser felices, si bien la situación va más allá, en ocasiones es la sociedad la que se niega a cambiar esa forma de pensar “conservadora” donde el pantalón es para el niño y la falda para la niña, quizá por la presión social o presión escolar o parental porque los queremos hacer como nosotros queremos que sean para que encajen en un patrón que ya está bastante caduco y todavía hay mucha resistencia pues, tenemos una sociedad profundamente conservadora, misógina y machista, que requiere de un enorme acompañamiento para avanzar, lo que obliga a formar con una visión diferente desde los propios docentes, la medida se puede quedar sólo en el discurso, si no se sensibiliza antes a las comunidades escolares y a los padres de familia sobre los procesos de inclusión, además, sabemos que no solo es el tema de los uniformes, también se deben hacer adecuaciones en la infraestructura escolar para la creación de baños inclusivos, hay casos de niños, niñas, niñes con depresión severa por cuestión de las escuelas, tanto de los baños como de los uniformes y otros temas más.

Un uniforme único con la identidad sexual que cada cual auto perciba parecía algo difícil hace algunos años atrás, hoy en día gana terreno, optando por ropa que no distinga entre géneros, en tanto, este paso, pequeño pero importante hacia la igualdad de género en el ámbito educativo, es valioso también en el contexto de una crisis, por ejemplo aquellas familias donde hay más de un hijo, los hermanos pueden heredar la ropa de la escuela sin importar si se trata de ellas o ellos con el fin de evitar desigualdades, inclusos en muchos casos la ropa de los estudiantes ponía muy de manifiesto la condición social y generaba divisiones, con un simple vistazo permitía diferenciar aquellos o aquellas que provenían de buena posición o de hogares más humildes.

La decisión de permitir el uniforme neutro no terminará de golpe con la discriminación y la violencia de género, pero disparará conversaciones que harán que los estudiantes crezcan en ambientes más abiertos a la diversidad, es cierto que el uniforme neutro no va a terminar con la discriminación en las escuelas, no va a solucionar el problema de la violencia de género, no es una varita mágica que vaya a transformar de la noche a la mañana la realidad de acoso que viven muchas niñas dentro y fuera de planteles educativos, pero a partir de su implementación, miles de estudiantes podrán sentirse más cómodos durante sus clases, más libres.

Si bien no se trata de una disposición que vaya a funcionar en automático, sin duda generará y disparará conversaciones que harán que los estudiantes crezcan en ambientes más reflexivos y abiertos a la diversidad, un estudiante que es testigo de esta apertura se convertirá, seguramente, en un ciudadano más respetuoso no solo de la vestimenta, sino de las preferencias ajenas de todo tipo.


El uso del uniforme único para los estudiantes de escuelas públicas de educación básica y media superior para el próximo ciclo escolar 2022-2023 en Tlaxcala, si bien, es un gran acierto por parte de la Secretaría de Educación Pública del Estado (SEPE), por ser una medida de apoyo económico para las familias, también lo es, que rompe con los estereotipos de género para lograr una igualdad sustantiva, ya que será el uniforme deportivo el que utilizarán, mientras que el de diario y de gala quedan eliminados.

En México, el uniforme escolar se comenzó a utilizar en las escuelas públicas a partir de los años 30, durante la administración del presidente Lázaro Cárdenas, cuando se modificó el Artículo 3 de la Constitución para que la educación en el país tuviera una base socialista, sin embargo, desde entonces la sociedad ha cambiado en demasía, por lo que se han generado polémicas y debates sobre el uso adecuado de los uniformes escolares, uno de ellos es el uniforme incluyente o neutro para romper los estereotipos de género.

De acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) un estereotipo de género es una opinión o un prejuicio generalizado acerca de atributos o características que hombres y mujeres poseen, o deberían poseer, o de las funciones sociales que ambos desempeñan, o deberían desempeñar.

Los estereotipos siguen teniendo una gran influencia en la división de roles entre mujeres y hombres en el hogar, en el lugar del trabajo y también en nuestros centros escolares, las niñas y las niños se enfrentan a estereotipos de género a edades muy tempranas que influyen en su percepción de cómo deben comportarse hombres y mujeres y que tienen repercusiones durante toda su vida y sobre sus aspiraciones futuras.

Estos estereotipos limitan el libre desarrollo de la personalidad de las personas, justifican la violencia escolar y discriminación por orientación sexual, identidad y expresión de género y vulnera el derecho a la educación.

Los códigos de vestimenta no son reglas inmutables escritas en piedra, sino convenciones sociales y culturales que deberían estar sujetos a constante revisión para ajustarlos a lo que mejor nos convenga, sobre todo tomando en cuenta que la medida del uniforme único no obliga a nadie a vestirse de modo alguno; otorga simplemente la libertad, no cierra espacios, los abre con el fin de crear escuelas tolerantes y respetuosas de los derechos y de la diversidad.

El uniforme diferenciado por sexos limita y empobrece el potencial como persona, priorizando el ser y estar antes que el ser felices, si bien la situación va más allá, en ocasiones es la sociedad la que se niega a cambiar esa forma de pensar “conservadora” donde el pantalón es para el niño y la falda para la niña, quizá por la presión social o presión escolar o parental porque los queremos hacer como nosotros queremos que sean para que encajen en un patrón que ya está bastante caduco y todavía hay mucha resistencia pues, tenemos una sociedad profundamente conservadora, misógina y machista, que requiere de un enorme acompañamiento para avanzar, lo que obliga a formar con una visión diferente desde los propios docentes, la medida se puede quedar sólo en el discurso, si no se sensibiliza antes a las comunidades escolares y a los padres de familia sobre los procesos de inclusión, además, sabemos que no solo es el tema de los uniformes, también se deben hacer adecuaciones en la infraestructura escolar para la creación de baños inclusivos, hay casos de niños, niñas, niñes con depresión severa por cuestión de las escuelas, tanto de los baños como de los uniformes y otros temas más.

Un uniforme único con la identidad sexual que cada cual auto perciba parecía algo difícil hace algunos años atrás, hoy en día gana terreno, optando por ropa que no distinga entre géneros, en tanto, este paso, pequeño pero importante hacia la igualdad de género en el ámbito educativo, es valioso también en el contexto de una crisis, por ejemplo aquellas familias donde hay más de un hijo, los hermanos pueden heredar la ropa de la escuela sin importar si se trata de ellas o ellos con el fin de evitar desigualdades, inclusos en muchos casos la ropa de los estudiantes ponía muy de manifiesto la condición social y generaba divisiones, con un simple vistazo permitía diferenciar aquellos o aquellas que provenían de buena posición o de hogares más humildes.

La decisión de permitir el uniforme neutro no terminará de golpe con la discriminación y la violencia de género, pero disparará conversaciones que harán que los estudiantes crezcan en ambientes más abiertos a la diversidad, es cierto que el uniforme neutro no va a terminar con la discriminación en las escuelas, no va a solucionar el problema de la violencia de género, no es una varita mágica que vaya a transformar de la noche a la mañana la realidad de acoso que viven muchas niñas dentro y fuera de planteles educativos, pero a partir de su implementación, miles de estudiantes podrán sentirse más cómodos durante sus clases, más libres.

Si bien no se trata de una disposición que vaya a funcionar en automático, sin duda generará y disparará conversaciones que harán que los estudiantes crezcan en ambientes más reflexivos y abiertos a la diversidad, un estudiante que es testigo de esta apertura se convertirá, seguramente, en un ciudadano más respetuoso no solo de la vestimenta, sino de las preferencias ajenas de todo tipo.