/ domingo 3 de mayo de 2020

Secreto a voces | Ninguna megapotencia pudo detener a un “miserable” virus…

Venido –hipótesis- de los efectos que causa la “segunda colonización”, la invasión de la naturaleza, que implica el uso de los sistemas naturales con fines productivos, comerciales y consumismo exacerbados, así como de los sistemas de explotación irracional de animales con fines comerciales, cuyo sustento filosófico se encuentra en la ontologización de una realidad que jerarquiza y establece una división en la que el “ser” se caracteriza por ser “lo humano”, mientras que al resto de los seres vivos se les ubica en concepto de inferioridad, susceptibles de ser utilizados como complemento de la vida humana basada en su explotación: la explotación animal. (Ver Manuel Ignacio Moyano, en: “Fuera del ser, comunidad, humanidad y animalidad en el pensamiento de Giorgio Agamben, en: https://www.academia.edu/3815717/Fuera_del_ser._Comunidad_humanidad_y_animalidad_en_el_pensamiento_de_Giorgio_Agamben?email_work_card=thumbnail).


Este microscópico virus logró hacer lo que nadie en la historia anterior y reciente, bueno nunca, en la historia universal: vencer los arsenales nucleares rusos que constituyen por ahora la más importante defensa militar contra sus rivales del exterior, los Estados Unidos, además, recalcamos, de un peligro humano; la industria o complejo militar-económico norteamericana, incluido el emblemático Silicón Valley, pieza central de las empresas con alta composición tecnológica; el feroz ejército israelí; la alta tecnología de la economía china; la supuesta superioridad cultural de las naciones europeas fundadoras de la cultura occidental, y su supuesta racionalidad científica.


Nada, absolutamente nadie logró detener al microscópico virus. Estados Unidos, que mediante la industria militar ha logrado convertirse en una potente empresa militar mundial que vigila al mundo con una cifra cercana a los mil 500 bases e instalaciones militares en el mundo, que cuenta con una alianza con los países europeos a los que protege a través de la OTAN, nada pudo hacer. El presidente Trump, ha utilizado miserables (en el sentido de comunes), explicaciones haciendo culpable a China de lo que les ha ocurrido, trasladando las implicaciones de la actual pandemia al mundo de las conspiraciones.


El complejo militar estadounidense se encuentra desactivado por la cuarentena mundial, ahora en relativa paz. Lo que ha afectado la dinámica de aquellas regiones en donde se encuentra la base del complejo militar norteamericano: California, la sede del Silicón Valley así como otras entidades con las se comparte este complejo como Michigan, Louisiana, Texas y Miami, de acuerdo a Carlos Sánchez (”El pengaton System, en: https://www.redalyc.org/pdf/181/18111418003.pdf). La urgencia por levantar la cuarentena, y otros por mantenerla, contempla razonamientos de carácter económico sino también psicológicos para sostenerla: un virus penetró las fronteras sin que ningún misil o caza interfiriera, lo que coloca en una situación de vulnerabilidad a un país que se precia de ser la potencia militar mundial por excelencia.


Y la pregunta es: ¿en dónde queda la increíble inversión en el mantenimiento del complejo militar y económico que utiliza para “defender” al mundo de las potencias enemigas si no fue capaz de defenderse a EU mismo y sus habitantes? Tanta prepotencia, en términos de que un virus no era peligroso llevó a los gobernantes de EU a menospreciar y ridiculizar lo que ocurría, deteniendo a científicos que al parecer operan en laboratorios chinos como chivos expiatorios en lugar de asumir la incapacidad de la estructura militar norteamericana que, así como no logró detener los ataques a las Torres Gemelas, tampoco pudo detectar lo que no se puede ver porque se actúa en una lógica militar pero inútil desde el punto de vista la nueva realidad epidemiológica.


Rusia, ha logrado de nueva cuenta convertirse en una potencia militar mundial, como dice Diego Leiva (en: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0719-37692017000200009). Después de una alianza temporal con Estados Unidos que duró hasta que reapareció China, y logró ver que las bases militares de la OTAN llegaban a instalarse en territorios de países anteriormente ubicados en la esfera soviética, el gobierno de Putin reinició la tarea de recuperar posiciones. Las debilidades mostradas en la guerra con Georgia (un ejército basado en la fuerza numérica y armado con una tecnología del siglo XX), poco a poco a ha logrado superarlas, sustentados en la energía nuclear como muro de contención de cualquier ataque militar, y ampliando su esfera de influencia hacia Asia, Europa, la región Árabe, A. Latina y, sobre todo, reagrupándose con los chinos.


Aunque es un país de los que mejor ha controlado la pandemia, no está “limpio” de esta situación. E igual surge la pregunta, ¿de qué sirve a los rusos haber recuperado el papel de potencia mundial, si un simple virus ha logrado penetrar más allá de sus fronteras defensivas de carácter geopolítico, como diría el profesor Jalife, provocando un impacto entre la población rusa? Para recuperar el papel extraviado de su antigua grandeza, ha logrado disponer de importantes recursos naturales, pero sobre todo de la explotación petrolera y el uso de gas, cuyas reservas son de las más importantes del mundo. No se darán cuenta los rusos que la amenaza ahora proviene de haber equivocado desde el siglo pasado el rumbo, de pensar que la revolución debería seguir el camino de “progreso” y que no pude haber progreso en tanto que el tipo de progreso que ofertan es la condición de la muerte de lo vivo.


Los chinos se han convertido en una potencia económica mundial de primer orden, desde que a los Estados Unidos se les ocurrió la idea de separar estratégicamente a esta nación de la antigua Unión Soviética, lanzando importantes y masivas inversiones y utilizando para ello la enorme mano de obra barata que significan los millones que componen la población china. Su fuerza y potencia está en el uso de la mano de obra barata y los enormes recursos naturales que posee aquella nación asiática, además de un gobierno partidocrático. Para aquellos que hablan de progreso asociado a la tecnología, en realidad la tecnología no es ninguna garantía de bienestar humano, es la otra cara de la comercialización de la naturaleza con el pretexto de bienestar humano. La vehemencia económica china y su desarrollo tecnológico ha quedado ridiculizado por el Sars-Cov2.


La posmodernidad, época en donde la tecnología (el sueño del filósofo francés Auguste Comte), como la cibernética, la inteligencia artificial, la robotización, la biotecnología y la universalización de las redes de interacción humana, ha venido a ocupar un lugar primordial en la vida de las naciones, lo que sin embargo, ha significado un triste fracaso para la humanidad.


Venido –hipótesis- de los efectos que causa la “segunda colonización”, la invasión de la naturaleza, que implica el uso de los sistemas naturales con fines productivos, comerciales y consumismo exacerbados, así como de los sistemas de explotación irracional de animales con fines comerciales, cuyo sustento filosófico se encuentra en la ontologización de una realidad que jerarquiza y establece una división en la que el “ser” se caracteriza por ser “lo humano”, mientras que al resto de los seres vivos se les ubica en concepto de inferioridad, susceptibles de ser utilizados como complemento de la vida humana basada en su explotación: la explotación animal. (Ver Manuel Ignacio Moyano, en: “Fuera del ser, comunidad, humanidad y animalidad en el pensamiento de Giorgio Agamben, en: https://www.academia.edu/3815717/Fuera_del_ser._Comunidad_humanidad_y_animalidad_en_el_pensamiento_de_Giorgio_Agamben?email_work_card=thumbnail).


Este microscópico virus logró hacer lo que nadie en la historia anterior y reciente, bueno nunca, en la historia universal: vencer los arsenales nucleares rusos que constituyen por ahora la más importante defensa militar contra sus rivales del exterior, los Estados Unidos, además, recalcamos, de un peligro humano; la industria o complejo militar-económico norteamericana, incluido el emblemático Silicón Valley, pieza central de las empresas con alta composición tecnológica; el feroz ejército israelí; la alta tecnología de la economía china; la supuesta superioridad cultural de las naciones europeas fundadoras de la cultura occidental, y su supuesta racionalidad científica.


Nada, absolutamente nadie logró detener al microscópico virus. Estados Unidos, que mediante la industria militar ha logrado convertirse en una potente empresa militar mundial que vigila al mundo con una cifra cercana a los mil 500 bases e instalaciones militares en el mundo, que cuenta con una alianza con los países europeos a los que protege a través de la OTAN, nada pudo hacer. El presidente Trump, ha utilizado miserables (en el sentido de comunes), explicaciones haciendo culpable a China de lo que les ha ocurrido, trasladando las implicaciones de la actual pandemia al mundo de las conspiraciones.


El complejo militar estadounidense se encuentra desactivado por la cuarentena mundial, ahora en relativa paz. Lo que ha afectado la dinámica de aquellas regiones en donde se encuentra la base del complejo militar norteamericano: California, la sede del Silicón Valley así como otras entidades con las se comparte este complejo como Michigan, Louisiana, Texas y Miami, de acuerdo a Carlos Sánchez (”El pengaton System, en: https://www.redalyc.org/pdf/181/18111418003.pdf). La urgencia por levantar la cuarentena, y otros por mantenerla, contempla razonamientos de carácter económico sino también psicológicos para sostenerla: un virus penetró las fronteras sin que ningún misil o caza interfiriera, lo que coloca en una situación de vulnerabilidad a un país que se precia de ser la potencia militar mundial por excelencia.


Y la pregunta es: ¿en dónde queda la increíble inversión en el mantenimiento del complejo militar y económico que utiliza para “defender” al mundo de las potencias enemigas si no fue capaz de defenderse a EU mismo y sus habitantes? Tanta prepotencia, en términos de que un virus no era peligroso llevó a los gobernantes de EU a menospreciar y ridiculizar lo que ocurría, deteniendo a científicos que al parecer operan en laboratorios chinos como chivos expiatorios en lugar de asumir la incapacidad de la estructura militar norteamericana que, así como no logró detener los ataques a las Torres Gemelas, tampoco pudo detectar lo que no se puede ver porque se actúa en una lógica militar pero inútil desde el punto de vista la nueva realidad epidemiológica.


Rusia, ha logrado de nueva cuenta convertirse en una potencia militar mundial, como dice Diego Leiva (en: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0719-37692017000200009). Después de una alianza temporal con Estados Unidos que duró hasta que reapareció China, y logró ver que las bases militares de la OTAN llegaban a instalarse en territorios de países anteriormente ubicados en la esfera soviética, el gobierno de Putin reinició la tarea de recuperar posiciones. Las debilidades mostradas en la guerra con Georgia (un ejército basado en la fuerza numérica y armado con una tecnología del siglo XX), poco a poco a ha logrado superarlas, sustentados en la energía nuclear como muro de contención de cualquier ataque militar, y ampliando su esfera de influencia hacia Asia, Europa, la región Árabe, A. Latina y, sobre todo, reagrupándose con los chinos.


Aunque es un país de los que mejor ha controlado la pandemia, no está “limpio” de esta situación. E igual surge la pregunta, ¿de qué sirve a los rusos haber recuperado el papel de potencia mundial, si un simple virus ha logrado penetrar más allá de sus fronteras defensivas de carácter geopolítico, como diría el profesor Jalife, provocando un impacto entre la población rusa? Para recuperar el papel extraviado de su antigua grandeza, ha logrado disponer de importantes recursos naturales, pero sobre todo de la explotación petrolera y el uso de gas, cuyas reservas son de las más importantes del mundo. No se darán cuenta los rusos que la amenaza ahora proviene de haber equivocado desde el siglo pasado el rumbo, de pensar que la revolución debería seguir el camino de “progreso” y que no pude haber progreso en tanto que el tipo de progreso que ofertan es la condición de la muerte de lo vivo.


Los chinos se han convertido en una potencia económica mundial de primer orden, desde que a los Estados Unidos se les ocurrió la idea de separar estratégicamente a esta nación de la antigua Unión Soviética, lanzando importantes y masivas inversiones y utilizando para ello la enorme mano de obra barata que significan los millones que componen la población china. Su fuerza y potencia está en el uso de la mano de obra barata y los enormes recursos naturales que posee aquella nación asiática, además de un gobierno partidocrático. Para aquellos que hablan de progreso asociado a la tecnología, en realidad la tecnología no es ninguna garantía de bienestar humano, es la otra cara de la comercialización de la naturaleza con el pretexto de bienestar humano. La vehemencia económica china y su desarrollo tecnológico ha quedado ridiculizado por el Sars-Cov2.


La posmodernidad, época en donde la tecnología (el sueño del filósofo francés Auguste Comte), como la cibernética, la inteligencia artificial, la robotización, la biotecnología y la universalización de las redes de interacción humana, ha venido a ocupar un lugar primordial en la vida de las naciones, lo que sin embargo, ha significado un triste fracaso para la humanidad.