/ viernes 2 de julio de 2021

Retahíla para cinéfilos | Fragmentado

Tenemos miedo de conocernos, y con toda razón. Desde distintas ciencias y cosmovisiones, la identidad humana no es predecible, sigue siendo un misterio; más aún, cuando se trata de identidades múltiples.

M. Nigth Shyamalan dirigió en 2017 “Fragmentado”, una cinta que apuesta por romper los lugares comunes y excava en el pozo más profundo de la naturaleza: la mente.

Kevin, el protagonista de la historia, es un hombre con 23 personalidades, algunas populares, otras apenas asomándose en ciertos momentos. Junto con su psiquiatra, la doctora Fletcher, lleva el seguimiento de una personalidad que aún no ha desarrollado y que, supuestamente, dominará al resto y pondrá en peligro su propia vida.

Mientras esto ocurre, otra de las 23 secuestra a tres adolescentes que deben aprender a trabajar en equipo, a ser observadoras y a domar cada una de las aristas de la mente de Kevin si desean sobrevivir; las chicas cumplen la función del espectador dentro del teatro multifacético de cada escena.

Además, el tiempo es un recurso fundamental para esta obra, pues el final de ella es una bomba con cuenta regresiva donde cada segundo es valioso para identificar detalles.

A pesar del número reducido de personajes en la película, se siente un elenco imponente y cuantioso. Este thriller permite introducirse en el protagonista como si de una alberca se tratara. Saltar a las emociones, los juegos y lenguajes dejan de ser un vacío y se convierten en un fuerte trampolín.

Durante los primeros minutos, aquella franqueza y realismo puro de los diálogos provocan el terror psicológico tan deseado por la industria. Sin embargo, el último tercio de la película, con ayuda de una vuelta de tuerca, cambia el género de guion a la fantasía y comienza a rondar lo inverosímil; una combinación que puede resultar tan decepcionante como aplaudible.

Ciertamente, el gran acierto, la estrella de cada minuto, es la actuación de James McAvoy: la gesticulación, los cambios de voz, las posturas, la mirada penetrante de 23 personajes en uno, es una experiencia invaluable para la historia del cine e imperdible para la vida de cualquier cinéfilo. Sin duda, se ha ganado, y mantendrá, un intrigante espacio en el paseo del “culto”.

Tenemos miedo de conocernos, y con toda razón. Desde distintas ciencias y cosmovisiones, la identidad humana no es predecible, sigue siendo un misterio; más aún, cuando se trata de identidades múltiples.

M. Nigth Shyamalan dirigió en 2017 “Fragmentado”, una cinta que apuesta por romper los lugares comunes y excava en el pozo más profundo de la naturaleza: la mente.

Kevin, el protagonista de la historia, es un hombre con 23 personalidades, algunas populares, otras apenas asomándose en ciertos momentos. Junto con su psiquiatra, la doctora Fletcher, lleva el seguimiento de una personalidad que aún no ha desarrollado y que, supuestamente, dominará al resto y pondrá en peligro su propia vida.

Mientras esto ocurre, otra de las 23 secuestra a tres adolescentes que deben aprender a trabajar en equipo, a ser observadoras y a domar cada una de las aristas de la mente de Kevin si desean sobrevivir; las chicas cumplen la función del espectador dentro del teatro multifacético de cada escena.

Además, el tiempo es un recurso fundamental para esta obra, pues el final de ella es una bomba con cuenta regresiva donde cada segundo es valioso para identificar detalles.

A pesar del número reducido de personajes en la película, se siente un elenco imponente y cuantioso. Este thriller permite introducirse en el protagonista como si de una alberca se tratara. Saltar a las emociones, los juegos y lenguajes dejan de ser un vacío y se convierten en un fuerte trampolín.

Durante los primeros minutos, aquella franqueza y realismo puro de los diálogos provocan el terror psicológico tan deseado por la industria. Sin embargo, el último tercio de la película, con ayuda de una vuelta de tuerca, cambia el género de guion a la fantasía y comienza a rondar lo inverosímil; una combinación que puede resultar tan decepcionante como aplaudible.

Ciertamente, el gran acierto, la estrella de cada minuto, es la actuación de James McAvoy: la gesticulación, los cambios de voz, las posturas, la mirada penetrante de 23 personajes en uno, es una experiencia invaluable para la historia del cine e imperdible para la vida de cualquier cinéfilo. Sin duda, se ha ganado, y mantendrá, un intrigante espacio en el paseo del “culto”.