/ domingo 24 de julio de 2022

Secreto a voces | El pensamiento político de AMLO

En general el pensamiento político es una manera de "pensar" acerca de las controversias que ocurren entre los habitantes de un determinado lugar y sus gobernantes, ya sea de manera directa o a través de las instituciones gubernamentales que existen. Ya sabemos, por otro lado, que el padre de la política en su sentido moderno es Maquiavelo, aunque fueron los griegos quienes utilizaron originalmente el concepto de "política" y le otorgaron un primer significado.

Empecemos por eliminar afirmaciones negativas que en nada ayudan a clarificar el pensamiento del actual presidente mexicano. Obrador no es un pensador populista ni lo es su gobierno en un sentido estricto, sobre todo si entendemos por populismo las versiones peyorativas que surgieron hace unas décadas, promovidas por las élites locales y del exterior, que utilizaron ese concepto tan complejo para desprestigiar a quienes se resistían al neoliberalismo.

Agreguemos que ni el contexto ni los actuales agentes políticos de Latinoamérica y del Caribe se asemejan a lo que ocurrió en el siglo XX desde 1930 hasta más o menos la década de los años setenta. Lo anterior, delimitando ese fenómeno estrictamente a Latinoamérica y sin extendernos a conceptos populistas que abarcaron gobiernos europeos o de otras naciones. La situación que ahora vivimos en esta parte del subcontinente es especial y novedosa.

El aspecto central es que el contexto en el que vivimos no es aquel que se vivó en el pasado en donde el siglo XX fue testigo del paso de un orden mundial hegemonizado por Inglaterra a otro operado por Estados Unidos y en donde en una época, la posguerra, compartió escenario con la ahora ex Unión Soviética. Hoy existe un proceso bastante claro y evidente que marca el fin de la hegemonía gringa y el ascenso de China y Rusia cuya evidencia es la guerra Ruso-ucraniana.

En este contexto, uno de los rasgos del pensamiento de AMLO es su nacionalismo, pero se trata de un nacionalismo que es distinto al nacionalismo del siglo XX. El nacionalismo del pasado se fundó en el aprovechar la coyuntura de las guerras mundiales y el ascenso del comunismo ruso, colocando al Estado como el regulador de la vida entre las clases sociales. De un tipo de clases como la burguesía local periférica y una clase obrera que nunca ha tenido el peso de la clase obrera occidental.

Morena no es el PRI cuyo proyecto de integración de las clases sociales jugo un papel temporal progresista hasta que se desplazó a la derecha. En todo caso Morena se asemeja más al PRD, pero igual nada tiene que ver en la medida en que Morena es en estos momentos parte el movimiento transformador que promueve AMLO. El PRD vive del odio de los "chuchos" hacia López Obrador y del aburguesamiento de su política.

La popularidad de AMLO nada tiene que ver con los líderes populistas del siglo XX. Los populismos no se crearon a partir de una disputa por décadas como opositores al sistema de dominación, como es el caso de López Obrador. Los líderes populistas eran parte de las élites locales y comprendieron la coyuntura, la disposición popular, la aprovecharon, orientando a las naciones a procesos de industrialización parcial en parte favorecido por las potencias que desplazaron segmentos de su industria hacia el sur.

Ahora bien, el pensamiento político nacionalista de Andrés Manuel es distinto al nacionalismo institucionalizado por los años en que el PRI gobernó. En ese nacionalismo institucionalizado los pasajes históricos y los discursos irruptivos se aplanaron y ajustaron a un nacionalismo inofensivo, caduco, esclerotizado. El nacionalismo de Obrador es un tipo de nacionalismo plebeyo que recupera sobre el sentido cuestionador de la historia presente.

A AMLO no se le puede entender como un pensador nacionalista tradicional. Se trata de una figura política que tiene en la historia una fuente inagotable de experiencias populares que le permiten ver el presente de manera tal que otros, nosotros, no vemos. Ese dote de conocimiento histórico que posee no es un cúmulo de saberes históricos que se despliegan frente a los amigos en un café. Se trata de un saber que le permite mirar de otra manera nuestro mundo para cambiarlo.

Se trata de una visión de la historia a contrapelo como diría Walter Benjamín, una recuperación subversiva del pasado. Este último término debe recomprenderse porque no lo entiendo, en este caso, en la lógica de los grupos de izquierda de los sesenta sino en el sentido de subvertir el presente que no se ajusta a la tradición plebeya de la historia de México. Lo anterior, es parte de un pensamiento político muy peculiar, radical, diría Obrador.

Este es un rasgo distintivo en Obrador, de su pensamiento, en el que nadie de las nuevas generaciones que habrán de ocupar su lugar tiene o se le observa. No se la detecté al ingeniero Cárdenas cuyo bagaje cultural se limitaba a la época de su padre. De ahí que eso de vincular a Obrador peyorativamente a los líderes populistas latinoamericanos no tiene sentido más allá de propaganda con propósitos políticos de desprestigiarlo.

Chávez, se le parece pero, en este último, se destaca el pensamiento bolivariano. Obrador es juarista y maderista, en todo caso. Martí, tal vez, pero el pensamiento de Martí se funda en la relación de Cuba con el imperio trasnochado de España. Allende y Castro, son corrientes vinculadas al marxismo. Evo, es un pensador que responde a la vena indigenista, aunque Obrador vivió esa experiencia en Tabasco su pensamiento está concentrado en un concepto más amplio: el pueblo.

Otra veta de su pensamiento político es el que aparte del dominio que tiene de la historia es el conocimiento del país. Igual, en este caso, no se trata del ridículo que hizo el panista Anaya de tomar una camioneta e ir de municipio en municipio como si se tratara de un viaje turista de última hora, que por cierto no terminó. El recorrido del país es una manera de interiorizarse en la vida, las luchas y necesidades del pueblo con el fin de definir estratégica y tácticamente el proyecto transformador.

Es imposible entender el pensamiento político de Obrador si no se tiene en cuente que es nacido en Tabasco, en donde existe más agua que cielo, dice él mismo. La verdad, la recomposición de la industria energética nacional, en plena crisis mundial y de nuevos órdenes mundiales, no se puede entender si no se comprende que Obrador nació en un estado petrolero llevado a la quiebra. Algunos dicen que justamente castigado porque él es de ahí.

Obrador es muy claro en los textos que redacta a la luz de del Éxodo por la Democracia y la defensa de la industria petrolera en su natal Tabasco y el fraude de 2006. Se desmarca de las experiencias o grupos que plantean una ruptura por la vía armada del estado de cosas del país. Su principal argumento es una fe ciega en la transformación de la vida democrática del país a través de la resistencia civil y pacífica, sustentada en una actitud profundamente empecinada en lograr ese propósito.


En general el pensamiento político es una manera de "pensar" acerca de las controversias que ocurren entre los habitantes de un determinado lugar y sus gobernantes, ya sea de manera directa o a través de las instituciones gubernamentales que existen. Ya sabemos, por otro lado, que el padre de la política en su sentido moderno es Maquiavelo, aunque fueron los griegos quienes utilizaron originalmente el concepto de "política" y le otorgaron un primer significado.

Empecemos por eliminar afirmaciones negativas que en nada ayudan a clarificar el pensamiento del actual presidente mexicano. Obrador no es un pensador populista ni lo es su gobierno en un sentido estricto, sobre todo si entendemos por populismo las versiones peyorativas que surgieron hace unas décadas, promovidas por las élites locales y del exterior, que utilizaron ese concepto tan complejo para desprestigiar a quienes se resistían al neoliberalismo.

Agreguemos que ni el contexto ni los actuales agentes políticos de Latinoamérica y del Caribe se asemejan a lo que ocurrió en el siglo XX desde 1930 hasta más o menos la década de los años setenta. Lo anterior, delimitando ese fenómeno estrictamente a Latinoamérica y sin extendernos a conceptos populistas que abarcaron gobiernos europeos o de otras naciones. La situación que ahora vivimos en esta parte del subcontinente es especial y novedosa.

El aspecto central es que el contexto en el que vivimos no es aquel que se vivó en el pasado en donde el siglo XX fue testigo del paso de un orden mundial hegemonizado por Inglaterra a otro operado por Estados Unidos y en donde en una época, la posguerra, compartió escenario con la ahora ex Unión Soviética. Hoy existe un proceso bastante claro y evidente que marca el fin de la hegemonía gringa y el ascenso de China y Rusia cuya evidencia es la guerra Ruso-ucraniana.

En este contexto, uno de los rasgos del pensamiento de AMLO es su nacionalismo, pero se trata de un nacionalismo que es distinto al nacionalismo del siglo XX. El nacionalismo del pasado se fundó en el aprovechar la coyuntura de las guerras mundiales y el ascenso del comunismo ruso, colocando al Estado como el regulador de la vida entre las clases sociales. De un tipo de clases como la burguesía local periférica y una clase obrera que nunca ha tenido el peso de la clase obrera occidental.

Morena no es el PRI cuyo proyecto de integración de las clases sociales jugo un papel temporal progresista hasta que se desplazó a la derecha. En todo caso Morena se asemeja más al PRD, pero igual nada tiene que ver en la medida en que Morena es en estos momentos parte el movimiento transformador que promueve AMLO. El PRD vive del odio de los "chuchos" hacia López Obrador y del aburguesamiento de su política.

La popularidad de AMLO nada tiene que ver con los líderes populistas del siglo XX. Los populismos no se crearon a partir de una disputa por décadas como opositores al sistema de dominación, como es el caso de López Obrador. Los líderes populistas eran parte de las élites locales y comprendieron la coyuntura, la disposición popular, la aprovecharon, orientando a las naciones a procesos de industrialización parcial en parte favorecido por las potencias que desplazaron segmentos de su industria hacia el sur.

Ahora bien, el pensamiento político nacionalista de Andrés Manuel es distinto al nacionalismo institucionalizado por los años en que el PRI gobernó. En ese nacionalismo institucionalizado los pasajes históricos y los discursos irruptivos se aplanaron y ajustaron a un nacionalismo inofensivo, caduco, esclerotizado. El nacionalismo de Obrador es un tipo de nacionalismo plebeyo que recupera sobre el sentido cuestionador de la historia presente.

A AMLO no se le puede entender como un pensador nacionalista tradicional. Se trata de una figura política que tiene en la historia una fuente inagotable de experiencias populares que le permiten ver el presente de manera tal que otros, nosotros, no vemos. Ese dote de conocimiento histórico que posee no es un cúmulo de saberes históricos que se despliegan frente a los amigos en un café. Se trata de un saber que le permite mirar de otra manera nuestro mundo para cambiarlo.

Se trata de una visión de la historia a contrapelo como diría Walter Benjamín, una recuperación subversiva del pasado. Este último término debe recomprenderse porque no lo entiendo, en este caso, en la lógica de los grupos de izquierda de los sesenta sino en el sentido de subvertir el presente que no se ajusta a la tradición plebeya de la historia de México. Lo anterior, es parte de un pensamiento político muy peculiar, radical, diría Obrador.

Este es un rasgo distintivo en Obrador, de su pensamiento, en el que nadie de las nuevas generaciones que habrán de ocupar su lugar tiene o se le observa. No se la detecté al ingeniero Cárdenas cuyo bagaje cultural se limitaba a la época de su padre. De ahí que eso de vincular a Obrador peyorativamente a los líderes populistas latinoamericanos no tiene sentido más allá de propaganda con propósitos políticos de desprestigiarlo.

Chávez, se le parece pero, en este último, se destaca el pensamiento bolivariano. Obrador es juarista y maderista, en todo caso. Martí, tal vez, pero el pensamiento de Martí se funda en la relación de Cuba con el imperio trasnochado de España. Allende y Castro, son corrientes vinculadas al marxismo. Evo, es un pensador que responde a la vena indigenista, aunque Obrador vivió esa experiencia en Tabasco su pensamiento está concentrado en un concepto más amplio: el pueblo.

Otra veta de su pensamiento político es el que aparte del dominio que tiene de la historia es el conocimiento del país. Igual, en este caso, no se trata del ridículo que hizo el panista Anaya de tomar una camioneta e ir de municipio en municipio como si se tratara de un viaje turista de última hora, que por cierto no terminó. El recorrido del país es una manera de interiorizarse en la vida, las luchas y necesidades del pueblo con el fin de definir estratégica y tácticamente el proyecto transformador.

Es imposible entender el pensamiento político de Obrador si no se tiene en cuente que es nacido en Tabasco, en donde existe más agua que cielo, dice él mismo. La verdad, la recomposición de la industria energética nacional, en plena crisis mundial y de nuevos órdenes mundiales, no se puede entender si no se comprende que Obrador nació en un estado petrolero llevado a la quiebra. Algunos dicen que justamente castigado porque él es de ahí.

Obrador es muy claro en los textos que redacta a la luz de del Éxodo por la Democracia y la defensa de la industria petrolera en su natal Tabasco y el fraude de 2006. Se desmarca de las experiencias o grupos que plantean una ruptura por la vía armada del estado de cosas del país. Su principal argumento es una fe ciega en la transformación de la vida democrática del país a través de la resistencia civil y pacífica, sustentada en una actitud profundamente empecinada en lograr ese propósito.