/ viernes 28 de abril de 2023

Retahíla para cinéfilos | “Chupa”, el mito antimexicano de Cuarón

La bruja, el nahual, la llorona, y demás personajes míticos mexicanos, gozan la eternidad narrativa gracias a la memoria de los pueblos y el interés de nuevas generaciones más nostálgicas que curiosas. Pero, ¿hasta qué punto es necesario mantener su esencia?

Esta semana, en el top de estrenos de la plataforma de streaming más importante en el país, se encuentra “Chupa”, la reinterpretación de la aterradora figura del chupacabras, bajo la mirada creativa de Jonás Cuarón.

La historia narra la infancia de Alex, un mexicano con nacionalidad estadounidense. Luego de la muerte de su padre, el pequeño viaja a su país de origen para visitar a sus parientes y “reconectar” con sus raíces.

En medio de la algarabía chihuahuense, Alex va desarrollando su sentido de pertenencia patriótica y familiar. Sin embrago, es hasta su encuentro con Chupa que la identidad del niño termina de solidificar en verde, blanco y rojo.

Chupa es la cría de una mandada de chupacabras, criaturas codiciadas por los traficantes debido a los poderes curativos que poseen. Cuando Alex y sus primos lo encuentran en el cobertizo de su abuelo, inicia una valerosa aventura para devolverla con su madre.

Desafortunadamente, los desaciertos en la realización impiden que el argumento anterior se desarrolle con naturalidad. Aunque “Chupa” se inscribe en el género de lo fantástico, la segunda acepción de la palabra “fantástico”, que remite a la excelencia, está muy alejado de la realidad.

Resulta incomprensible que el chupacabras, ese personaje tan respetado en el centro y norte del país, termine convertido en un peluche generado por computadora cuya imagen no representa más que un tierno alebrije.

Pero lo más preocupante del caso es el desapego absoluto a la mexicanidad, considerado la nacionalidad del director. Si el cliché del filtro sepia ya era una grosería, el guion forzado de “Chupa” es traición a la Patria. Sin lugar a dudas, el mercado de Hollywood estará muy contento con ella.

Si bien, no se trata de una obra maestra, rescatemos lo positivo: entretiene, conmueve y, hasta cierto punto, divierte. Nada mal para una película de arrullo infantil.

La bruja, el nahual, la llorona, y demás personajes míticos mexicanos, gozan la eternidad narrativa gracias a la memoria de los pueblos y el interés de nuevas generaciones más nostálgicas que curiosas. Pero, ¿hasta qué punto es necesario mantener su esencia?

Esta semana, en el top de estrenos de la plataforma de streaming más importante en el país, se encuentra “Chupa”, la reinterpretación de la aterradora figura del chupacabras, bajo la mirada creativa de Jonás Cuarón.

La historia narra la infancia de Alex, un mexicano con nacionalidad estadounidense. Luego de la muerte de su padre, el pequeño viaja a su país de origen para visitar a sus parientes y “reconectar” con sus raíces.

En medio de la algarabía chihuahuense, Alex va desarrollando su sentido de pertenencia patriótica y familiar. Sin embrago, es hasta su encuentro con Chupa que la identidad del niño termina de solidificar en verde, blanco y rojo.

Chupa es la cría de una mandada de chupacabras, criaturas codiciadas por los traficantes debido a los poderes curativos que poseen. Cuando Alex y sus primos lo encuentran en el cobertizo de su abuelo, inicia una valerosa aventura para devolverla con su madre.

Desafortunadamente, los desaciertos en la realización impiden que el argumento anterior se desarrolle con naturalidad. Aunque “Chupa” se inscribe en el género de lo fantástico, la segunda acepción de la palabra “fantástico”, que remite a la excelencia, está muy alejado de la realidad.

Resulta incomprensible que el chupacabras, ese personaje tan respetado en el centro y norte del país, termine convertido en un peluche generado por computadora cuya imagen no representa más que un tierno alebrije.

Pero lo más preocupante del caso es el desapego absoluto a la mexicanidad, considerado la nacionalidad del director. Si el cliché del filtro sepia ya era una grosería, el guion forzado de “Chupa” es traición a la Patria. Sin lugar a dudas, el mercado de Hollywood estará muy contento con ella.

Si bien, no se trata de una obra maestra, rescatemos lo positivo: entretiene, conmueve y, hasta cierto punto, divierte. Nada mal para una película de arrullo infantil.