/ martes 11 de mayo de 2021

Ser mamá en México

Hoy que escribo estas líneas es 10 de mayo, día de las madres. Memes, canciones, mensajes, deseos, todo para celebrar este día, el que dedicamos a nuestro lazo con el mundo. Sin embargo, ser madre en nuestra dolida y cada vez más pobre patria, no es sinónimo de protección y seguridad para ellas ni para sus amados hijas e hijos.

De hecho, en 2020, los datos oficiales dicen que hubo 11,808 nacimientos, 32 al día, de madres entre diez y catorce años, y 373,661 de chicas entre 15 y 19 años: 385,469 niñas y adolescentes siendo madres, niñas violentadas sexualmente y que no saben siquiera qué le pasa a sus cuerpos, niñas que dejan de crecer físicamente para crecer psicológicamente a golpes, chicas que aún no pueden cuidar de sí mismas pero tienen que enfrentar la responsabilidad mayúscula de criar nuevos seres, muchas veces solas y desamparadas.

Más datos sobre madres adolescentes: solo 6.7 % de ellas alcanzaron estudios universitarios o de posgrado frente al 22.2 % de quienes lo fueron en la adultez, casi 7 de cada 10 nunca han cotizado en un sistema de seguridad social y tienen una brecha salarial frente a mujeres que vivieron una maternidad más tardía de veinte mil pesos en promedio.

Las oportunidades de estudiar también marcan la vida de las mujeres. Entre quienes pudieron tener instrucción media superior y superior, el promedio de nacidos vivos es de 1.79, entre las hablantes de alguna lengua indígena este índice sube a 2.9 y en aquellas que no pudieron tener instrucción escolar alguna, el promedio frente a las primeras es casi el doble con 3.3 hijas e hijos vivos cada una.

Por supuesto, la crianza sigue siendo entendida como labor exclusiva o preponderante de la madre; el mercado laboral así lo refleja; de las mujeres que participan en él, 49.6% tienen uno o dos hijos, el 41.4 % de 3 a 5 y por supuesto, a mayor número de hijas e hijos, menor la posibilidad de tener un empleo remunerado; quienes tienen 6 o más hijas e hijos solo son el 22.7 % de las mujeres que generan un ingreso propio, lo que provoca un círculo vicioso de más pobreza y menores oportunidades para ellas y sus niñas y niños, condenándolas a la escasez y la enfermedad, cuando no la muerte misma.

El Covid-19 fue aun peor para quienes tuvieron un embarazo en este tiempo, ya que la desatención institucional -entre otras razones- resultó en un incremento de 72 % de mortalidad materna frente al año anterior. De las 52,523 embarazadas o puérperas con seguimiento por Covid, fallecieron por esta causa 338.

Las pobres entre las pobres en la ciudad sin duda son quienes viven en situación de calle. Mujeres-madres que enfrentan vulnerabilidad por todos los flancos, que sufren estereotipos de género y discriminación por el lugar que habitan, por pobreza, color de piel, edad y lo que se sume; 27 % de ellas han tenido al menos una hija o hijo con la calle por hogar.

No; no hay un solo dato que diga que ser mujer y madre en nuestra patria signifique que sus instituciones ofrezcan dignidad, seguridad o siquiera compasión por las más necesitadas. Así es para cientos de miles de mujeres, ser madre en México. Para todas, pero especialmente para las más desprotegidas, mi corazón en este día y siempre.

Hoy que escribo estas líneas es 10 de mayo, día de las madres. Memes, canciones, mensajes, deseos, todo para celebrar este día, el que dedicamos a nuestro lazo con el mundo. Sin embargo, ser madre en nuestra dolida y cada vez más pobre patria, no es sinónimo de protección y seguridad para ellas ni para sus amados hijas e hijos.

De hecho, en 2020, los datos oficiales dicen que hubo 11,808 nacimientos, 32 al día, de madres entre diez y catorce años, y 373,661 de chicas entre 15 y 19 años: 385,469 niñas y adolescentes siendo madres, niñas violentadas sexualmente y que no saben siquiera qué le pasa a sus cuerpos, niñas que dejan de crecer físicamente para crecer psicológicamente a golpes, chicas que aún no pueden cuidar de sí mismas pero tienen que enfrentar la responsabilidad mayúscula de criar nuevos seres, muchas veces solas y desamparadas.

Más datos sobre madres adolescentes: solo 6.7 % de ellas alcanzaron estudios universitarios o de posgrado frente al 22.2 % de quienes lo fueron en la adultez, casi 7 de cada 10 nunca han cotizado en un sistema de seguridad social y tienen una brecha salarial frente a mujeres que vivieron una maternidad más tardía de veinte mil pesos en promedio.

Las oportunidades de estudiar también marcan la vida de las mujeres. Entre quienes pudieron tener instrucción media superior y superior, el promedio de nacidos vivos es de 1.79, entre las hablantes de alguna lengua indígena este índice sube a 2.9 y en aquellas que no pudieron tener instrucción escolar alguna, el promedio frente a las primeras es casi el doble con 3.3 hijas e hijos vivos cada una.

Por supuesto, la crianza sigue siendo entendida como labor exclusiva o preponderante de la madre; el mercado laboral así lo refleja; de las mujeres que participan en él, 49.6% tienen uno o dos hijos, el 41.4 % de 3 a 5 y por supuesto, a mayor número de hijas e hijos, menor la posibilidad de tener un empleo remunerado; quienes tienen 6 o más hijas e hijos solo son el 22.7 % de las mujeres que generan un ingreso propio, lo que provoca un círculo vicioso de más pobreza y menores oportunidades para ellas y sus niñas y niños, condenándolas a la escasez y la enfermedad, cuando no la muerte misma.

El Covid-19 fue aun peor para quienes tuvieron un embarazo en este tiempo, ya que la desatención institucional -entre otras razones- resultó en un incremento de 72 % de mortalidad materna frente al año anterior. De las 52,523 embarazadas o puérperas con seguimiento por Covid, fallecieron por esta causa 338.

Las pobres entre las pobres en la ciudad sin duda son quienes viven en situación de calle. Mujeres-madres que enfrentan vulnerabilidad por todos los flancos, que sufren estereotipos de género y discriminación por el lugar que habitan, por pobreza, color de piel, edad y lo que se sume; 27 % de ellas han tenido al menos una hija o hijo con la calle por hogar.

No; no hay un solo dato que diga que ser mujer y madre en nuestra patria signifique que sus instituciones ofrezcan dignidad, seguridad o siquiera compasión por las más necesitadas. Así es para cientos de miles de mujeres, ser madre en México. Para todas, pero especialmente para las más desprotegidas, mi corazón en este día y siempre.