/ viernes 22 de octubre de 2021

¡Riqueza despiadada!

Los multimillonarios del mundo y las farmacéuticas se hacen más ricos y la Organización Mundial del Comercio nada soluciona, porque todo lo pide por favor, ni decide ni impone, así sean necesidades del orbe.

En días pasados se reunieron ciento sesenta y cuatro estados miembros para deliberar acerca de las patentes de las vacunas anti Covid, que es el clamor de naciones africanas y del sudeste asiático, por su liberación. Frente a la necesidad de un reparto igualitario de antígenos, se argumentó que no hay condiciones para acordar una conclusión concreta y positiva, no asumieron compromisos reales. Los países ricos ya van en la tercera vacuna, pero miles de millones de seres humanos no han tenido acceso a la primera y no importa que la directora de ese organismo dijera que esta desigualdad es devastadora para vida y sustento de los africanos y moralmente inaceptable, de todas maneras, no hay un ánimo de solidaridad global y campea una incapacidad de la OMS para responder a esta crisis planetaria. Quienes se oponen son los gigantes farmacéuticos.

  • La vacuna ha reportado a los laboratorios mundiales doscientos setenta mil millones de dólares de beneficio. Si hoy se vendieran, serían por novecientos cincuenta mil millones de dólares, es su valor en el mundo bursatilizado y de riqueza de papel, ese es su precio de mercado.

Tanto “Moderna” como “BioNTech”, “Astra Zeneca”, “Johnson y Johnson” han ganado fortunas inimaginables, pero no tienen llenadera, nunca será su objetivo el bienestar humano sino la ganancia especulativa que ahora se mide por billones frente a la miseria y muerte de millones.

En el horizonte de nuestros días miramos con preocupación estas contradicciones del demonio y que si fuéramos marxistas advertiríamos el preámbulo de una revuelta mundial que mueva los factores de la ecuación y se alcance de esa manera un peldaño de justicia. Probado está que es la única forma de “jalonear” la justicia hacia adelante. La fortuna de los multimillonarios de Estados Unidos en esta época de pandemia creció 2.1 billones de dólares y si antes se estimaba en tres, ahora se estima en cinco y si antes eran 614 privilegiados, ahora son 745. En tanto, ochenta y nueve millones de gringos perdieron su trabajo, cuarenta y cinco enfermaron de Covid y setecientos veinticuatro murieron por lo mismo y es que, lo que efectivamente pagan de impuestos estos señores podridos en oro, es el ocho por ciento, muy por debajo de lo que pagan maestros, enfermeras y bomberos. Para nuestro asombro, es Musk, el de Tesla y sus autos eléctricos, es Bezzos de Amazon y su mercado electrónico y Zuckerberg y su Facebook quienes incrementaron sus riquezas de forma brutal. Cierto, en la soledad del aislamiento “covidico”, Facebook nos salvó de la soledad y el mercado electrónico proveyó nuestras necesidades, pero también los está enriqueciendo la especulación con el litio para los autos del futuro. Muy caro se la están cobrando, porque entre farmacéuticas y estos multimillonarios van a terminar por succionar los recursos todos del mundo y cuando terminen de extraer las riquezas del planeta, deberán mudarse a otro porque este resultara inhabitable, entre una generalizada pobreza, una estúpida riqueza y la destrucción de un mundo que mira aproximarse hacia el año cincuenta el catastrofismo del que nos habló hace poco el dirigente de la ONU.

Por fortuna, países como Cuba han desarrollado sus propias vacunas y las han puesto a disposición de la comunidad mundial. Venezuela anuncia que está por concluir la suya propia. Porque en este mundo de desigualdades abismales, en donde cada quien mira nada más “para su santo”, es mucho lo que científicamente se tiene, pero poco de lo que realmente se dispone, salvo algunos de privilegio lo tienen todo y de sobra, mientras el resto de la humanidad camina desolada en la orfandad, la pobreza y llevada de la mano por esta pandemia que no habrá de terminar mientras un ochenta por ciento de la población mundial no esté vacunada.

Los multimillonarios del mundo y las farmacéuticas se hacen más ricos y la Organización Mundial del Comercio nada soluciona, porque todo lo pide por favor, ni decide ni impone, así sean necesidades del orbe.

En días pasados se reunieron ciento sesenta y cuatro estados miembros para deliberar acerca de las patentes de las vacunas anti Covid, que es el clamor de naciones africanas y del sudeste asiático, por su liberación. Frente a la necesidad de un reparto igualitario de antígenos, se argumentó que no hay condiciones para acordar una conclusión concreta y positiva, no asumieron compromisos reales. Los países ricos ya van en la tercera vacuna, pero miles de millones de seres humanos no han tenido acceso a la primera y no importa que la directora de ese organismo dijera que esta desigualdad es devastadora para vida y sustento de los africanos y moralmente inaceptable, de todas maneras, no hay un ánimo de solidaridad global y campea una incapacidad de la OMS para responder a esta crisis planetaria. Quienes se oponen son los gigantes farmacéuticos.

  • La vacuna ha reportado a los laboratorios mundiales doscientos setenta mil millones de dólares de beneficio. Si hoy se vendieran, serían por novecientos cincuenta mil millones de dólares, es su valor en el mundo bursatilizado y de riqueza de papel, ese es su precio de mercado.

Tanto “Moderna” como “BioNTech”, “Astra Zeneca”, “Johnson y Johnson” han ganado fortunas inimaginables, pero no tienen llenadera, nunca será su objetivo el bienestar humano sino la ganancia especulativa que ahora se mide por billones frente a la miseria y muerte de millones.

En el horizonte de nuestros días miramos con preocupación estas contradicciones del demonio y que si fuéramos marxistas advertiríamos el preámbulo de una revuelta mundial que mueva los factores de la ecuación y se alcance de esa manera un peldaño de justicia. Probado está que es la única forma de “jalonear” la justicia hacia adelante. La fortuna de los multimillonarios de Estados Unidos en esta época de pandemia creció 2.1 billones de dólares y si antes se estimaba en tres, ahora se estima en cinco y si antes eran 614 privilegiados, ahora son 745. En tanto, ochenta y nueve millones de gringos perdieron su trabajo, cuarenta y cinco enfermaron de Covid y setecientos veinticuatro murieron por lo mismo y es que, lo que efectivamente pagan de impuestos estos señores podridos en oro, es el ocho por ciento, muy por debajo de lo que pagan maestros, enfermeras y bomberos. Para nuestro asombro, es Musk, el de Tesla y sus autos eléctricos, es Bezzos de Amazon y su mercado electrónico y Zuckerberg y su Facebook quienes incrementaron sus riquezas de forma brutal. Cierto, en la soledad del aislamiento “covidico”, Facebook nos salvó de la soledad y el mercado electrónico proveyó nuestras necesidades, pero también los está enriqueciendo la especulación con el litio para los autos del futuro. Muy caro se la están cobrando, porque entre farmacéuticas y estos multimillonarios van a terminar por succionar los recursos todos del mundo y cuando terminen de extraer las riquezas del planeta, deberán mudarse a otro porque este resultara inhabitable, entre una generalizada pobreza, una estúpida riqueza y la destrucción de un mundo que mira aproximarse hacia el año cincuenta el catastrofismo del que nos habló hace poco el dirigente de la ONU.

Por fortuna, países como Cuba han desarrollado sus propias vacunas y las han puesto a disposición de la comunidad mundial. Venezuela anuncia que está por concluir la suya propia. Porque en este mundo de desigualdades abismales, en donde cada quien mira nada más “para su santo”, es mucho lo que científicamente se tiene, pero poco de lo que realmente se dispone, salvo algunos de privilegio lo tienen todo y de sobra, mientras el resto de la humanidad camina desolada en la orfandad, la pobreza y llevada de la mano por esta pandemia que no habrá de terminar mientras un ochenta por ciento de la población mundial no esté vacunada.