/ viernes 22 de julio de 2022

“Superficie y fondo…”

En el subsuelo social se agita una vorágine que, si no se atiende, generalizada y violenta irrumpirá y no habrá patrullas, helicópteros, ni protocolos que la desamorticen. Es la serpiente de la maldad robustecida por décadas que los responsables políticos “no ven”. Las leyes, la injusticia, las elecciones, la corrupción y otros factores han engendrado un “encabronamiento” colectivo. Somos una pradera “sequecita” y con mucho huachicol, que con la menor chispa estalla.

De este problema tan grave una cosa es la forma y otra el fondo. Pero los actores políticos en su parcela de poder, reviran hacia los otros pensando “que ellos no”. Es cuestión de culpas, pero también de urgente solución, de reformas estructurales inteligentes y visionarias. Ejemplos abundan y sobran. Veamos algunos // MUNICIPALES, el órgano fiscalizador de Tlaxcala detectó descalabros municipales de los ex munícipes por $345,000,000 por compras fingidas, facturas falsas, pagos indebidos, desviaciones, etcétera. Pero la mayoría estrenó carros, casas, comieron bien casi un quinquenio, se emborracharon mejor. Panotla $36, 000,000. Contla, $20,000,000. Tzompantepec $19,000,000. Tequexquitla $16,000,000. Zitlaltepec $14,000,000. Chiautempan $12,000,000. De los sesenta muy pocos se salvan. Los nuevos, van por el mismo camino. Así ha pasado siempre, “comaladas” van y vienen y el día de hoy ninguno está en la cárcel. Estas omisiones “alcahuetas” es lo que enfurece a la comunidad. // ESTATAL, el ejecutivo que se fue heredó un daño patrimonial por $113,000,000. Sus dependencias, obras públicas $66,000, 000. Seguridad Ciudadana $9,000,000. Institutos, Universidades, Fideicomisos, etcétera. Pocos se salvan. La declaracionitis es estentórea, pero de los castigos nunca veremos nada y esto, es lo que tiene encolerizada a la población. En el Poder Judicial se declara que no hay nepotismo. Pero cada presidente ha dejado su “engorda”. Fracasó la sustitución de un consejero por malas decisiones jurídicas entre los juristas supremos del estado. A él se le atribuía “despacharse con la cuchara grande” con sus familiares. En esa ínsula de poder hay revanchismo, intriga, odios, rencores, zancadillas, amiguismo, etcétera. Burocracia y corrupción son cosa de todos los días. El “tortuguismo” es desesperante. En la medida que creció el presupuesto del poder crecieron las ambiciones. Los jueces, “a la chita callando”, consienten, alcahuetean y se corrompen, pero nadie ve nada ni castiga y esto alimenta la exasperación social. // El colmo son los munícipes recién llegados, intercambian parientes y recomendados con los otros cercanos, se pavonean en vehículos nuevos, comen caro a la vista de todos, se emborrachan mejor, reponen su gasto electoral, sus policías atrabiliarios, ubican a parientes y novias. El órgano fiscalizador denuncia, pero no ajusticia. La cárcel es para los que carecen de un buen abogado, para los borrachos o el ciudadano en desgracia. // Nuevas leyes, cientos de policías, docenas de patrullas, helicópteros o novedosos protocolos no resolverán de fondo el problema, atajarán de momento la intranquilidad, pero ésta seguirá creciendo porque hay un pueblo despierto, irritado, “encabronado” y bien informado. La pradera está seca, cualquier chispa la incendia. Algo inteligente, trascendente y de fondo debe hacerse para desarticular estos graves malestares del sistema, porque la justicia no tiene en la cárcel a las ratas. Cerramos los ojos creyendo que es “el otro” quien debe solucionar. En el norte de México ya hay una “guerra por el agua.” Voceros internacionales auguran una mayor hambruna y carestía. Los halcones de Washington siguen entregando miles de millones en armas vía la OTAN. Los beligerantes se disputan el control de vastas áreas del mundo. Estos ingredientes están agravando de fondo la maltrecha paz social. Señores líderes sociales, abran los ojos y la conciencia. ¡Algo definitivo y trascendente habrá que hacer!

El órgano fiscalizador denuncia, pero no ajusticia. La cárcel es para los que carecen de un buen abogado, para los borrachos o el ciudadano en desgracia.


En el subsuelo social se agita una vorágine que, si no se atiende, generalizada y violenta irrumpirá y no habrá patrullas, helicópteros, ni protocolos que la desamorticen. Es la serpiente de la maldad robustecida por décadas que los responsables políticos “no ven”. Las leyes, la injusticia, las elecciones, la corrupción y otros factores han engendrado un “encabronamiento” colectivo. Somos una pradera “sequecita” y con mucho huachicol, que con la menor chispa estalla.

De este problema tan grave una cosa es la forma y otra el fondo. Pero los actores políticos en su parcela de poder, reviran hacia los otros pensando “que ellos no”. Es cuestión de culpas, pero también de urgente solución, de reformas estructurales inteligentes y visionarias. Ejemplos abundan y sobran. Veamos algunos // MUNICIPALES, el órgano fiscalizador de Tlaxcala detectó descalabros municipales de los ex munícipes por $345,000,000 por compras fingidas, facturas falsas, pagos indebidos, desviaciones, etcétera. Pero la mayoría estrenó carros, casas, comieron bien casi un quinquenio, se emborracharon mejor. Panotla $36, 000,000. Contla, $20,000,000. Tzompantepec $19,000,000. Tequexquitla $16,000,000. Zitlaltepec $14,000,000. Chiautempan $12,000,000. De los sesenta muy pocos se salvan. Los nuevos, van por el mismo camino. Así ha pasado siempre, “comaladas” van y vienen y el día de hoy ninguno está en la cárcel. Estas omisiones “alcahuetas” es lo que enfurece a la comunidad. // ESTATAL, el ejecutivo que se fue heredó un daño patrimonial por $113,000,000. Sus dependencias, obras públicas $66,000, 000. Seguridad Ciudadana $9,000,000. Institutos, Universidades, Fideicomisos, etcétera. Pocos se salvan. La declaracionitis es estentórea, pero de los castigos nunca veremos nada y esto, es lo que tiene encolerizada a la población. En el Poder Judicial se declara que no hay nepotismo. Pero cada presidente ha dejado su “engorda”. Fracasó la sustitución de un consejero por malas decisiones jurídicas entre los juristas supremos del estado. A él se le atribuía “despacharse con la cuchara grande” con sus familiares. En esa ínsula de poder hay revanchismo, intriga, odios, rencores, zancadillas, amiguismo, etcétera. Burocracia y corrupción son cosa de todos los días. El “tortuguismo” es desesperante. En la medida que creció el presupuesto del poder crecieron las ambiciones. Los jueces, “a la chita callando”, consienten, alcahuetean y se corrompen, pero nadie ve nada ni castiga y esto alimenta la exasperación social. // El colmo son los munícipes recién llegados, intercambian parientes y recomendados con los otros cercanos, se pavonean en vehículos nuevos, comen caro a la vista de todos, se emborrachan mejor, reponen su gasto electoral, sus policías atrabiliarios, ubican a parientes y novias. El órgano fiscalizador denuncia, pero no ajusticia. La cárcel es para los que carecen de un buen abogado, para los borrachos o el ciudadano en desgracia. // Nuevas leyes, cientos de policías, docenas de patrullas, helicópteros o novedosos protocolos no resolverán de fondo el problema, atajarán de momento la intranquilidad, pero ésta seguirá creciendo porque hay un pueblo despierto, irritado, “encabronado” y bien informado. La pradera está seca, cualquier chispa la incendia. Algo inteligente, trascendente y de fondo debe hacerse para desarticular estos graves malestares del sistema, porque la justicia no tiene en la cárcel a las ratas. Cerramos los ojos creyendo que es “el otro” quien debe solucionar. En el norte de México ya hay una “guerra por el agua.” Voceros internacionales auguran una mayor hambruna y carestía. Los halcones de Washington siguen entregando miles de millones en armas vía la OTAN. Los beligerantes se disputan el control de vastas áreas del mundo. Estos ingredientes están agravando de fondo la maltrecha paz social. Señores líderes sociales, abran los ojos y la conciencia. ¡Algo definitivo y trascendente habrá que hacer!

El órgano fiscalizador denuncia, pero no ajusticia. La cárcel es para los que carecen de un buen abogado, para los borrachos o el ciudadano en desgracia.