/ viernes 21 de mayo de 2021

Retahíla para cinéfilos | Gia: la historia de una modelo

Días de excesos y una caída al vacío fue la vida de Gia Carangi, una controversial modelo estadounidense que renovó la industria del modelaje a partir de los años sesenta implementando su sello a la contracorriente de los ochenta.

La polémica vida de Gia Carangi fue interpretada por Angelina Jolie en una cinta titulada con su propio nombre y dirigida por Michael Cristofer en 1998, quien desarrolla un estilo biográfico alternado con el drama y los romances de su protagonista.

La narración comienza en la infancia de la modelo; el abandono de su madre y la severidad de su figura paterna la convirtieron en una mujer temprana arrebatando sus inocentes sueños. La escapatoria de la pequeña fue la música y rebeldía desatada en las calles de Filadelfia, donde comenzó a experimentar su cuerpo a través del lente fotográfico.

Cuando Carangi fue contratada por la poderosa agente Wilhelmina Cooper, se mudó a Nueva York y ahí ocurrió la vida.

La belleza de Gia solo fue una pequeña parte de su éxito, pues su sensual y salvaje personalidad rompieron cualquier estereotipo que se pudiera considerar apropiado para el momento. Comenzó haciendo sus primeras sesiones desnuda y, al mismo tiempo que el mundo la iba descubriendo, ella también se reconocía por primera vez. Fue con Linda, su maquilladora, con quien descubrió su homosexualidad y, tras su pérdida, también la heroína.

Esta historia de descubriendo, de desamor y dolencias está ambientada en un juego de vibrantes rojos, funestos negros y esperanzadores azules; de igual forma, el blanco y negro de cintas donde aparece la verdadera modelo fueron rescatadas para algunas escenas correspondientes a una narración oral más emotiva que la escenografía y el sax de fondo.

Es cierto que la identidad no se debate, pero si hubiera que hacerlo tendríamos que comenzar definiendo el término. A pesar de no ser una película “vieja”, sí se ubica en un periodo dorado para el cine; los arreglistas del guion supieron trabajar el doble camino entre la realidad y la ficción, entre el erotismo y la decadencia, entre lo humano y Gia.

Hace más de 20 años sus tópicos recurrentes no solo eran mal vistos, simplemente no se conocían, no se hablaban y esa es la riqueza de la película: saber que la historia está ahí para enseñarnos la realidad del presente.

Días de excesos y una caída al vacío fue la vida de Gia Carangi, una controversial modelo estadounidense que renovó la industria del modelaje a partir de los años sesenta implementando su sello a la contracorriente de los ochenta.

La polémica vida de Gia Carangi fue interpretada por Angelina Jolie en una cinta titulada con su propio nombre y dirigida por Michael Cristofer en 1998, quien desarrolla un estilo biográfico alternado con el drama y los romances de su protagonista.

La narración comienza en la infancia de la modelo; el abandono de su madre y la severidad de su figura paterna la convirtieron en una mujer temprana arrebatando sus inocentes sueños. La escapatoria de la pequeña fue la música y rebeldía desatada en las calles de Filadelfia, donde comenzó a experimentar su cuerpo a través del lente fotográfico.

Cuando Carangi fue contratada por la poderosa agente Wilhelmina Cooper, se mudó a Nueva York y ahí ocurrió la vida.

La belleza de Gia solo fue una pequeña parte de su éxito, pues su sensual y salvaje personalidad rompieron cualquier estereotipo que se pudiera considerar apropiado para el momento. Comenzó haciendo sus primeras sesiones desnuda y, al mismo tiempo que el mundo la iba descubriendo, ella también se reconocía por primera vez. Fue con Linda, su maquilladora, con quien descubrió su homosexualidad y, tras su pérdida, también la heroína.

Esta historia de descubriendo, de desamor y dolencias está ambientada en un juego de vibrantes rojos, funestos negros y esperanzadores azules; de igual forma, el blanco y negro de cintas donde aparece la verdadera modelo fueron rescatadas para algunas escenas correspondientes a una narración oral más emotiva que la escenografía y el sax de fondo.

Es cierto que la identidad no se debate, pero si hubiera que hacerlo tendríamos que comenzar definiendo el término. A pesar de no ser una película “vieja”, sí se ubica en un periodo dorado para el cine; los arreglistas del guion supieron trabajar el doble camino entre la realidad y la ficción, entre el erotismo y la decadencia, entre lo humano y Gia.

Hace más de 20 años sus tópicos recurrentes no solo eran mal vistos, simplemente no se conocían, no se hablaban y esa es la riqueza de la película: saber que la historia está ahí para enseñarnos la realidad del presente.