/ viernes 8 de abril de 2022

Retahíla para cinéfilos | “Happy Together”

The Turtles escribió una de las canciones de amor más icónicas de los años 60, “Happy Together”. En 1997 la pieza fue interpretada por Danny Chung en la multipremiada película hongkongnesa que dirigió Wong Kar-wai bajo el título de la famosa canción y esto no fue en vano, pues retrata una de las historias de amor más icónicas del cine de culto queer.

La trama se desarrolla a finales de siglo pasado en Hong Kong y nos presenta a Ho Po-wing y Lai Yiu-fai, una pareja homosexual que vive atormentada por los celos, la violencia y la inestabilidad emocional. Luego de plantearse varios escenarios en los cuales podrían mejorar su relación, los jóvenes deciden viajar a Argentina, salir de lo rutinario y reenamorarse en las Cataratas del Iguazú, pero el plan falla, se quedan a vivir en Buenos Aires y la ruptura del noviazgo se hace presente.

En medio de la desolación, toman rumbos distintos, pero al mismo tiempo unidos en la búsqueda de su propia libertad. Por un lado, Lai Yiu-fai comienza a trabajar en un bar, mientras que Ho Po-wing toma el camino de la prostitución. En su particular forma de ver la vida y por un destino casi indiscutible, sus caminos se vuelven a unir y, en una suerte de predicción maligna, su estado emocional vuelve a tornarse oscuro.

En una historia cíclica como la de estos jóvenes, uno pudiera pensar que no hay información por rescatar o atesorar narrativamente hablando. Sin embargo, los matices de la cinta están justo en las infinitas posibilidades para contar una misma historia, en las tantas formas de amarse sin pronunciar la palabra “amor”, en la poca falta que hacen las acciones para detonar una bomba, en la contradicción de personajes que aparentemente están bien definidos. Esta película nos demuestra que definitivamente menos, es más.

Qué decir del arte involucrado en su realización audiovisual. El trabajo fotográfico de Wong y Doyle refleja muy bien la identidad de la película y ese halo de melancolía plantada desde la primera aparición de los protagonistas. El uso de una paleta de azules y grises llevada hasta las últimas consecuencias en escenas que así lo ameriten resulta uno de los más valientes actos de la cinta. La nostalgia revelada en una ciudad llena de luces neón, pero asediada por el mal clima, desorden social y mentes inquietas rompen el corazón en cada tanto, al final “todos nos reconocemos en la soledad y todos luchamos por dejar de sentirnos solos”.

The Turtles escribió una de las canciones de amor más icónicas de los años 60, “Happy Together”. En 1997 la pieza fue interpretada por Danny Chung en la multipremiada película hongkongnesa que dirigió Wong Kar-wai bajo el título de la famosa canción y esto no fue en vano, pues retrata una de las historias de amor más icónicas del cine de culto queer.

La trama se desarrolla a finales de siglo pasado en Hong Kong y nos presenta a Ho Po-wing y Lai Yiu-fai, una pareja homosexual que vive atormentada por los celos, la violencia y la inestabilidad emocional. Luego de plantearse varios escenarios en los cuales podrían mejorar su relación, los jóvenes deciden viajar a Argentina, salir de lo rutinario y reenamorarse en las Cataratas del Iguazú, pero el plan falla, se quedan a vivir en Buenos Aires y la ruptura del noviazgo se hace presente.

En medio de la desolación, toman rumbos distintos, pero al mismo tiempo unidos en la búsqueda de su propia libertad. Por un lado, Lai Yiu-fai comienza a trabajar en un bar, mientras que Ho Po-wing toma el camino de la prostitución. En su particular forma de ver la vida y por un destino casi indiscutible, sus caminos se vuelven a unir y, en una suerte de predicción maligna, su estado emocional vuelve a tornarse oscuro.

En una historia cíclica como la de estos jóvenes, uno pudiera pensar que no hay información por rescatar o atesorar narrativamente hablando. Sin embargo, los matices de la cinta están justo en las infinitas posibilidades para contar una misma historia, en las tantas formas de amarse sin pronunciar la palabra “amor”, en la poca falta que hacen las acciones para detonar una bomba, en la contradicción de personajes que aparentemente están bien definidos. Esta película nos demuestra que definitivamente menos, es más.

Qué decir del arte involucrado en su realización audiovisual. El trabajo fotográfico de Wong y Doyle refleja muy bien la identidad de la película y ese halo de melancolía plantada desde la primera aparición de los protagonistas. El uso de una paleta de azules y grises llevada hasta las últimas consecuencias en escenas que así lo ameriten resulta uno de los más valientes actos de la cinta. La nostalgia revelada en una ciudad llena de luces neón, pero asediada por el mal clima, desorden social y mentes inquietas rompen el corazón en cada tanto, al final “todos nos reconocemos en la soledad y todos luchamos por dejar de sentirnos solos”.