/ martes 2 de abril de 2019

Secreto a voces

“Espectros” prehispánicos

Rafael Alfaro Izarraraz

La figura del espectro es una representación actualizada de una figura que viene a nuestra memoria constantemente a partir de que se encuentra ausente, pero se puede dialogar con él como con cualquier fantasma que nunca está presente, pero está ahí cuestionando nuestro presente.

Es el fantasma derridiano que, según explica una de sus sentencias: para aprender a vivir habrá que saber sobre fantasmas.

El espectro fantasmático de nuestro pasado nos acecha constantemente. Primero como una herida que no ha cerrado porque la historia la dejó abierta: vencedores y vencidos. Segundo, porque el diálogo con los espectros del pasado ha sido desde el ángulo de los vencedores con respecto a los vencidos y, tercero, porque los espectros del pasado en particular cuando hablamos de la conquista, están presentemente vivos y no muertos como el fantasma derridiano.

El fantasma está representado por el conquistado. Se trata de una figura que está ausente pero presente, debido a que las comunidades de origen prehispánicas (algunos de sus representantes), se reclaman herederos de tales figuras espectrales. La representación del pasado está cubierta por una interpretación/valoración que hicieron los vencedores: la idea del mestizaje hegemónico opuesto a lo “indio”.

La historia la escribieron los vencedores, autodenominados como la “raza de bronce”. Los vencidos fueron reciclados ante una nueva realidad que ha convertido a lo indio en dique al progreso. Los vencidos se han convertido en nuevos espectros (estando vivos), con los que se establece un diálogo como si fueran fantasmas. Se trata de una nueva ruta de una modernidad (ahora posmodernidad) colonial globalizadora.

El conquistado vive en una constante disputa con occidente. Aunque nunca han sido grupos homogéneos y al interior de sus entrañas existen formas de poder, la influencia de la cultura occidental ha agudizado el malestar adentro de la comunidad. Ha impregnado a ciertas capas del espíritu de progreso. Como diría Espósito, hablando de la comunidad occidental, ciertas capas buscan inmunizarse del compromiso comunitario pensando en occidente.

El conquistado también es acosado desde su interior. Existe una historia que recurre a los espectros del pasado, pero que ha sido narrada bajo la premisa de la sumisión. Algunas individuos o grupos de los pueblos originarios han sabido utilizar la fantasmática del pasado para colocarse como “vivos” del presente. A partir de su relación con la cultura occidental han deshonrado la memoria de los espectros del pasado: hablan de ellos, pero no con ellos.

El espectro del conquistado está presente (como diría Guillermo Bonfil Batalla), en los cuadros de pintores nacionalistas, en los arreglos de barro con los que se decoran la vivienda, el lugar que visitamos en las épocas de ocio, infelizmente (digno yo), con sus imágenes humillantes en las pantallas de televisión que los recicla para diversión de millones de televidentes enajenados, pero finalmente como fantasmas que acosan nuestra mente porque el “conquistado” es un desaparecido/reaparecido.

Los fantasmas del pasado lo abarcan todo con su espectralidad trascendente y la presidencia de la República no ha sido la excepción. ¿Por qué el espectro del pasado prehispánico ha sido reclamado por AMLO ante la Corona española, como parte de la memoria que nos tiene atados a un pasado que en lugar de lugar de certeza se nos representa como un enigma? Qué significado tiene para nuestros conquistados espectrales y vivos.

Cuando hablamos de espectros es imposible o no cabe pedir perdón porque no se trata de un tema que tenga que ver con una controversia de carácter moral. Lo anterior, debido a que el perdón implica que es posible que una falta cometida reciba una especie de “indulgencia” de quien recibió la ofensa. En términos religiosos se trata de un acto de humildad de quien ha ofendido ante la persona ofendida.

Cuando hablamos de fantasmas y de espectros nos ubicamos en el terreno no de la moral sino de la presencia de la cultura occidental en nuestras vidas. Pedir perdón no es ajeno a la idea de occidente, de la fantasmática del pasado a un acuerdo verbal de tipo ético y moral. El perdón está en la lógica de “hablar de los espectros” como siempre se ha hecho, pero de lo que se trata es de eliminar la “presencia”, dejar de cargar con occidente.

Hablar con ellos consiste en eliminar la presencia, es anular la herencia que nos ha dejado occidente, en términos de que hemos tomado como nación la ruta de reciclar la relación de vasallaje en nuestro interior, aunque formalmente se haya eliminado la conquista, es decir, el molde colonial que nos habían impuesto desde la península. El vasallaje social de reprodujo a pesar de la independencia, la reforma y la revolución.

No sería mejor evitar pedir perdón y eliminar la herencia maldita del vasallaje y, por tanto, de los espectros que no nos dejan descansar en vida de la 4t.

*Periodista por la UNAM, doctor en desarrollo por el Colegio de Postgraduados-Campus Puebla y profesor de la UATx.

“Espectros” prehispánicos

Rafael Alfaro Izarraraz

La figura del espectro es una representación actualizada de una figura que viene a nuestra memoria constantemente a partir de que se encuentra ausente, pero se puede dialogar con él como con cualquier fantasma que nunca está presente, pero está ahí cuestionando nuestro presente.

Es el fantasma derridiano que, según explica una de sus sentencias: para aprender a vivir habrá que saber sobre fantasmas.

El espectro fantasmático de nuestro pasado nos acecha constantemente. Primero como una herida que no ha cerrado porque la historia la dejó abierta: vencedores y vencidos. Segundo, porque el diálogo con los espectros del pasado ha sido desde el ángulo de los vencedores con respecto a los vencidos y, tercero, porque los espectros del pasado en particular cuando hablamos de la conquista, están presentemente vivos y no muertos como el fantasma derridiano.

El fantasma está representado por el conquistado. Se trata de una figura que está ausente pero presente, debido a que las comunidades de origen prehispánicas (algunos de sus representantes), se reclaman herederos de tales figuras espectrales. La representación del pasado está cubierta por una interpretación/valoración que hicieron los vencedores: la idea del mestizaje hegemónico opuesto a lo “indio”.

La historia la escribieron los vencedores, autodenominados como la “raza de bronce”. Los vencidos fueron reciclados ante una nueva realidad que ha convertido a lo indio en dique al progreso. Los vencidos se han convertido en nuevos espectros (estando vivos), con los que se establece un diálogo como si fueran fantasmas. Se trata de una nueva ruta de una modernidad (ahora posmodernidad) colonial globalizadora.

El conquistado vive en una constante disputa con occidente. Aunque nunca han sido grupos homogéneos y al interior de sus entrañas existen formas de poder, la influencia de la cultura occidental ha agudizado el malestar adentro de la comunidad. Ha impregnado a ciertas capas del espíritu de progreso. Como diría Espósito, hablando de la comunidad occidental, ciertas capas buscan inmunizarse del compromiso comunitario pensando en occidente.

El conquistado también es acosado desde su interior. Existe una historia que recurre a los espectros del pasado, pero que ha sido narrada bajo la premisa de la sumisión. Algunas individuos o grupos de los pueblos originarios han sabido utilizar la fantasmática del pasado para colocarse como “vivos” del presente. A partir de su relación con la cultura occidental han deshonrado la memoria de los espectros del pasado: hablan de ellos, pero no con ellos.

El espectro del conquistado está presente (como diría Guillermo Bonfil Batalla), en los cuadros de pintores nacionalistas, en los arreglos de barro con los que se decoran la vivienda, el lugar que visitamos en las épocas de ocio, infelizmente (digno yo), con sus imágenes humillantes en las pantallas de televisión que los recicla para diversión de millones de televidentes enajenados, pero finalmente como fantasmas que acosan nuestra mente porque el “conquistado” es un desaparecido/reaparecido.

Los fantasmas del pasado lo abarcan todo con su espectralidad trascendente y la presidencia de la República no ha sido la excepción. ¿Por qué el espectro del pasado prehispánico ha sido reclamado por AMLO ante la Corona española, como parte de la memoria que nos tiene atados a un pasado que en lugar de lugar de certeza se nos representa como un enigma? Qué significado tiene para nuestros conquistados espectrales y vivos.

Cuando hablamos de espectros es imposible o no cabe pedir perdón porque no se trata de un tema que tenga que ver con una controversia de carácter moral. Lo anterior, debido a que el perdón implica que es posible que una falta cometida reciba una especie de “indulgencia” de quien recibió la ofensa. En términos religiosos se trata de un acto de humildad de quien ha ofendido ante la persona ofendida.

Cuando hablamos de fantasmas y de espectros nos ubicamos en el terreno no de la moral sino de la presencia de la cultura occidental en nuestras vidas. Pedir perdón no es ajeno a la idea de occidente, de la fantasmática del pasado a un acuerdo verbal de tipo ético y moral. El perdón está en la lógica de “hablar de los espectros” como siempre se ha hecho, pero de lo que se trata es de eliminar la “presencia”, dejar de cargar con occidente.

Hablar con ellos consiste en eliminar la presencia, es anular la herencia que nos ha dejado occidente, en términos de que hemos tomado como nación la ruta de reciclar la relación de vasallaje en nuestro interior, aunque formalmente se haya eliminado la conquista, es decir, el molde colonial que nos habían impuesto desde la península. El vasallaje social de reprodujo a pesar de la independencia, la reforma y la revolución.

No sería mejor evitar pedir perdón y eliminar la herencia maldita del vasallaje y, por tanto, de los espectros que no nos dejan descansar en vida de la 4t.

*Periodista por la UNAM, doctor en desarrollo por el Colegio de Postgraduados-Campus Puebla y profesor de la UATx.

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