/ viernes 29 de julio de 2022

Retahíla para cinéfilos | El lector

Leer, según la Real Academia Española, es pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados.

Pero, qué hay de la lectura en voz alta, ¿existirá alguna definición que demarque la intimidad que implica apropiarse de la respiración de los escritores a partir de la propia? “El lector”, película de 2009 inspirada en la novela homónima de Bernhard Schlink, sería quizá una de las aproximaciones más sensatas por sensibles a esa pregunta.

Resultado de la reflexión, surge la historia situada en la Alemania de posguerra. Michael Berg, un joven de 15 años enferma de fiebre escarlata y uno de sus peores episodios previos al diagnóstico surge en el camino de Hanna Schmitz, una mujer de 35 años que, ante la situación, ayuda al chico a volver a casa. Ante el gesto y luego de encontrarse recuperado, Michael devuelve el favor convertido en ramo de flores para la bella y seductora Hanna. Desde el primer día de encuentro, gestan una relación sexoafectiva donde uno de los detonadores de su rutina es la lectura en voz alta que el joven dedica a los oídos de su compañera. Libros como “La dama y el perrito” y “La Odisea”, conforman poco a poco una biblioteca gestada en la cabeza de la mujer, quien días después desaparece sin dejar rastro. Atónito por el evento, pero conformado con su aventura de verano, Michael continúa sus estudios y no es hasta más adelante, en la escuela de leyes, que se reencuentra con Hanna. Sin embargo, la reaparición de la mujer que marcaría su vida ahora no está cubierta de flores y apapachos. Ahora Hannah está en medio de un juicio, pues se le acusa de tener participación en el holocausto pasado. Y este es solo el comienzo.

La adaptación fue dirigida por Stephen Daldry y el discurso de su obra provocó tal impacto que la nominaron a Mejor película de su año en los festivales de cine más importantes. Y no es para menos, Kate Winslet, Ralph Fiennes y David Kross hicieron un increíble trabajo encarnando a los complejos personajes que la protagonizan. Por otro lado, el esmero en la edición que conjunta sonido e imagen, como pocas veces, acierta en la medida justa de trasladar el ambiente hostil y semibohemio impreso en cada página de la novela. Además, la selección de diálogos recrea un refinado erotismo entre las letras y los labios de quienes las pronuncian. Esta cinta, clásica ya, deberá ser recordada como alguna de sus escenas lo afirma: “Mi consejo es que, si quiere catarsis, vaya al teatro (al cine). Por favor vaya a su literatura. ¡No vaya a los campos! Nada sale de los campos. Nada.”


Leer, según la Real Academia Española, es pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados.

Pero, qué hay de la lectura en voz alta, ¿existirá alguna definición que demarque la intimidad que implica apropiarse de la respiración de los escritores a partir de la propia? “El lector”, película de 2009 inspirada en la novela homónima de Bernhard Schlink, sería quizá una de las aproximaciones más sensatas por sensibles a esa pregunta.

Resultado de la reflexión, surge la historia situada en la Alemania de posguerra. Michael Berg, un joven de 15 años enferma de fiebre escarlata y uno de sus peores episodios previos al diagnóstico surge en el camino de Hanna Schmitz, una mujer de 35 años que, ante la situación, ayuda al chico a volver a casa. Ante el gesto y luego de encontrarse recuperado, Michael devuelve el favor convertido en ramo de flores para la bella y seductora Hanna. Desde el primer día de encuentro, gestan una relación sexoafectiva donde uno de los detonadores de su rutina es la lectura en voz alta que el joven dedica a los oídos de su compañera. Libros como “La dama y el perrito” y “La Odisea”, conforman poco a poco una biblioteca gestada en la cabeza de la mujer, quien días después desaparece sin dejar rastro. Atónito por el evento, pero conformado con su aventura de verano, Michael continúa sus estudios y no es hasta más adelante, en la escuela de leyes, que se reencuentra con Hanna. Sin embargo, la reaparición de la mujer que marcaría su vida ahora no está cubierta de flores y apapachos. Ahora Hannah está en medio de un juicio, pues se le acusa de tener participación en el holocausto pasado. Y este es solo el comienzo.

La adaptación fue dirigida por Stephen Daldry y el discurso de su obra provocó tal impacto que la nominaron a Mejor película de su año en los festivales de cine más importantes. Y no es para menos, Kate Winslet, Ralph Fiennes y David Kross hicieron un increíble trabajo encarnando a los complejos personajes que la protagonizan. Por otro lado, el esmero en la edición que conjunta sonido e imagen, como pocas veces, acierta en la medida justa de trasladar el ambiente hostil y semibohemio impreso en cada página de la novela. Además, la selección de diálogos recrea un refinado erotismo entre las letras y los labios de quienes las pronuncian. Esta cinta, clásica ya, deberá ser recordada como alguna de sus escenas lo afirma: “Mi consejo es que, si quiere catarsis, vaya al teatro (al cine). Por favor vaya a su literatura. ¡No vaya a los campos! Nada sale de los campos. Nada.”