/ sábado 4 de noviembre de 2023

Retahíla para cinéfilos | “Temporada de huracanes”: crudeza de México hecha película

Hace seis años Fernanda Melchor publicó el libro que la convirtió en precursora del boom de escritoras latinas contemporáneas, pero su novela “Temporada de huracanes” también marcó un hito en la narrativa mexicana.

La adaptación cinematográfica de la obra de Melchor hoy es parte del menú en la plataforma de streaming más importante del mundo y, a una semana de su estreno, es ya un referente de su singular género.

Bajo la dirección de Elisa Miller, la trama transcurre en un pueblo ficticio de Veracruz llamado La Matosa, donde el asesinato de una mujer conocida como La Bruja desata una serie de relatos aislados que, en conjunto, revelan los secretos del lugar y nos llevan a averiguar quién fue el culpable del crimen.

Paloma Alvamar, Edgar Treviño, Kat Rigoni y Ernesto Meléndez encarnan a los testigos directos e indirectos del feminicidio y únicamente a partir de sus palabras es que se podrá descifrar la verdad.

Por otro lado, las habladurías de los pobladores relatan también los problemas a los que se enfrentan diariamente: crimen organizado, abuso, violencia familiar, homofobia y represión sexual.

Desafortunadamente, ninguno de esos motivos logró explorarse a profundidad en la obra, quizá por la duración de 99 minutos, y empatizar con los protagonistas podría ser complicado en un primer acercamiento.

Pero el tema obligado para debatir en esta cinta es el machismo deliberado que sella las dinámicas sociales de México en la mayoría de sus poblaciones y comunidades. Si bien el largometraje lo retrata como un elemento indispensable para el desarrollo de la historia, también lo cuestiona a través de sus personajes.

Para compensar en la balanza, el lado técnico de la obra supera cualquier expectativa. La fotografía y el diseño de producción hicieron un fiel retrato de la decadencia en La Matosa. El juego de sombras, los hostiles detalles de ambientación y la ausencia de filtros sumaron puntos al momento de componer cuadros perfectamente crudos y sórdidos como la cotidianidad.

En suma, la película es una crítica avasalladora y, al mismo tiempo, un conmovedor cuento donde la nostalgia por la familia y la identidad nos recuerdan la fragilidad de la existencia misma. Una obra bella, intensa y peligrosa como esta temporada del año: la temporada de los huracanes.


Hace seis años Fernanda Melchor publicó el libro que la convirtió en precursora del boom de escritoras latinas contemporáneas, pero su novela “Temporada de huracanes” también marcó un hito en la narrativa mexicana.

La adaptación cinematográfica de la obra de Melchor hoy es parte del menú en la plataforma de streaming más importante del mundo y, a una semana de su estreno, es ya un referente de su singular género.

Bajo la dirección de Elisa Miller, la trama transcurre en un pueblo ficticio de Veracruz llamado La Matosa, donde el asesinato de una mujer conocida como La Bruja desata una serie de relatos aislados que, en conjunto, revelan los secretos del lugar y nos llevan a averiguar quién fue el culpable del crimen.

Paloma Alvamar, Edgar Treviño, Kat Rigoni y Ernesto Meléndez encarnan a los testigos directos e indirectos del feminicidio y únicamente a partir de sus palabras es que se podrá descifrar la verdad.

Por otro lado, las habladurías de los pobladores relatan también los problemas a los que se enfrentan diariamente: crimen organizado, abuso, violencia familiar, homofobia y represión sexual.

Desafortunadamente, ninguno de esos motivos logró explorarse a profundidad en la obra, quizá por la duración de 99 minutos, y empatizar con los protagonistas podría ser complicado en un primer acercamiento.

Pero el tema obligado para debatir en esta cinta es el machismo deliberado que sella las dinámicas sociales de México en la mayoría de sus poblaciones y comunidades. Si bien el largometraje lo retrata como un elemento indispensable para el desarrollo de la historia, también lo cuestiona a través de sus personajes.

Para compensar en la balanza, el lado técnico de la obra supera cualquier expectativa. La fotografía y el diseño de producción hicieron un fiel retrato de la decadencia en La Matosa. El juego de sombras, los hostiles detalles de ambientación y la ausencia de filtros sumaron puntos al momento de componer cuadros perfectamente crudos y sórdidos como la cotidianidad.

En suma, la película es una crítica avasalladora y, al mismo tiempo, un conmovedor cuento donde la nostalgia por la familia y la identidad nos recuerdan la fragilidad de la existencia misma. Una obra bella, intensa y peligrosa como esta temporada del año: la temporada de los huracanes.