/ domingo 17 de abril de 2022

Secreto a voces | Votar desde todos lados…

Una de los detalles no menores de la revolución digital es que quienes la desarrollaron tecnológicamente tenían una idea acerca de cuál era su utilidad como la de establecer nodos de comunicación, redes, imposibles de romper en tanto de manera intencional no se destruya la matriz de la que procede el sistema. A partir de su universalización, haciendo por un momento a un lado la brecha digital, implica un tipo de socialización que ha abundado en múltiples renovaciones de su uso en todo el mundo y en diferentes espacios y naciones.

El uso de la tecnología para emitir el voto desde la casa, el trabajo, el autobús, etc., es un tema fundamental porque una de las características de las tecnologías digitales consiste en que a partir de la tecnología y de las opciones que presenta modifica y reorganiza a la antigua sociedad, como lo señala Manuel Castells. Aquí podemos estar a favor o en contra, pero lo importante es que se trata de un fenómeno que está ocurriendo y el hecho de que se aplique a la emisión del voto, digitalizado parcial o totalmente, es el inicio de una revolución de la democracia.

Es una revolución no sólo porque se emita el voto de manera digital sino porque ese hecho transformaría a largo plazo uno de los principios en los que ha sustentado la democracia liberal: la emisión directa y secreta del voto. La modificación ocurriría en la parte que se corresponde con la emisión directa. Como es del dominio público la emisión directa del voto es parte de una mecánica que la democracia representativa estableció como respuesta al crecimiento de la población y la ciudad.

La emisión directa del voto, es decir, que el sufragante se presente ante una urna dentro de una casilla y emita su voto no es un principio aunque es importante y ha sido relevante en la democracia liberal porque constituye una garantía de la legitimidad del proceso comicial. Sin embargo, no es un principio, es una práctica que responde a procedimientos de carácter técnico: lograr que millones de personas que no se pueden reunir de manera directa para elegir a un gobernante (como ocurría en la antigua Grecia) lo hacen de manera indirecta, votando.

López Obrador anunció la digitalización de voto como parte de una iniciativa que contendrá la reforma electoral que ya se cocina en palacio nacional. Esta medida de ocurrir significará la verdad una auténtica revolución de la vida democrática del país así como de los ejercicios revocatorios de mandato o de otra índole que se pueden llevar a la práctica en México. La razón es muy sencilla: aunque sin potenciarse, actualmente todo es digital menos la emisión del voto, así lo indica la realidad.

Se aplica entre los partidos políticos que establecen una relación con su militancia a través de las redes sociales, las páginas webs, se utilizan las redes para potenciar las movilizaciones de protesta o apoyo, en su relación con los ciudadanos, las instituciones como el INE de igual manera utiliza la tecnología para dar a conocer los resultados de cada la elección, captar la emisión del voto de nuestros paisanos que viven en el extranjero entre otras aplicaciones, entre otros muchos usos de la tecnología.

El uso de la tecnología en la vida política ya es un hecho. La lectura de esta misma aportación al debate como los textos y documentos en los que le doy sustento tiene que ver con la era digital imposible hace unos pocos años. Lo mismo ocurre en la vida política, con la experiencia de la digitalización de la emisión del voto la democracia participativa o directa sin duda alguna recibirá beneficios impensables. La participación de la ciudadanía en política que ya se hace recibirá un aliciente que impactaría positivamente estos ejercicios.

La tecnología como ha ocurrido en México en estos años tiene una utilidad increíble en el sentido de que crea condiciones favorables para debilitar la brecha política. Mujeres y hombres pueden por medio de los dispositivos digitales opinar sobre temas que en el pasado estuvieron en manos de opiniólogos y políticos. Con las nuevas tecnologías es posible interaccionar no solamente entre personas que están a distancia sino también sobre temas que en el pasado estuvieron negados a la mayoría de la población.

El punto es que la emisión del voto permanece ajustado a los antiguos esquemas técnicos como el instalar una casilla, nombrar representantes, ordenar a los votantes, vigilar la emisión del voto, contar los votos, etcétera. Pero todo esto desde el punto de vista tecnológico, bueno no todo necesariamente, puede ser sustituido y con ello profundizar en la participación democrática que se encuentra desincronizada de la evolución tecnológica. Y como ocurrió en la antigua Unión Soviética el control de la sociedad le impuso a la sociedad un rezago que le costó la caída.

Las tecnologías proporcionan condiciones favorables para la politización y toma de conciencia en la emisión del voto. El uso de sesiones digitales es un factor que contribuirá a eliminar las dificultades que la distancia y el dinero impone. Además de una manejo horizontal de la información y del debate. La tecnología debe concebirse como un incentivo a la democracia y no como una amenaza.

La idea de emitir el voto de manera electrónica no se ha instrumentado debido a los intereses que existían en torno al aparato de político y de poder en México, el INE es emblemático como ejemplo. Sin hacer comparaciones forzadas en cierta medida el aparato de control de la vida político electoral, por medio del INE, en México favoreció el estancamiento de la aplicación de los avances tecnológicos a las elecciones. Es muy sencillo explicarlo: las élites corruptas le temen a la participación ciudadana.

La proliferación de las nuevas tecnologías implica la educación de la población en el manejo de las tecnologías, lo que va en contra de intereses creados que desean mantener en la oscuridad a la mayoría de la población. El uso de las tecnologías en la emisión del voto implica un crecimiento personal pues implica abrir una ventana a las personas que los llevará a la búsqueda de información y una persona politizada es menos proclive a la manipulación. Esto es muy claro en la experiencia mexicana con respecto a los medios tradicionales electrónicos.

Los controles político corporativos rechazan la disolución de los mismos por lo que la tecnología no es bien vista. La derecha es proclive a ello. La izquierda puede comprenderlo mejor.

Fuentes consultadas: Sánchez Medero, Gema. (2019). Las tecnologías digitales y la regeneración democrática de los partidos políticos españoles y mexicanos; Ninfa Elizabeth. (2019). El voto electrónico en la construcción de un modelo de democracia electrónica.

Una de los detalles no menores de la revolución digital es que quienes la desarrollaron tecnológicamente tenían una idea acerca de cuál era su utilidad como la de establecer nodos de comunicación, redes, imposibles de romper en tanto de manera intencional no se destruya la matriz de la que procede el sistema. A partir de su universalización, haciendo por un momento a un lado la brecha digital, implica un tipo de socialización que ha abundado en múltiples renovaciones de su uso en todo el mundo y en diferentes espacios y naciones.

El uso de la tecnología para emitir el voto desde la casa, el trabajo, el autobús, etc., es un tema fundamental porque una de las características de las tecnologías digitales consiste en que a partir de la tecnología y de las opciones que presenta modifica y reorganiza a la antigua sociedad, como lo señala Manuel Castells. Aquí podemos estar a favor o en contra, pero lo importante es que se trata de un fenómeno que está ocurriendo y el hecho de que se aplique a la emisión del voto, digitalizado parcial o totalmente, es el inicio de una revolución de la democracia.

Es una revolución no sólo porque se emita el voto de manera digital sino porque ese hecho transformaría a largo plazo uno de los principios en los que ha sustentado la democracia liberal: la emisión directa y secreta del voto. La modificación ocurriría en la parte que se corresponde con la emisión directa. Como es del dominio público la emisión directa del voto es parte de una mecánica que la democracia representativa estableció como respuesta al crecimiento de la población y la ciudad.

La emisión directa del voto, es decir, que el sufragante se presente ante una urna dentro de una casilla y emita su voto no es un principio aunque es importante y ha sido relevante en la democracia liberal porque constituye una garantía de la legitimidad del proceso comicial. Sin embargo, no es un principio, es una práctica que responde a procedimientos de carácter técnico: lograr que millones de personas que no se pueden reunir de manera directa para elegir a un gobernante (como ocurría en la antigua Grecia) lo hacen de manera indirecta, votando.

López Obrador anunció la digitalización de voto como parte de una iniciativa que contendrá la reforma electoral que ya se cocina en palacio nacional. Esta medida de ocurrir significará la verdad una auténtica revolución de la vida democrática del país así como de los ejercicios revocatorios de mandato o de otra índole que se pueden llevar a la práctica en México. La razón es muy sencilla: aunque sin potenciarse, actualmente todo es digital menos la emisión del voto, así lo indica la realidad.

Se aplica entre los partidos políticos que establecen una relación con su militancia a través de las redes sociales, las páginas webs, se utilizan las redes para potenciar las movilizaciones de protesta o apoyo, en su relación con los ciudadanos, las instituciones como el INE de igual manera utiliza la tecnología para dar a conocer los resultados de cada la elección, captar la emisión del voto de nuestros paisanos que viven en el extranjero entre otras aplicaciones, entre otros muchos usos de la tecnología.

El uso de la tecnología en la vida política ya es un hecho. La lectura de esta misma aportación al debate como los textos y documentos en los que le doy sustento tiene que ver con la era digital imposible hace unos pocos años. Lo mismo ocurre en la vida política, con la experiencia de la digitalización de la emisión del voto la democracia participativa o directa sin duda alguna recibirá beneficios impensables. La participación de la ciudadanía en política que ya se hace recibirá un aliciente que impactaría positivamente estos ejercicios.

La tecnología como ha ocurrido en México en estos años tiene una utilidad increíble en el sentido de que crea condiciones favorables para debilitar la brecha política. Mujeres y hombres pueden por medio de los dispositivos digitales opinar sobre temas que en el pasado estuvieron en manos de opiniólogos y políticos. Con las nuevas tecnologías es posible interaccionar no solamente entre personas que están a distancia sino también sobre temas que en el pasado estuvieron negados a la mayoría de la población.

El punto es que la emisión del voto permanece ajustado a los antiguos esquemas técnicos como el instalar una casilla, nombrar representantes, ordenar a los votantes, vigilar la emisión del voto, contar los votos, etcétera. Pero todo esto desde el punto de vista tecnológico, bueno no todo necesariamente, puede ser sustituido y con ello profundizar en la participación democrática que se encuentra desincronizada de la evolución tecnológica. Y como ocurrió en la antigua Unión Soviética el control de la sociedad le impuso a la sociedad un rezago que le costó la caída.

Las tecnologías proporcionan condiciones favorables para la politización y toma de conciencia en la emisión del voto. El uso de sesiones digitales es un factor que contribuirá a eliminar las dificultades que la distancia y el dinero impone. Además de una manejo horizontal de la información y del debate. La tecnología debe concebirse como un incentivo a la democracia y no como una amenaza.

La idea de emitir el voto de manera electrónica no se ha instrumentado debido a los intereses que existían en torno al aparato de político y de poder en México, el INE es emblemático como ejemplo. Sin hacer comparaciones forzadas en cierta medida el aparato de control de la vida político electoral, por medio del INE, en México favoreció el estancamiento de la aplicación de los avances tecnológicos a las elecciones. Es muy sencillo explicarlo: las élites corruptas le temen a la participación ciudadana.

La proliferación de las nuevas tecnologías implica la educación de la población en el manejo de las tecnologías, lo que va en contra de intereses creados que desean mantener en la oscuridad a la mayoría de la población. El uso de las tecnologías en la emisión del voto implica un crecimiento personal pues implica abrir una ventana a las personas que los llevará a la búsqueda de información y una persona politizada es menos proclive a la manipulación. Esto es muy claro en la experiencia mexicana con respecto a los medios tradicionales electrónicos.

Los controles político corporativos rechazan la disolución de los mismos por lo que la tecnología no es bien vista. La derecha es proclive a ello. La izquierda puede comprenderlo mejor.

Fuentes consultadas: Sánchez Medero, Gema. (2019). Las tecnologías digitales y la regeneración democrática de los partidos políticos españoles y mexicanos; Ninfa Elizabeth. (2019). El voto electrónico en la construcción de un modelo de democracia electrónica.