/ lunes 22 de enero de 2018

Seguridad municipal

La situación de la seguridad pública en Tlaxcala amerita una seria reflexión desde el ámbito municipal.

En las últimas semanas hemos conocido de lamentables sucesos delictivos, y en su mayoría es evidente que la actuación de las autoridades municipales ha dejado mucho qué desear.

No es secreto que, en varios ayuntamientos, se han privilegiado acciones y obras encaminadas más al apuntalamiento de proyectos personales que a incidir verdaderamente en la atención de las demandas de la ciudadanía.

Así se vio en aquellas comunas donde los alcaldes se desentendieron deliberadamente del pago de prestaciones de fin de año a sus cuerpos de seguridad.

Esta circunstancia hace patente el grado de interés que los alcaldes tienen respecto al tema de la seguridad pública.

¿Cómo exigir a estos policías resultados si sus propios jefes no son capaces de atender sus necesidades básicas de ingreso?

Ahora que inicia 2018, las autoridades de los 60 municipios deberían revalorar sus prioridades, hacer un serio ejercicio de autocrítica, y reconocer que el rumbo se debe corregir para apostar por programas y estrategias eficaces que inhiban la inseguridad.

Las policías municipales tienen que trabajar más cerca del ciudadano para responder a sus expectativas y recuperar su confianza. Los alcaldes deben generar condiciones para que la población se sienta escuchada por su autoridad municipal.

Las encuestas elaboradas para conocer la percepción de inseguridad entre la gente hacen patente el deterioro de la imagen de las instituciones de seguridad pública desde lo local. Por ello es conveniente que los municipios replanteen sus objetivos, sus planes y sus presupuestos para establecer metas alcanzables en materia de atención al delito.

Los ediles no se pueden conformar con que sus uniformados realicen simples labores de patrullaje. Sus policías son los que mejor deberían conocer el escenario de seguridad que priva en cada localidad.

Tienen que procurar elementos suficientes, pero también más preparados y mejor remunerados, para hacer frente al escenario que plantea el desarrollo económico y social de la entidad y la región.

Ojalá los presidentes municipales se decidan a actuar ya: que inviertan más en seguridad, que capaciten a sus policías, que contraten más elementos y les ofrezcan salarios dignos para evitar actos de corrupción.

El Gobierno del Estado ha ofrecido seguir respaldándolos, a través de la Comisión Estatal de Seguridad, pero la atención del delito del fuero común comienza desde los municipios. Es ahí donde está la clave para recomponer la circunstancia de orden y tranquilidad que exigen los tlaxcaltecas.

El gasto en seguridad se debe ver reflejado en ambientes de paz. Las estadísticas en esta materia nos colocan en un sitio de privilegio que no se debe dilapidar con actitudes conformistas o irresponsables.

La situación de la seguridad pública en Tlaxcala amerita una seria reflexión desde el ámbito municipal.

En las últimas semanas hemos conocido de lamentables sucesos delictivos, y en su mayoría es evidente que la actuación de las autoridades municipales ha dejado mucho qué desear.

No es secreto que, en varios ayuntamientos, se han privilegiado acciones y obras encaminadas más al apuntalamiento de proyectos personales que a incidir verdaderamente en la atención de las demandas de la ciudadanía.

Así se vio en aquellas comunas donde los alcaldes se desentendieron deliberadamente del pago de prestaciones de fin de año a sus cuerpos de seguridad.

Esta circunstancia hace patente el grado de interés que los alcaldes tienen respecto al tema de la seguridad pública.

¿Cómo exigir a estos policías resultados si sus propios jefes no son capaces de atender sus necesidades básicas de ingreso?

Ahora que inicia 2018, las autoridades de los 60 municipios deberían revalorar sus prioridades, hacer un serio ejercicio de autocrítica, y reconocer que el rumbo se debe corregir para apostar por programas y estrategias eficaces que inhiban la inseguridad.

Las policías municipales tienen que trabajar más cerca del ciudadano para responder a sus expectativas y recuperar su confianza. Los alcaldes deben generar condiciones para que la población se sienta escuchada por su autoridad municipal.

Las encuestas elaboradas para conocer la percepción de inseguridad entre la gente hacen patente el deterioro de la imagen de las instituciones de seguridad pública desde lo local. Por ello es conveniente que los municipios replanteen sus objetivos, sus planes y sus presupuestos para establecer metas alcanzables en materia de atención al delito.

Los ediles no se pueden conformar con que sus uniformados realicen simples labores de patrullaje. Sus policías son los que mejor deberían conocer el escenario de seguridad que priva en cada localidad.

Tienen que procurar elementos suficientes, pero también más preparados y mejor remunerados, para hacer frente al escenario que plantea el desarrollo económico y social de la entidad y la región.

Ojalá los presidentes municipales se decidan a actuar ya: que inviertan más en seguridad, que capaciten a sus policías, que contraten más elementos y les ofrezcan salarios dignos para evitar actos de corrupción.

El Gobierno del Estado ha ofrecido seguir respaldándolos, a través de la Comisión Estatal de Seguridad, pero la atención del delito del fuero común comienza desde los municipios. Es ahí donde está la clave para recomponer la circunstancia de orden y tranquilidad que exigen los tlaxcaltecas.

El gasto en seguridad se debe ver reflejado en ambientes de paz. Las estadísticas en esta materia nos colocan en un sitio de privilegio que no se debe dilapidar con actitudes conformistas o irresponsables.

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