/ domingo 29 de diciembre de 2019

Secreto a Voces | Los Legionarios y los abusos contra menores…

De 1941 a la fecha 175 menores sufrieron abusos sexuales de parte de sacerdotes que pertenecen a los Legionarios de Cristo. En esos actos participaron 33 sacerdotes de la Congregación, según lo acaban de reconocer. Durante más de 70 años esta historia de abusos quedó enterrada en los sótanos de la Iglesia católica. Estamos hablando de una cifra que únicamente contempla los hechos que fueron denunciados y ahora reconocidos, pero más allá de estas cifras queda una estela de dolor e impunidad.

En esos actos participó, entre otros, pero de manera destacada, el que fue fundador de esta Congregación en 1941, el padre Marcial Maciel, al que el informe le adjudica el haber participado de manera directa e indirecta en por lo menos 111 casos. La actividad de este sacerdote fue encubierta no solamente por esta congregación, sino también por toda la Iglesia católica que va desde el Episcopado Mexicano y Latino, hasta la misma Iglesia que tiene como residencia la ciudad de Roma, las élites políticas y económicas de México y de otras naciones.

Rogelio Cabrera López, quien preside el Episcopado Mexicano (que integra a obispos, arzobispos y cardenales mexicanos), actualmente, afirmó al periódico La Jornada (23/12/19), que: “… sólo uno de los agresores fuera [fue] procesado civilmente. Según el informe, de los 33 sacerdotes, seis fallecieron sin ser juzgados, uno fue condenado, otro –removido del estado clerical– está bajo juicio. Los otros 25 no han sido procesados. Ante este panorama, pidió a las fiscalías proceder en las denuncias que reciban sobre abuso sexual contra menores cometidos por el clero”.

Pero esta postura del padre Cabrera López que es relativamente nueva. Parece un poco tardía cuando el fenómeno tiene, como se ha apuntado, más de 70 años oculto. Y como Iglesia, católica, el tema del abuso sexual sobre todo contra menores tiene tal vez la misma historia de la Iglesia, por lo menos desde que adoptó el principio de “Castidad” entre sus miembros, ante la necesidad de reposicionarse socialmente ante el surgimiento de corrientes reformistas en el centro y norte de Europa, durante la Reforma calvinista.

Lo más reciente, bueno ni tan reciente, las denuncias contra el abuso de menores, tienen antecedentes en Canadá y Australia, 1980; Irlanda y Estados Unidos, 1990. Durante el pontificado de Juan Pablo II, se dieron a conocer muchas de ellas, incluidas las que ocurrían en México, pero el pontífice, más allá de algunos señalamientos, los ocultó y fue cómplice, dando prioridad a su lucha anticomunista y a los recorridos por el mundo que hizo durante su gestión al frente del catolicismo mundial. Ver Pérez Rayón, Nora en El Cotidiano (https://www.redalyc.org/pdf/325/32513882008.pdf).

La experiencia indica que para las víctimas es muy difícil que ante la narrativa eclesiástica en la que el sacerdote aparece como “padre”, que las familias estén alertas contra las denuncias de los menores que sufren abuso y el peligro en la relación con los sacerdotes (no todos por supuesto), pero que resulta de alto riesgo por ese manto que los cubre y es difícil romper familiarmente. Lo anterior, debido a que la estructura eclesiástica es una estructura de carácter político, como lo denuncia Pérez Rayón. La manera en cómo se conforma tuvo que ver con las relaciones de poder que la misma Iglesia tiene con el poder civil y económico.

Es decir, que no sólo existe una capa de credibilidad que a las familias les es difícil romper ante la denuncia de niños que son abusados sexualmente por sacerdotes, también existe una convivencia entre el poder terrenal y el eclesiástico. En esa relación, el poder, con el fin de contar con el respaldo político de la curia católica, actúa en no pocas ocasiones como protector de actos como los que aquí se señalan. Los obispos, arzobispos y cardenales, han estado vinculados a la elite política y económica y participan de sus eventos y protección. Existe una relación política entre ambos poderes, sin duda alguna. A tal grado que, en el pasado, se hacía responsable a la sociedad de los actos de pederastia.

En el caso de los Legionarios de Cristo estamos hablando de una Congregación con influencia en más de 40 países, 800 sacerdotes, 5 mil seminaristas e influencia en aproximadamente 85 mil hombres y mujeres que siguen su filosofía doctrinal. Tiene influencia entre las capas medias y altas de la sociedad mexicana y de los diferentes países hasta donde ha extendido su presencia. Marcial Maciel, su fundador, nació en Cotija, Michoacán. Eligió la educación como un medio de anclar la influencia social de su agrupación, luego de viajar por Roma y otros países de Europa, en particular de la España franquista. Colegio como el Cumbres y la Universidad Anáhuac, forman parte de su herencia (Pérez Rayón, Nora).

Cito textualmente a Pérez Rayón: “El fundador fue denunciado por primera vez ante el Vaticano por abuso sexual de seminaristas y uso de drogas en 1956. Fue suspendido y reinstalado en 1958, tras una infructuosa investigación. Durante el Concilio Vaticano II (1963-1965) la casa de la Legión en Roma hospedó a Karol Woytila, entonces obispo de Cracovia. De ahí nació una larga amistad con Maciel. Si bien la red de instituciones de legionarios fue creciendo con el tiempo, fue realmente en el pontificado de Juan Pablo II que tuvo un crecimiento espectacular”.

Estableció vínculos con una sociedad que lo toleró a pesar de lo que ya había ocurrido, cita Pérez Rayón a Carlos Slim, Azcárraga, empresarios regiomontanos, los Garza Sada. Esta influencia particular con los medios de comunicación, los poderosos como Televisa y Televisión Azteca, era presumida por los Legionarios de Cristo, según hace constar Emilio Ruiz Parra (La Legión de Cristo, Sociedad Anónima de Capital Variable, El Cotidiano: https://www.redalyc.org/pdf/325/32530725013.pdf).

Maciel tuvo influyentes relaciones con representantes de la iglesia en México, como Girolamo Prigione, delegado apostólico en México y con el Cardenal Rivera Carrera. Para Juan Pablo II, fue una figura clave en su tarea de detener al comunismo y anclar a la religión católica en el seno de la sociedad, ante el peligro que representaron los cambios en el mundo actual y el crecimiento de otras minorías religiosas en América Latina, y particularmente en México con una vida política abierta como ahora lo observamos.

Cita Ruiz Parra que, ante las acusaciones en contra del líder espiritual de los Legionarios de Cristo: “El caso del padre Maciel no se puede abrir, porque es una persona muy amada por el santo padre y ha hecho mucho bien a la Iglesia”, le dijo en 1999 Joseph Ratzinger, entonces prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, al obispo mexicano Carlos Talavera…” Tras la muerte de Juan Pablo II, las cosas cambiaron para Maciel. Dice Emilio Ruiz: “El 4 de abril de 2005, el fiscal Scicluna llegó a México a recabar testimonios de ex legionarios abusados por Maciel. No sólo entrevistó a los ocho ex seminaristas que habían destapado el caso en el periódico Hartford Courant, de Connecticut, el 23 de febrero de 1997. De acuerdo con personas que conversaron con él, Scicluna recogió más de 30 relatos de abuso sexual y psicológico en México, España y Roma”.

Maciel fue absuelto debido a su avanzada edad, murió el 30 de enero de 2008, en Estados Unidos. Fue velado en secreto en Cotija, sin la presencia de quienes en vida protegieron y fueron cómplices de múltiples abusos contra menores.

En el caso de los Legionarios de Cristo estamos hablando de una Congregación con influencia en más de 40 países, 800 sacerdotes, 5 mil seminaristas e influencia en aproximadamente 85 mil hombres y mujeres que siguen su filosofía doctrinal.

De 1941 a la fecha 175 menores sufrieron abusos sexuales de parte de sacerdotes que pertenecen a los Legionarios de Cristo. En esos actos participaron 33 sacerdotes de la Congregación, según lo acaban de reconocer. Durante más de 70 años esta historia de abusos quedó enterrada en los sótanos de la Iglesia católica. Estamos hablando de una cifra que únicamente contempla los hechos que fueron denunciados y ahora reconocidos, pero más allá de estas cifras queda una estela de dolor e impunidad.

En esos actos participó, entre otros, pero de manera destacada, el que fue fundador de esta Congregación en 1941, el padre Marcial Maciel, al que el informe le adjudica el haber participado de manera directa e indirecta en por lo menos 111 casos. La actividad de este sacerdote fue encubierta no solamente por esta congregación, sino también por toda la Iglesia católica que va desde el Episcopado Mexicano y Latino, hasta la misma Iglesia que tiene como residencia la ciudad de Roma, las élites políticas y económicas de México y de otras naciones.

Rogelio Cabrera López, quien preside el Episcopado Mexicano (que integra a obispos, arzobispos y cardenales mexicanos), actualmente, afirmó al periódico La Jornada (23/12/19), que: “… sólo uno de los agresores fuera [fue] procesado civilmente. Según el informe, de los 33 sacerdotes, seis fallecieron sin ser juzgados, uno fue condenado, otro –removido del estado clerical– está bajo juicio. Los otros 25 no han sido procesados. Ante este panorama, pidió a las fiscalías proceder en las denuncias que reciban sobre abuso sexual contra menores cometidos por el clero”.

Pero esta postura del padre Cabrera López que es relativamente nueva. Parece un poco tardía cuando el fenómeno tiene, como se ha apuntado, más de 70 años oculto. Y como Iglesia, católica, el tema del abuso sexual sobre todo contra menores tiene tal vez la misma historia de la Iglesia, por lo menos desde que adoptó el principio de “Castidad” entre sus miembros, ante la necesidad de reposicionarse socialmente ante el surgimiento de corrientes reformistas en el centro y norte de Europa, durante la Reforma calvinista.

Lo más reciente, bueno ni tan reciente, las denuncias contra el abuso de menores, tienen antecedentes en Canadá y Australia, 1980; Irlanda y Estados Unidos, 1990. Durante el pontificado de Juan Pablo II, se dieron a conocer muchas de ellas, incluidas las que ocurrían en México, pero el pontífice, más allá de algunos señalamientos, los ocultó y fue cómplice, dando prioridad a su lucha anticomunista y a los recorridos por el mundo que hizo durante su gestión al frente del catolicismo mundial. Ver Pérez Rayón, Nora en El Cotidiano (https://www.redalyc.org/pdf/325/32513882008.pdf).

La experiencia indica que para las víctimas es muy difícil que ante la narrativa eclesiástica en la que el sacerdote aparece como “padre”, que las familias estén alertas contra las denuncias de los menores que sufren abuso y el peligro en la relación con los sacerdotes (no todos por supuesto), pero que resulta de alto riesgo por ese manto que los cubre y es difícil romper familiarmente. Lo anterior, debido a que la estructura eclesiástica es una estructura de carácter político, como lo denuncia Pérez Rayón. La manera en cómo se conforma tuvo que ver con las relaciones de poder que la misma Iglesia tiene con el poder civil y económico.

Es decir, que no sólo existe una capa de credibilidad que a las familias les es difícil romper ante la denuncia de niños que son abusados sexualmente por sacerdotes, también existe una convivencia entre el poder terrenal y el eclesiástico. En esa relación, el poder, con el fin de contar con el respaldo político de la curia católica, actúa en no pocas ocasiones como protector de actos como los que aquí se señalan. Los obispos, arzobispos y cardenales, han estado vinculados a la elite política y económica y participan de sus eventos y protección. Existe una relación política entre ambos poderes, sin duda alguna. A tal grado que, en el pasado, se hacía responsable a la sociedad de los actos de pederastia.

En el caso de los Legionarios de Cristo estamos hablando de una Congregación con influencia en más de 40 países, 800 sacerdotes, 5 mil seminaristas e influencia en aproximadamente 85 mil hombres y mujeres que siguen su filosofía doctrinal. Tiene influencia entre las capas medias y altas de la sociedad mexicana y de los diferentes países hasta donde ha extendido su presencia. Marcial Maciel, su fundador, nació en Cotija, Michoacán. Eligió la educación como un medio de anclar la influencia social de su agrupación, luego de viajar por Roma y otros países de Europa, en particular de la España franquista. Colegio como el Cumbres y la Universidad Anáhuac, forman parte de su herencia (Pérez Rayón, Nora).

Cito textualmente a Pérez Rayón: “El fundador fue denunciado por primera vez ante el Vaticano por abuso sexual de seminaristas y uso de drogas en 1956. Fue suspendido y reinstalado en 1958, tras una infructuosa investigación. Durante el Concilio Vaticano II (1963-1965) la casa de la Legión en Roma hospedó a Karol Woytila, entonces obispo de Cracovia. De ahí nació una larga amistad con Maciel. Si bien la red de instituciones de legionarios fue creciendo con el tiempo, fue realmente en el pontificado de Juan Pablo II que tuvo un crecimiento espectacular”.

Estableció vínculos con una sociedad que lo toleró a pesar de lo que ya había ocurrido, cita Pérez Rayón a Carlos Slim, Azcárraga, empresarios regiomontanos, los Garza Sada. Esta influencia particular con los medios de comunicación, los poderosos como Televisa y Televisión Azteca, era presumida por los Legionarios de Cristo, según hace constar Emilio Ruiz Parra (La Legión de Cristo, Sociedad Anónima de Capital Variable, El Cotidiano: https://www.redalyc.org/pdf/325/32530725013.pdf).

Maciel tuvo influyentes relaciones con representantes de la iglesia en México, como Girolamo Prigione, delegado apostólico en México y con el Cardenal Rivera Carrera. Para Juan Pablo II, fue una figura clave en su tarea de detener al comunismo y anclar a la religión católica en el seno de la sociedad, ante el peligro que representaron los cambios en el mundo actual y el crecimiento de otras minorías religiosas en América Latina, y particularmente en México con una vida política abierta como ahora lo observamos.

Cita Ruiz Parra que, ante las acusaciones en contra del líder espiritual de los Legionarios de Cristo: “El caso del padre Maciel no se puede abrir, porque es una persona muy amada por el santo padre y ha hecho mucho bien a la Iglesia”, le dijo en 1999 Joseph Ratzinger, entonces prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, al obispo mexicano Carlos Talavera…” Tras la muerte de Juan Pablo II, las cosas cambiaron para Maciel. Dice Emilio Ruiz: “El 4 de abril de 2005, el fiscal Scicluna llegó a México a recabar testimonios de ex legionarios abusados por Maciel. No sólo entrevistó a los ocho ex seminaristas que habían destapado el caso en el periódico Hartford Courant, de Connecticut, el 23 de febrero de 1997. De acuerdo con personas que conversaron con él, Scicluna recogió más de 30 relatos de abuso sexual y psicológico en México, España y Roma”.

Maciel fue absuelto debido a su avanzada edad, murió el 30 de enero de 2008, en Estados Unidos. Fue velado en secreto en Cotija, sin la presencia de quienes en vida protegieron y fueron cómplices de múltiples abusos contra menores.

En el caso de los Legionarios de Cristo estamos hablando de una Congregación con influencia en más de 40 países, 800 sacerdotes, 5 mil seminaristas e influencia en aproximadamente 85 mil hombres y mujeres que siguen su filosofía doctrinal.

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