/ lunes 23 de julio de 2018

Tiempos de Democracia

AMLO, y la opción reelecionista con que lo tentarán sus seguidores… y sus propias pulsiones autocráticas


  • Prensa Libre y sociedad organizada, baluartes para la contención de excesos de la clase gobernante que llega al poder
  • Noventa años de convivir con los usos y costumbres del priísmo complicará la adaptación social a los nuevos modos
  • El poder omnímodo que le otorgo la voluntad popular le permitirá transformar radicalmente el actual régimen político


Conforme López Obrador da a conocer los lineamientos a los que apegará su gestión presidencial, más claro resulta que los seis años de su mandato no le serán suficientes para concretarlos en sus términos. Esa cruzada social sobre la que quiere construir un México justo requiere no solo de un tiempo mayor, sino también de una actitud distinta de la sociedad respecto de la corrupción, la simulación y el influyentismo. Me refiero a una sociedad -la nuestra- que deberá abandonar los “usos y costumbres” de un régimen -el priista en sus tres denominaciones- a que los mexicanos de varias generaciones hubimos de adaptarnos. A lo largo de casi noventa años, el sistema impuso unas reglas de convivencia que acabaron por aceptarse -de buen o mal grado- y que permearon profundo en nuestra forma de ser y de relacionarnos. Ahora se plantea dar un giro de 180 grados para enfilarnos hacia un diferente y -ojalá- más prometedor destino. No será fácil; habrá que edificar entre todos un nuevo sistema político y una nueva cultura cívica.

  • CAUSAS Y EFECTOS DE LA REBELIÓN

Interrogada al respecto, la escritora Elena Poniatowska precisó que el cambio lopezobradorista significó “…la derrota del PRI y de una revolución que traicionó a los más pobres y llenó de riquezas y de privilegios a la clase en el poder…” A ambos, a la revolución traicionada y al partido hegemónico que nos gobernó les atribuye haber cavado “…una brecha muy honda entre una clase social y otra, empobreciendo a los más pobres y haciendo millonarios a los corruptos…”. La laureada autora de “La Noche de Tlatelolco” concluyó (El País, 19/07/2018) que “…a raíz de ese abismo social vino el estancamiento de una gran nación que no merece ese maltrato y esa corrupción…”. Entendidos y aceptados los motivos de la revuelta electoral que entronizó -uso el término en su sentido literal- a Andrés Manuel, lo que sigue es observar con atención los procedimientos de que se valdrá para hacer realidad esa Cuarta Transformación con la que pretende pasar a la Historia.

  • SIN SUCESOR A LA VISTA

Soy de los que aún no salen de la estupefacción causada, no por el triunfo del tabasqueño -cantado desde semanas antes de la elección- sino por su arrasadora magnitud. Sin hipérbole puede con propiedad decirse que el 1º de julio pasado asistimos a una auténtica revolución, victoriosa y pacífica, consumada con los votos convencidos y fervorosos de esa clase empobrecida de la que habla Elena Poniatowska, que creyó e hizo suyo el mensaje reivindicador de López Obrador. De esos estratos marginales provino la mayoría de los sufragios -¡mas de treinta millones!- sobre los que se asienta el ilimitado poder que la voluntad popular otorgó al líder de Morena. Es con ellos, con los pobres, con los que el tabasqueño tiene su mayor débito y solo podrá saldar esa cuenta si -como les prometió en su campaña- “…no miente, no roba y no traiciona…”. Si cumple su dicho, no creo errar si anticipo que, sin un sucesor a la vista, ese inmenso ejército de desfavorecidos va a exigir su re-elección. El tiempo dirá si estuve o no en lo cierto.

  • JUSTICIA A SECAS…

Sin perderse en un laberinto de revanchismos y venganzas, pero sin desvíos ni distracciones, López Obrador debe poner a disposición de la justicia a los que malversaron la hacienda pública, utilizando en su provecho recursos que son del pueblo y valiéndose de forma perversa de las instituciones del estado. Los nombres de esos abusadores están en boca de todos y sus delitos tienen que investigarse conforme a la ley y la razón. Proceder de otra manera en aras de una transición tersa lo convertiría en cómplice de su predecesor y defraudaría el que fue principal incentivo de sus votantes: ver en la cárcel a los ladrones. De cumplir con rigor y sin excepciones esa exigencia conseguirá hacer creíble la proclama fundamental de su movimiento -lucha vs. la corrupción-, y dispondrá del más eficaz disuasivo para evitar que caigan en tentaciones quienes lo acompañarán en su gobierno.

  • LO QUE SE ENTIENDE… Y LO QUE NO

Bien está que Andrés Manuel haya emitido señales tranquilizadoras para aclarar a los sectores pudientes más inquietos que actuará con prudencia y sin violentar las reglas de la macroeconomía. Bien está, repito, que se haya reunido con banqueros y empresarios, dándoles a saber que reconocerá compromisos existentes, asegurándoles que mantendrá la disciplina financiera y fiscal, y comprometiéndose a no expropiar, a respetar la autonomía del Banco de México, y a que el TLC seguirá negociándose en sintonía con el interés de los entes productivos del país. Bien está todo eso; empero, con lo que nunca transigirán sus votantes es con hacer -como ya lo hizo un par de veces- público elogio de Peña Nieto por “…haberse mantenido al margen del proceso electoral…”, mentira flagrante que lastima a quienes sí les ofendió la actitud soterradamente intervencionista del presidente.

  • SIN MÁS LÍMITES QUE LA PROPIA PRUDENCIA

Al ser indiscutido titular del Poder Ejecutivo y al controlar las dos cámaras legisladoras federales y veinte de los treinta y dos congresos estatales, Andrés Manuel está teóricamente en aptitud de reinventar de arriba a abajo el sistema político. Si quisiera hacerlo cuenta con todos los elementos para transformar el régimen, convirtiéndolo por ejemplo en una república parlamentaria, lo cual nada tendría de insensato. Pero podría también -si se lo propusiera- fundar una monarquía o, en el extremo del absurdo, hasta un Imperio, el Tercero que sería tras los fallidos de Iturbide y Maximiliano. No lo hará, por supuesto, porque su ideal hasta donde se sabe es una república de inspiración juarista. En tiempos de ese echeverriato que López Obrador parece añorar, Cossío Villegas definió al sistema como “…una monarquía absoluta, sexenal, hereditaria por vía transversal…”. Y luego vino Vargas Llosa, que lo describió como “…una dictadura perfecta…”. Tal es el amplio menú de opciones entre las que podrá elegir el ínclito tabasqueño.

  • SIN CONTRAPESOS POLÍTICOS

López Obrador no tendrá oposición partidista, por lo menos el primer trienio. El PRI, sin discurso ni estructura, confundidos y corrompidos sus principios nacionalistas, sin liderazgos visibles, endeudado, mermados sus recursos, y con el descrédito de Peña Nieto y demás depredadores a cuestas, solo aspira a sobrevivir. El otrora poderoso tricolor afrontará la elección del 2021 con una alta probabilidad de que el dictamen de las urnas decrete su desaparición definitiva. El PAN, por su parte, disminuido por la labor de zapa de Felipe Calderón y Margarita, y de sus cortesanos Cordero, Lozano y compañía, carece hoy por hoy de organización y fuerza para dar peso a su voz. Y finalmente, el PRD, con una bancada minúscula, con la brújula ideológica extraviada y perdida la inspiración social que le dio vida, quedó demeritado por los desmanes de quienes con sus colores alcanzaron posiciones de poder. Así, hablar de su posible refundación suena inviable por cuanto su espacio en el espectro político nacional ya lo acaparó Morena.

  • EL CUARTO PODER Y LA SOCIEDAD CIVIL

Para vigilar que el poder de López Obrador no trasponga el margen de la razón debemos confiar en la Prensa Libre y en los grupos organizados de la sociedad. No veo a nadie más con la solvencia necesaria ni con el valor que se precisa para constituirse en críticos, investigadores y denunciantes de los excesos en que pudieran incurrir los nuevos gobernantes. El riesgo que los próximos años rondará a la democracia mexicana va a ser la tentación autocrática y eventualmente reeleccionista que acosará a Andrés Manuel, un político carismático que no es ajeno a esas pulsiones cuando advierte condiciones para imponerlas. Y aludo a periodistas libres e independientes -que los hay- para marcar distancias con aquellos otros que ya se formaron en la larga hilera de comunicadores que hacen de la obsecuencia y el servilismo su modus operandi, pretendiendo ignorar que por años se dieron vuelo injuriando al tabasqueño. Esos, los que pertenecen a la sub-clase de los llamados chayoteros de la información, no sirven para ese fin.

AMLO, y la opción reelecionista con que lo tentarán sus seguidores… y sus propias pulsiones autocráticas


  • Prensa Libre y sociedad organizada, baluartes para la contención de excesos de la clase gobernante que llega al poder
  • Noventa años de convivir con los usos y costumbres del priísmo complicará la adaptación social a los nuevos modos
  • El poder omnímodo que le otorgo la voluntad popular le permitirá transformar radicalmente el actual régimen político


Conforme López Obrador da a conocer los lineamientos a los que apegará su gestión presidencial, más claro resulta que los seis años de su mandato no le serán suficientes para concretarlos en sus términos. Esa cruzada social sobre la que quiere construir un México justo requiere no solo de un tiempo mayor, sino también de una actitud distinta de la sociedad respecto de la corrupción, la simulación y el influyentismo. Me refiero a una sociedad -la nuestra- que deberá abandonar los “usos y costumbres” de un régimen -el priista en sus tres denominaciones- a que los mexicanos de varias generaciones hubimos de adaptarnos. A lo largo de casi noventa años, el sistema impuso unas reglas de convivencia que acabaron por aceptarse -de buen o mal grado- y que permearon profundo en nuestra forma de ser y de relacionarnos. Ahora se plantea dar un giro de 180 grados para enfilarnos hacia un diferente y -ojalá- más prometedor destino. No será fácil; habrá que edificar entre todos un nuevo sistema político y una nueva cultura cívica.

  • CAUSAS Y EFECTOS DE LA REBELIÓN

Interrogada al respecto, la escritora Elena Poniatowska precisó que el cambio lopezobradorista significó “…la derrota del PRI y de una revolución que traicionó a los más pobres y llenó de riquezas y de privilegios a la clase en el poder…” A ambos, a la revolución traicionada y al partido hegemónico que nos gobernó les atribuye haber cavado “…una brecha muy honda entre una clase social y otra, empobreciendo a los más pobres y haciendo millonarios a los corruptos…”. La laureada autora de “La Noche de Tlatelolco” concluyó (El País, 19/07/2018) que “…a raíz de ese abismo social vino el estancamiento de una gran nación que no merece ese maltrato y esa corrupción…”. Entendidos y aceptados los motivos de la revuelta electoral que entronizó -uso el término en su sentido literal- a Andrés Manuel, lo que sigue es observar con atención los procedimientos de que se valdrá para hacer realidad esa Cuarta Transformación con la que pretende pasar a la Historia.

  • SIN SUCESOR A LA VISTA

Soy de los que aún no salen de la estupefacción causada, no por el triunfo del tabasqueño -cantado desde semanas antes de la elección- sino por su arrasadora magnitud. Sin hipérbole puede con propiedad decirse que el 1º de julio pasado asistimos a una auténtica revolución, victoriosa y pacífica, consumada con los votos convencidos y fervorosos de esa clase empobrecida de la que habla Elena Poniatowska, que creyó e hizo suyo el mensaje reivindicador de López Obrador. De esos estratos marginales provino la mayoría de los sufragios -¡mas de treinta millones!- sobre los que se asienta el ilimitado poder que la voluntad popular otorgó al líder de Morena. Es con ellos, con los pobres, con los que el tabasqueño tiene su mayor débito y solo podrá saldar esa cuenta si -como les prometió en su campaña- “…no miente, no roba y no traiciona…”. Si cumple su dicho, no creo errar si anticipo que, sin un sucesor a la vista, ese inmenso ejército de desfavorecidos va a exigir su re-elección. El tiempo dirá si estuve o no en lo cierto.

  • JUSTICIA A SECAS…

Sin perderse en un laberinto de revanchismos y venganzas, pero sin desvíos ni distracciones, López Obrador debe poner a disposición de la justicia a los que malversaron la hacienda pública, utilizando en su provecho recursos que son del pueblo y valiéndose de forma perversa de las instituciones del estado. Los nombres de esos abusadores están en boca de todos y sus delitos tienen que investigarse conforme a la ley y la razón. Proceder de otra manera en aras de una transición tersa lo convertiría en cómplice de su predecesor y defraudaría el que fue principal incentivo de sus votantes: ver en la cárcel a los ladrones. De cumplir con rigor y sin excepciones esa exigencia conseguirá hacer creíble la proclama fundamental de su movimiento -lucha vs. la corrupción-, y dispondrá del más eficaz disuasivo para evitar que caigan en tentaciones quienes lo acompañarán en su gobierno.

  • LO QUE SE ENTIENDE… Y LO QUE NO

Bien está que Andrés Manuel haya emitido señales tranquilizadoras para aclarar a los sectores pudientes más inquietos que actuará con prudencia y sin violentar las reglas de la macroeconomía. Bien está, repito, que se haya reunido con banqueros y empresarios, dándoles a saber que reconocerá compromisos existentes, asegurándoles que mantendrá la disciplina financiera y fiscal, y comprometiéndose a no expropiar, a respetar la autonomía del Banco de México, y a que el TLC seguirá negociándose en sintonía con el interés de los entes productivos del país. Bien está todo eso; empero, con lo que nunca transigirán sus votantes es con hacer -como ya lo hizo un par de veces- público elogio de Peña Nieto por “…haberse mantenido al margen del proceso electoral…”, mentira flagrante que lastima a quienes sí les ofendió la actitud soterradamente intervencionista del presidente.

  • SIN MÁS LÍMITES QUE LA PROPIA PRUDENCIA

Al ser indiscutido titular del Poder Ejecutivo y al controlar las dos cámaras legisladoras federales y veinte de los treinta y dos congresos estatales, Andrés Manuel está teóricamente en aptitud de reinventar de arriba a abajo el sistema político. Si quisiera hacerlo cuenta con todos los elementos para transformar el régimen, convirtiéndolo por ejemplo en una república parlamentaria, lo cual nada tendría de insensato. Pero podría también -si se lo propusiera- fundar una monarquía o, en el extremo del absurdo, hasta un Imperio, el Tercero que sería tras los fallidos de Iturbide y Maximiliano. No lo hará, por supuesto, porque su ideal hasta donde se sabe es una república de inspiración juarista. En tiempos de ese echeverriato que López Obrador parece añorar, Cossío Villegas definió al sistema como “…una monarquía absoluta, sexenal, hereditaria por vía transversal…”. Y luego vino Vargas Llosa, que lo describió como “…una dictadura perfecta…”. Tal es el amplio menú de opciones entre las que podrá elegir el ínclito tabasqueño.

  • SIN CONTRAPESOS POLÍTICOS

López Obrador no tendrá oposición partidista, por lo menos el primer trienio. El PRI, sin discurso ni estructura, confundidos y corrompidos sus principios nacionalistas, sin liderazgos visibles, endeudado, mermados sus recursos, y con el descrédito de Peña Nieto y demás depredadores a cuestas, solo aspira a sobrevivir. El otrora poderoso tricolor afrontará la elección del 2021 con una alta probabilidad de que el dictamen de las urnas decrete su desaparición definitiva. El PAN, por su parte, disminuido por la labor de zapa de Felipe Calderón y Margarita, y de sus cortesanos Cordero, Lozano y compañía, carece hoy por hoy de organización y fuerza para dar peso a su voz. Y finalmente, el PRD, con una bancada minúscula, con la brújula ideológica extraviada y perdida la inspiración social que le dio vida, quedó demeritado por los desmanes de quienes con sus colores alcanzaron posiciones de poder. Así, hablar de su posible refundación suena inviable por cuanto su espacio en el espectro político nacional ya lo acaparó Morena.

  • EL CUARTO PODER Y LA SOCIEDAD CIVIL

Para vigilar que el poder de López Obrador no trasponga el margen de la razón debemos confiar en la Prensa Libre y en los grupos organizados de la sociedad. No veo a nadie más con la solvencia necesaria ni con el valor que se precisa para constituirse en críticos, investigadores y denunciantes de los excesos en que pudieran incurrir los nuevos gobernantes. El riesgo que los próximos años rondará a la democracia mexicana va a ser la tentación autocrática y eventualmente reeleccionista que acosará a Andrés Manuel, un político carismático que no es ajeno a esas pulsiones cuando advierte condiciones para imponerlas. Y aludo a periodistas libres e independientes -que los hay- para marcar distancias con aquellos otros que ya se formaron en la larga hilera de comunicadores que hacen de la obsecuencia y el servilismo su modus operandi, pretendiendo ignorar que por años se dieron vuelo injuriando al tabasqueño. Esos, los que pertenecen a la sub-clase de los llamados chayoteros de la información, no sirven para ese fin.