/ lunes 2 de julio de 2018

Tiempos de Democracia

Definida la titularidad del Poder Ejecutivo 2018-2024, lo que sigue es acometer de frente los verdaderos problemas de México

  • En el supuesto que la jornada electoral haya discurrido con el orden previsto, toca al elegido mostrar su real estatura
  • Mantener en equilibrio los indicadores económicos, indispensable sustento para la instrumentación de sus programas
  • Inseguridad, violencia, corrupción e impunidad, retos que se plantean al gobernante que ayer elegimos los mexicanos

Es de todo punto imposible escribir un artículo de opinión de un mil 300 palabras cerca de la medianoche del día previo a su publicación. Y digo a las doce tanteando que -si las cosas discurrieron conforme a lo previsto y no se registraron anomalías-, alrededor de esa hora el INE tuvo que haber difundido los primeros números oficiales de la elección presidencial. Dichos datos son los porcentajes emanados del llamado conteo rápido, el cual se basa en información proveniente de más de 7 mil casillas muestras distribuidas en el territorio nacional. Si en efecto así ocurrió, México conoció desde ayer el nombre del ganador. Para mayor abundamiento, hoy lunes por la mañana lo habrá confirmado el Programa de Resultados Preliminares. La contabilidad final, ya se sabe, no concluirá sino hasta pasado mañana miércoles, cuando los comités distritales sancionen las cifras capturadas en las casillas por ciudadanos voluntarios. Y luego, amigo lector, vendrá el largo proceso de dictaminación de impugnaciones a cargo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.


LAS PASIONES POLÍTICAS

Si esto que escribí por la mañana de ayer domingo se correspondió con lo que sucedió horas más tarde, entonces las tensiones que prevalecieron en las campañas se habrán atemperado y el país habrá amanecido en calma. Empero, antes de llegar a ese punto, la elección tuvo que haber atravesado por una fase delicada que se inició con la divulgación -a partir de las ocho de la noche- de las cifras de las encuestas de salida, información que si bien por una parte cumple con una misión noticiosa, por otra da pie a especulaciones tempraneras con las que partidos y candidatos -en carrera con sus adversarios- se adelantan a cantar su victoria sin tener pruebas que la respalden. Ojalá que, por el bien del orden y la paz social, nada de eso haya pasado y que, por lo contrario, los derrotados se hayan comportado como demócratas reconociendo -llegado el momento- al vencedor real de la contienda.


DE LAS PROMESAS A LOS HECHOS

Valga tan largo introito como paso previo a la inaplazable discusión de los problemas que agobian a México. Resuelta la elección y desvelado el nombre del nuevo mandatario, el mismo 1º de diciembre quienes lo ungieron con su voto van a exigirle el anuncio de acciones acordes a los cambios que ofreció. La gente no quiere oír más arengas electoreras; palabras ya escuchó demasiadas. Así, al día siguiente de su protesta constitucional tendrá frente a sí una sociedad que demandará la conversión de sus promesas en hechos tangibles y que rechazará medidas efectistas o simuladoras tendientes a aplazar las soluciones de fondo que a gritos necesita el país. Cabe preguntar… ¿con qué panorama se topará el presidente cuando convoque a su flamante gabinete? ¿Se verá diferente el escenario nacional desde la perspectiva del poder real? ¿Cuáles serán los primeros asuntos que despache y a cuales dará prioridad?


¿POR DÓNDE EMPEZAR?

Sobre su escritorio se acumularán expedientes que no podrá atender en persona y que deberá turnar a sus colaboradores. Pero… ¿cómo se jerarquizan los múltiples retos que enfrentará? ¿Por cuál de todos comenzar? ¿Por recomponer, serenar y reordenar a las fuerzas políticas que lo apoyaron? ¿Por reconsiderar la relación con las cúpulas empresariales? ¿Por poner en marcha un nuevo modelo de comunicación? ¿Por revisar cuestiones internacionales, en particular las que tienen que ver con Estados Unidos y el TLCAN? ¿Por tomar decisiones que tranquilicen los mercados? Lo cierto es que el tiempo de los lugares comunes y las descalificaciones a los contrarios terminó; lo que está por delante es conservar el equilibrio de los indicadores económicos del país y atajar cualquier amenaza desestabilizadora.


EL TRASPASO DEL PODER

Si en los críticos días iniciales de su gestión se mantienen bajo control los principales factores que inciden en las finanzas nacionales, entonces lo que sigue es ocuparse de la problemática social y de la implementación de las fórmulas que para resolverlas propuso a la ciudadanía en el curso de su campañas. Mas para pasar a esa fase de cumplimiento de ofertas electorales antes ha de tener certeza de que, en el traslape de la administración que entra con la que sale no hayan sido sembradas trampas que podrían provocar un colapso de las estructuras económicas, similar al de diciembre de 1994 que todos recordamos y resentimos. Si la transición a la que aludo es ríspida, la posibilidad no es remota; si es tersa, el riesgo se reduce hasta casi anularse.


LA CONVENIENCIA DE PACTAR

El periodo que media entre la declaratoria de presidente electo y la protesta del cargo es un capítulo que en buena medida determinará el rumbo político que tomará su gestión. Es el momento para dejar sentado si habrá acuerdos o si se profundizaran los disensos. Y si se da alguna negociación al respecto, sus términos estarán condicionados por el grado de legitimidad que el electorado le otorgó al ganador de la elección. Seis años atrás, justo por esos días, fue que se cerró el pacto no escrito entre Calderón y Peña Nieto por el cual se convino no perseguir panistas a cambio de auspiciar una ordenada transmisión de poderes que diera seguridad a la ceremonia de asunción del priista. Las fichas fueron, de un lado, el obsequio de facilidades ilimitadas para el equipo de transición del mexiquense y, del otro, la garantía de no utilizar las instituciones del Estado para investigar a quienes fueron parte del gobierno del michoacano.


LOS APREMIOS POPULARES

Pero al pueblo llano le tienen sin cuidado las grillas palaciegas y no entiende de macroeconomía; sus apuros corren por un carril diferente. Y aclaro, amigo lector, por pueblo llano me refiero a esa masa enorme de personas sencillas que carecen de lo indispensable, que no tienen seguridad social, que viven en la precariedad a que la condenaron las malas políticas y que -todo hay que decirlo- son el principal reservorio de votos de los partidos políticos. Equivocadamente creemos que nadie nunca se atreverá incendiar la pradera y, en nuestra ceguera, no nos damos cuenta que el fastidio rebasó hace tiempo el límite de lo tolerable. Si en verdad se tuviera conciencia de la gravedad de la situación, sabríamos que aplazar la mitigación de sus males es jugar con fuego. Paliar el hartazgo no admite prórrogas; la deuda no puede seguir pagándose con facilidades y a plazos sin vencimiento, ni mirando -como hasta hoy se ha hecho- de no comprometer las prebendas de las minorías privilegiadas. Urge buscar mecanismos que acorte drásticamente los tiempos de la liquidación de ese inmenso débito social.


ENUMERACIÓN SUCINTA DE NUESTROS MALES

La violencia desmembró al país; el número de muertos, desaparecidos y desplazados superó todos los máximos precedentes. El narco pone y quita autoridades en varios regiones; más 500 candidatos a cargos de elección renunciaron a su postulación por temor a ser asesinados, como lo fueron más de un centenar y medio en el actual proceso. Reporteros sin Fronteras reconoce solo a Afganistán y a Siria como los únicos países que nos superan en cuanto a la peligrosidad en el ejercicio del periodismo, y hemos descendido hasta el sitio 135 en la lista de las naciones más corruptas, al tiempo que competimos por el liderazgo de las que peor reparten la riqueza que producen. Un México, en fin, en que la mitad de sus 122 millones habitantes viven en pobreza, y trece de ellos en miseria; un México donde los recursos destinados a aliviarla se malversan y en el que, por tan repugnante ratería, no hay nadie en la cárcel; donde nuestros impuestos se trasladan en fardos para comprar votos; donde la justicia no atiende mas argumento que el del dinero; donde prevalece la impunidad más absoluta y donde cualquiera mata sin riesgo de ser perseguido. Descrito a grandes rasgos, ese es el país con el que se va a encontrar el gobernante que elegimos ayer.

Definida la titularidad del Poder Ejecutivo 2018-2024, lo que sigue es acometer de frente los verdaderos problemas de México

  • En el supuesto que la jornada electoral haya discurrido con el orden previsto, toca al elegido mostrar su real estatura
  • Mantener en equilibrio los indicadores económicos, indispensable sustento para la instrumentación de sus programas
  • Inseguridad, violencia, corrupción e impunidad, retos que se plantean al gobernante que ayer elegimos los mexicanos

Es de todo punto imposible escribir un artículo de opinión de un mil 300 palabras cerca de la medianoche del día previo a su publicación. Y digo a las doce tanteando que -si las cosas discurrieron conforme a lo previsto y no se registraron anomalías-, alrededor de esa hora el INE tuvo que haber difundido los primeros números oficiales de la elección presidencial. Dichos datos son los porcentajes emanados del llamado conteo rápido, el cual se basa en información proveniente de más de 7 mil casillas muestras distribuidas en el territorio nacional. Si en efecto así ocurrió, México conoció desde ayer el nombre del ganador. Para mayor abundamiento, hoy lunes por la mañana lo habrá confirmado el Programa de Resultados Preliminares. La contabilidad final, ya se sabe, no concluirá sino hasta pasado mañana miércoles, cuando los comités distritales sancionen las cifras capturadas en las casillas por ciudadanos voluntarios. Y luego, amigo lector, vendrá el largo proceso de dictaminación de impugnaciones a cargo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.


LAS PASIONES POLÍTICAS

Si esto que escribí por la mañana de ayer domingo se correspondió con lo que sucedió horas más tarde, entonces las tensiones que prevalecieron en las campañas se habrán atemperado y el país habrá amanecido en calma. Empero, antes de llegar a ese punto, la elección tuvo que haber atravesado por una fase delicada que se inició con la divulgación -a partir de las ocho de la noche- de las cifras de las encuestas de salida, información que si bien por una parte cumple con una misión noticiosa, por otra da pie a especulaciones tempraneras con las que partidos y candidatos -en carrera con sus adversarios- se adelantan a cantar su victoria sin tener pruebas que la respalden. Ojalá que, por el bien del orden y la paz social, nada de eso haya pasado y que, por lo contrario, los derrotados se hayan comportado como demócratas reconociendo -llegado el momento- al vencedor real de la contienda.


DE LAS PROMESAS A LOS HECHOS

Valga tan largo introito como paso previo a la inaplazable discusión de los problemas que agobian a México. Resuelta la elección y desvelado el nombre del nuevo mandatario, el mismo 1º de diciembre quienes lo ungieron con su voto van a exigirle el anuncio de acciones acordes a los cambios que ofreció. La gente no quiere oír más arengas electoreras; palabras ya escuchó demasiadas. Así, al día siguiente de su protesta constitucional tendrá frente a sí una sociedad que demandará la conversión de sus promesas en hechos tangibles y que rechazará medidas efectistas o simuladoras tendientes a aplazar las soluciones de fondo que a gritos necesita el país. Cabe preguntar… ¿con qué panorama se topará el presidente cuando convoque a su flamante gabinete? ¿Se verá diferente el escenario nacional desde la perspectiva del poder real? ¿Cuáles serán los primeros asuntos que despache y a cuales dará prioridad?


¿POR DÓNDE EMPEZAR?

Sobre su escritorio se acumularán expedientes que no podrá atender en persona y que deberá turnar a sus colaboradores. Pero… ¿cómo se jerarquizan los múltiples retos que enfrentará? ¿Por cuál de todos comenzar? ¿Por recomponer, serenar y reordenar a las fuerzas políticas que lo apoyaron? ¿Por reconsiderar la relación con las cúpulas empresariales? ¿Por poner en marcha un nuevo modelo de comunicación? ¿Por revisar cuestiones internacionales, en particular las que tienen que ver con Estados Unidos y el TLCAN? ¿Por tomar decisiones que tranquilicen los mercados? Lo cierto es que el tiempo de los lugares comunes y las descalificaciones a los contrarios terminó; lo que está por delante es conservar el equilibrio de los indicadores económicos del país y atajar cualquier amenaza desestabilizadora.


EL TRASPASO DEL PODER

Si en los críticos días iniciales de su gestión se mantienen bajo control los principales factores que inciden en las finanzas nacionales, entonces lo que sigue es ocuparse de la problemática social y de la implementación de las fórmulas que para resolverlas propuso a la ciudadanía en el curso de su campañas. Mas para pasar a esa fase de cumplimiento de ofertas electorales antes ha de tener certeza de que, en el traslape de la administración que entra con la que sale no hayan sido sembradas trampas que podrían provocar un colapso de las estructuras económicas, similar al de diciembre de 1994 que todos recordamos y resentimos. Si la transición a la que aludo es ríspida, la posibilidad no es remota; si es tersa, el riesgo se reduce hasta casi anularse.


LA CONVENIENCIA DE PACTAR

El periodo que media entre la declaratoria de presidente electo y la protesta del cargo es un capítulo que en buena medida determinará el rumbo político que tomará su gestión. Es el momento para dejar sentado si habrá acuerdos o si se profundizaran los disensos. Y si se da alguna negociación al respecto, sus términos estarán condicionados por el grado de legitimidad que el electorado le otorgó al ganador de la elección. Seis años atrás, justo por esos días, fue que se cerró el pacto no escrito entre Calderón y Peña Nieto por el cual se convino no perseguir panistas a cambio de auspiciar una ordenada transmisión de poderes que diera seguridad a la ceremonia de asunción del priista. Las fichas fueron, de un lado, el obsequio de facilidades ilimitadas para el equipo de transición del mexiquense y, del otro, la garantía de no utilizar las instituciones del Estado para investigar a quienes fueron parte del gobierno del michoacano.


LOS APREMIOS POPULARES

Pero al pueblo llano le tienen sin cuidado las grillas palaciegas y no entiende de macroeconomía; sus apuros corren por un carril diferente. Y aclaro, amigo lector, por pueblo llano me refiero a esa masa enorme de personas sencillas que carecen de lo indispensable, que no tienen seguridad social, que viven en la precariedad a que la condenaron las malas políticas y que -todo hay que decirlo- son el principal reservorio de votos de los partidos políticos. Equivocadamente creemos que nadie nunca se atreverá incendiar la pradera y, en nuestra ceguera, no nos damos cuenta que el fastidio rebasó hace tiempo el límite de lo tolerable. Si en verdad se tuviera conciencia de la gravedad de la situación, sabríamos que aplazar la mitigación de sus males es jugar con fuego. Paliar el hartazgo no admite prórrogas; la deuda no puede seguir pagándose con facilidades y a plazos sin vencimiento, ni mirando -como hasta hoy se ha hecho- de no comprometer las prebendas de las minorías privilegiadas. Urge buscar mecanismos que acorte drásticamente los tiempos de la liquidación de ese inmenso débito social.


ENUMERACIÓN SUCINTA DE NUESTROS MALES

La violencia desmembró al país; el número de muertos, desaparecidos y desplazados superó todos los máximos precedentes. El narco pone y quita autoridades en varios regiones; más 500 candidatos a cargos de elección renunciaron a su postulación por temor a ser asesinados, como lo fueron más de un centenar y medio en el actual proceso. Reporteros sin Fronteras reconoce solo a Afganistán y a Siria como los únicos países que nos superan en cuanto a la peligrosidad en el ejercicio del periodismo, y hemos descendido hasta el sitio 135 en la lista de las naciones más corruptas, al tiempo que competimos por el liderazgo de las que peor reparten la riqueza que producen. Un México, en fin, en que la mitad de sus 122 millones habitantes viven en pobreza, y trece de ellos en miseria; un México donde los recursos destinados a aliviarla se malversan y en el que, por tan repugnante ratería, no hay nadie en la cárcel; donde nuestros impuestos se trasladan en fardos para comprar votos; donde la justicia no atiende mas argumento que el del dinero; donde prevalece la impunidad más absoluta y donde cualquiera mata sin riesgo de ser perseguido. Descrito a grandes rasgos, ese es el país con el que se va a encontrar el gobernante que elegimos ayer.